En el año 1982, Inmaculada Espinosa era una joven estudiante cuando salieron las primeras plazas para ser policía local en la capital malagueña. La primera promoción de mujeres del cuerpo recibía entonces a la que años después sería la actual oficial jefe de la Policía Local del cuartel de la Avenida de la Rosaleda.

Como ella, Trinidad Ortega también se aventuró a realizar esas oposiciones y 37 años después sigue ataviándose cada mañana su uniforme bicolor para ayudar a la ciudadanía. «Los primeros años fueron duros, sobre todo porque los ciudadanos no nos veían como una figura de autoridad», confiesa Trini, pero poco a poco cada vez hay más mujeres comprometidas con el servicio y con su propia vocación.

Inmaculada Espinosa, Trinidad Ortega, Esther Pilar, Natalia Medarde, Lola Bermúdez y Ana González son algunas de las agentes que forman parte del cuerpo de Policía Local de Málaga. Desde las más longevas a las más jóvenes, todas, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, comparten sus historias de policías valientes, fuertes y sobre todo trabajadoras que ejercen con orgullo su profesión.

Inmaculada Espinosa, policía local desde los años 80, es ejemplo de vocación. Siendo niña sabía que quería pertenecer a las fuerzas de seguridad de su ciudad pero al no tener la oportunidad comenzó a estudiar un grado superior. «Cuando estaba en mi último año de carrera salieron las solicitudes para las primeras mujeres policías, las eché, aprobé y aquí estoy y no me pienso ir».

Durante todos estos años de oficio, Inma ha pasado por distintas delegaciones y por distintos grupos, como el gabinete de informática o la patrulla de Torremolinos, cuando aún era una barriada de Málaga. Estando de servicio «de calle» fue cuando comenzó a compaginar su trabajo diario con la labor que se realiza desde el subgrupo de educación vial, donde a día de hoy es una de las responsables, además de liderar el subgrupo de mediación policial.

La oficial jefe confiesa que nunca se ha sentido diferente dentro del cuerpo por el hecho de ser mujer. «Yo cuando entré a la Policía Local no era ni Inma ni Juan, yo era mi número, el 442, un policía más», señala Espinosa. Aunque hayan pasado muchos años de aquello, ella misma reconoce que «al ser la primera promoción se sentían distintas al resto» y que «a los ciudadanos les costaba verles como un policía por el hecho de ser mujer».

Trinidad Ortega también es de las mujeres pioneras en la policía local de Málaga. Recuerda entre risas cómo su madre le amenazó con no plancharle las camisas si se metía en el cuerpo. En la actualidad trabaja en la oficina administrativa de la comisaría y ella misma reconoce que nunca pensó en ser policía pero su afán por trabajar le llevó, siendo muy joven, a dejar los estudios y comenzar en el cuerpo: «El tren pasó, lo cogí y 37 años después estoy aquí muy feliz».

Ana González Guerrero es una mujer joven pero con una mirada valiente. Lleva 18 años siendo policía local y desde hace unos años dirige la Jefatura de Cruz de Humilladero. Ana «mamó» en casa la profesión. Su padre también fue intendente y ella desde pequeña soñó con serlo un día. Cuando creció sus padres le aconsejaron que antes de meterse en el cuerpo estudiara una carrera y eso hizo. Tras terminar, se preparó y comenzó a ejercer. Para ella ser parte del colectivo significa «levantarse cada día con ilusión y ganas de que las cosas salgan correctamente para el bien de la ciudadanía» y aunque empezó siendo joven y en un puesto de responsabilidad cree que el papel de la mujer en el cuerpo avanza, ya que «cada vez son más las que quieren entrar e incluso llegan estando mejor preparadas».

La única mujer que pertenece al Grupo Operativo de Apoyo en Málaga se llama Lola Bermúdez. Desde hace 20 años es parte del cuerpo y desde hace un año presta su servicio en esta brigada especial. «Las pruebas físicas para entrar al GOA son duras pero no son imposibles» comenta, cuando hablamos sobre las polémicas con el cambio de parámetros entre hombres y mujeres en el cuerpo, «además la preparación es continua y mayor porque nos enfrentamos a situaciones de riesgo». Entre sus 50 compañeros del grupo, Lola es una más, y manifiesta que a ella «le apasiona» estar dentro de éste.

Patrullando la ciudad en bicicleta desde hace cuatro años, Esther Pilar González reconoce que se siente «orgullosa» de la labor que realiza «para la ciudadanía y por el medio ambiente». En una ciudad como Málaga, donde cada vez hay más ciclistas y más peatones, Esther cree que este equipo «es muy necesario». Antes de comenzar en la brigada ciclista, Esther estuvo en el cuerpo como agente de servicio pero su pasión por el deporte le llevó a solicitar la plaza que se ofertó para esta rama. «Me encantaba el deporte, ofrecieron diez plazas para la unidad ciclista en Málaga y entramos dos compañeras y ocho compañeros».