La Confederación de Empresarios de Málaga (CEM) celebra este próximo martes el acto de su 40 aniversario. La institución, con 103 organizaciones empresariales tanto sectoriales como comarcales y locales en su seno y más de 45.000 pymes y autónomos afiliados en la provincia, remonta sus orígenes a septiembre de 1977, en plena Transición, cuando empresarios y sindicatos tuvieron que crear un marco democrático de relaciones laborales. «Fueron años de forja, de personas muy generosas en ambas partes, la patronal y la sindical, que defendieron sus ideales», rememora el actual presidente de la CEM, Javier González de Lara. No faltaron momentos de tensión, en un marco de frecuentes huelgas y en la patronal también quiso comenzar a trabajar por un cambio en la percepción social de la figura del empresario.

¿En qué contexto político surge la CEM?

Todas las confederaciones empresariales andaluzas surgen al mismo tiempo, en 1977, fruto de la Ley reguladora del derecho de asociación sindical que convertía en colectivos democráticos todo lo que era el antiguo Sindicato Vertical, donde estaban los trabajadores y los empresarios dirigidos por el régimen franquista. Por aquel entonces CCOO y UGT se legalizan. Las patronales nos estructuramos y organizamos creando la CEOE, que a nivel provincial dio lugar a las diferentes confederaciones. Se construyó entre todos una nueva realidad socioeconómica. Inicialmente fuimos la Federación de Empresarios de Málaga pero en unos meses ya nos constituimos como Confederación de Empresarios de Málaga.

Eran tiempos de cambio, con retos de todo tipo.

El contexto era muy difícil, con una coyuntura tremendamente conflictiva por la transformación de un régimen a otro que trajo la libertad y la Democracia. No teníamos experiencia para gestionar ni el diálogo ni la negociación. Afortunadamente, se contó con muchas personas con mucha altura de miras, generosas, para un fenómeno paralelo al de la Transición. El diálogo es el mejor vehículo del entendimiento y en aquel momento lo hubo. Si no, hubiera sido complejo sacar adelante esta provincia, que como todas sufría una crisis económica, una inflación disparada que rozaba el 25%, unos conflictos laborales enormes y un incipiente escenario de huelgas. La CEM surgió como interlocutor natural de los sindicatos.

¿Qué ambiente se palpaba?

Era una Málaga en crisis, con muchos problemas económicos, y una Andalucía desvertebrada, donde había muchas empresas pero con pocas estructuras de gestión. También había mucho temor al cambio político y social, con el recuerdo todavía de la Guerra Civil, pero también con mucha ilusión, esperanza e interés por crear una nueva realidad social. El papel de los empresarios tiene mucho mérito, porque se negociaron convenios colectivos y acuerdos. La imagen del patrón estaba muy estereotipada y distorsionada, aunque también podía haber casos en los que había razón. Se asemejaba la imagen del empresario, hablando claro, al de un señor con puro, chistera y látigo que maltrataba a los trabajadores, algo muy distante de la realidad porque lo que hemos tenido aquí toda la vida son pequeñas y medianas empresas (pymes). Quizá la gran empresa pudiera dar algo esa imagen estereotipada pero no en Málaga. En cualquier caso, ese era el contexto social y político de la época.

¿Las huelgas fueron durante esos años el pan de cada día?

Sí, había huelgas permanentemente, casi diarias. Al inicio de los 80, por ejemplo, hubo una huelga del metal durísima en Málaga que duró más de tres meses. La presión social hacia la patronal era enorme, cada uno defendía lo suyo pero al final conseguimos entendernos. Fueron años de forja, de personas muy generosas en ambas partes, la patronal y la sindical, que defendieron sus ideales. Gracias al diálogo social se construyó una paz en este país y no acabamos de mala manera.

¿A qué personas citaría como artífices de la creación de la CEM?

El secretario general constituyente fue Antonio Carrillo, que coordinó la creación de todas las asociaciones sectoriales y sus estatutos. Una persona básica fue Manuel Martín Almendro, el primer presidente, que tenía una mente privilegiada y era tremendamente eficiente. Fue capaz de aglutinar los intereses de sectores empresariales muy distintos. De hecho, en esos años fuimos la gran referencia para el resto de provincias y Martín Almendro llegó a presidir la patronal andaluza CEA, que se constituyó en Antequera. Otra persona que ayudó mucho fue Juan Jiménez Aguilar en el ámbito de las relaciones laborales. Posteriormente presidió Cepyme y fue secretario general de la CEOE. Con todo esto quiero decir que la CEM de Málaga fue cantera importante de personas del ámbito asociativo empresarial.

La lista de forjadores de la CEM es amplia.

Sí. La gran figura de diálogo que estructuró todo fue Javier Ciézar, que era presidente del colectivo de agricultores Asaja y que estuvo en todas las juntas directivas de la CEM. Nos dio una relación con los sindicatos tremendamente fluida y supo transmitir todos nuestros valores como institución. Estaba pendiente de la negociación colectiva y construyó una organización proactiva, que proponía en lugar de resistir. Dejamos de jugar a la defensiva por la presión del contexto social.

Pero los trabajadores, con todas esas huelgas, tenían mucha parte de razón en sus reivindicaciones.

Sí, tenían su parte de razón en que no querían perder poder adquisitivos en unos salarios que se habían devaluado como consecuencia de una inflación desorbitada. Pero claro, las empresas tampoco podían hacer frente a una revalorización de sueldos de ese calibre. Se había producido la transformación de un país oligárquico a otro de libre competencia donde los monopolios desaparecían. El país se tambaleaba.

¿Recuerda algún episodio concreto de esos choques con los sindicatos?

He vivido infinidad de piquetes y de presiones. La negociación de varios de los convenios en aquella época tan difícil (limpieza o transportes, por ejemplo) hacía que a veces sintieras incluso preocupación por tu integridad física aunque luego nunca pasaba nada (risas). A lo mejor negociabas con seis personas de los sindicatos en la mesa, pero al final terminaban entrando 50 a la reunión. Esas situaciones se asumen pero son de alta presión. El modelo de negociación era muy distinto al actual. Se jugaba mucho con las emociones, eran las reglas del juego y tampoco podías quejarte. En general, hubo siempre un respeto importante, lo que pasa es que cada uno juega con sus bazas. En alguna mesa de negociaciones, en el fragor de la discusioón, hemos tenido que separar a gente porque llegaban a las manos. No por mala fe, sino por la tensión del momento. Imagine una sala con una negociación de hasta doce horas, sin recesos salvo para ir al baño y con todo el mundo fumando (porque entonces se fumaba en las reuniones). Era un caldera. Fueron tiempos de valientes por ambas partes. Los sindicatos hicieron también un gran papel y este país les debe mucho. Supieron articular las demandas de los trabajadores de manera organizada y sensata, reconociendo el estatus de la patronal y el ordenamiento vigente. No sé que hubiera pasado si hubieran tirado por la vía del populismo, como vemos hoy día en algunos políticos.

La relación de la CEM con los diferentes secretarios provinciales de CCOO y UGT ha sido siempre buena.

Sí, muy cordial. Aquí en Málaga recuerdo al que fue muchos años secretario general de UGT, Francisco Valenzuela, que negociaba muy duro y defendía muy bien los intereses de los trabajadores. Era una institución en UGT y todo lo que prometía lo cumplía. En CCOO un gran referente en todos estos años ha sido Antonio Herrera (ya jubilado), un sindicalista puro. No sólo de acción sino ideológico y temperamental, pero que también cumplía siempre y tenía una capacidad dialéctica muy potente. Fue también concejal en el Ayuntamiento de Málaga. Han sido muchos los grandes sindicalistas, pero lo cito a ambos como los más referenciales.

¿La CEM se entiende igual con la derecha y la izquierda?

Si podemos decir con orgullo algo es que la CEM es independiente y que no se nos debe asociar con ningún partido político. Hacemos política, claro, pero política empresarial. Somos apartidistas. Tenemos que negociar permanentemente con quien gobierna, sea del signo que sea. No es cuestión de preferencias. En Andalucía llevamos casi 40 años con un gobierno socialista y nos entendemos. En Málaga tuvimos de alcalde a Pedro Aparicio y luego a Celia Villalobos y Francisco de la Torre. Somos una organización que no tiene prejuicios. Tendemos siempre la mano y somos proactivos. Estamos en todas las iniciativas de Málaga que son interesantes. No tenemos vínculo con ningún partido ¿Que eso nos ha podido generar críticas de uno u otro lado? Pues también. Hay relaciones fluidas con todos, a veces con más o menos tensión. Y pienso que somos respetados. Nuestra labor se ha basado siempre en el rigor y la seriedad, sin perder de vista el sentir del empresario de la calle.

¿Cuál es la imagen actual del empresario desde aquella que mencionaba al principio de persona con puro, chistera y látigo?

Hemos contribuido a transformar una imagen distorsionada para que se visualice como alguien que arriesga su patrimonio y que genera empleo riqueza y progreso. Esa es la imagen que ahora hay. Es más, si se va ahora mismo a la Universidad casi un tercio de los alumnos se plantea ya montar una empresa. Antes no quería ser empresario nadie. Socialmente no había esa visión. Se ha prestigiado el ser empresario aunque siempre habrá partes de la sociedad que nos denosten.

La crisis también ha golpeado la imagen del empresario.

Seguro. Además, paradójicamente siempre hay una máxima: cuando se crea empleo lo crean los políticos, cuando se destruye lo hacen los empresarios. La percepción social es que la crisis la crea la empresa. No Lehman Brothers, sino el que despide porque desgraciadamente no puede mantener su negocio. Pero eso es inevitable. Sí es verdad, por supuesto, que como en todas las profesiones hay empresarios buenos, regulares y malos. Los que están en la economía sumergida, por ejemplo, no son ni empresarios sino piratas con garfio y parche. La economía sumergida es un gran problema que España aún no ha resuelto.

Figuras como Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE y que ha estado en la cárcel, son ejemplo de esos malos empresarios.

No ha sido precisamente el modelo de presidente que hubiéramos deseado. En cambio, José María Cuevas era un modelo de persona seria, rigurosa y honesta. Los empresarios vivimos nuestro calvario particular teniendo a un presidente como Díaz Ferrán. Al final, las organizaciones son reflejo de lo que hay en una sociedad. No podíamos estar ajenos a un fenómeno como la corrupción y la falta de ética, es algo que se filtra a todos los ámbitos, como pasó en la política. Pero en Málaga sí puedo decir con orgullo que lo hemos evitado, porque nunca hemos tenido afán de trascender a cuestiones que no se correspondían con la organización. Aquí las personas que han venido a trabajar lo han hecho para servir, no para servirse, y eso es clave. Por eso creo que el cambio de imagen del empresariado ha sido enorme. No somos benefactores sociales, porque tenemos un legítimo beneficio por nuestro trabajo pero sí creamos bienestar, empleo y progreso. Siempre he pensado que no hay nada más progresista que crear empleo.

La CEM ha tenido hasta la fecha seis presidentes

Manuel Martín Almendro 1977-1980

Fue el presidente constituyente de la CEM y se convirtió también en el primer presidente de la andaluza CEA. Artífice del primer hipermercado que tuvo Málaga (el actual Carrefour Los Partios). Falleció en 1989.

Alfonso Sánchez Pinilla 1980-1982

Ocupó la presidencia de la CEM durante dos años. Era propietario de Punto Industrial, la gran fábrica textil de Alhaurín de la Torre surgida en los años 60 y que prolongó su andadura hasta 1983.

Juan Jiménez Aguilar 1982-1983

Estuvo poco tiempo en el cargo (sólo un año) ya que fue nombrado presidente de Cepyme y, posteriormente, secretario general de la CEOE con José María Cuevas. Dirigió la empresa de cerámica Anza.

José María Flores 1983-1994

Propietario de Bodegas Flores y vinculado también al sector de la construcción, José María Flores realizó durante su mandato una gran labor de acercamiento a los sindicatos y a las instituciones.

Vicente García 1994-2011

Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Málaga, Vicente García estuvo 17 años al frente de la CEM e introduco conceptos como la Responsabilidad Social Empresarial.

Javier González de Lara 2011-2018

El actual presidente de la CEM entró en la organización en 1987 como adjunto al secretario general. Abogado de titulación, preside también la patronal andaluza CEA y la empresa Málaga-Visión SL.