El auge de la vivienda turística es ya un hecho, pese a las protestas de los vecinos de determinadas partes de la ciudad y algunos colectivos, que vinculan la proliferación de estos pisos a la llegada de turismo de bajo poder adquisitivo y problemas de convivencia. El Ayuntamiento ya piensa la forma de meterle mano al asunto, aunque de momento sólo se han tomado tímidas medidas a la espera de si van a implementarse moratorias en determinadas calles. Lo que sí está claro es que los números revelan que en la ciudad hay ya más plazas para turistas en pisos vacacionales que camas hoteleras.

Parece que no, pero eso es un problema para la ciudad. En primer lugar, porque los que crean empleo en la capital de la Costa del Sol y el litoral son los hoteles, que además pagan impuestos de todo tipo y consideran que las viviendas turísticas realizan una competencia desleal pese a los sucesivos intentos de la Junta, a través de decretos, y del Gobierno para regularizar la oferta. Hay hasta un registro oficial en la Administración andaluza, en el que ahora hay inscritas 2.833 viviendas turísticas en la ciudad que ofrecen 14.020 plazas, frente a las 9.332 camas hoteleras, una cifra que abarca desde pensiones hasta el Hotel Miramar.

Málaga, de cualquier forma, registra ya varios proyectos para implantar hoteles en la capital, aunque les faltan aún muchos, por ejemplo en la zona Este, con el fin de acoger a los miles de turistas que llegan a la urbe atraídos por su auge cultural gracias a museos como el Ruso, el Picasso o el Carmen Thyssen.

Gonzalo Fuentes, responsable de Turismo de CCOO, destaca que hay gente que tiene oficinas en el Centro Histórico que las convierten en viviendas turísticas, ya que «se logran rentabilidades de dos mil o tres mil euros al mes, en función de las ocupaciones». «Los dueños lo tienen fácil, porque entregan sus pisos a las plataformas de Internet, que los promocionan; yo he visto que se piden hasta 6.000 euros por un piso vacacional en Semana Santa», aclara.

Fuentes critica, por ejemplo, que cada vez haya menos residentes en el casco antiguo de la capital, destaca que los alquileres para las familias locales están «por las nubes» debido a la viviendas turísticas, pero no sólo en el Centro Histórico, sino también en barrios como La Trinidad, la zona de Mármoles, El Perchel, Carretería o la Victoria, incluso en el Paseo Marítimo Antonio Banderas. «En Andalucía hay ya más de 30.000 viviendas turísticas legalizadas; el problema es que nadie se esperaba este auge de los pisos, ni la importante burbuja de viviendas que no se han inscrito en el registro de la Junta de Andalucía que, por cierto, sólo cuenta con seis inspectores para controlar a toda la provincia», recalca.

Explica este líder sindical que, si a los 15 días los inspectores no han inspeccionado la vivienda turística registrada, el piso queda legalizado. «No dan abasto para cubrir esta demanda», dice, y añade que muchos dueños están locos por que los inquilinos se vayan para convertir sus pisos en viviendas turísticas. «Todo esto lo que va a hacer es que el Centro Histórico se convierta en un parque temático, hay una desafección en relación al modelo turístico, es insostenible», aclara.

En su opinión, hay que ir hacia un gran pacto contra la oferta no reglada y por un turismo sostenible, «las viviendas turísticas no generan empleo, ni siquiera los empleados de la limpieza están dados de alta en la Seguridad Social», destaca.

Francisco Faura, abogado especialista en estos asuntos, destaca que casi el 100% de los pisos que se venden en el Centro se convierten en viviendas turísticas y que edificios destinados a oficinas prácticamente en su totalidad están siendo reconvertidos por sus dueños en inmuebles de pisos vacacionales. «Sólo hay que añadirles una bañera y una cocina», subraya, al tiempo que recuerda que todo se debe al boom turístico de la ciudad.