Mónica -nombre ficticio- se dispone a salir de casa. Acaba de llegar la asistenta, por lo que tendrá que estar fuera unas horas. Por motivos de salud, no puede quedarse. Salir a dar un paseo, sin que falte en su bolso una mascarilla y una inyección de adrenalina, es la idea más acertada.

Profesora de peluquería y estética durante más de veinte años, Mónica fue declarada incapacitada en 2015 por envenenamiento agudo, por la reiterada exposición a los productos químicos que se manipulan. «Soy la primera profesora de peluquería y estética jubilada», afirma.

No lleva una vida corriente. En su dieta predominan los alimentos ecológicos, pues no tolera los conservantes. «No puedo ir a un restaurante y comer cualquier cosa, y, desde luego, tengo que salir si hay ambientadores o si han limpiado». Incluso en un hospital podría tener severos problemas: tampoco tolera la anestesia.

A pesar de todo, no son motivos que le impidan luchar por hacer visible una realidad que está incluso amparada, como señala el Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre. De ahí que haya fundado la Asociación de Profesionales Afectados por los Cosméticos de Peluquería y Estética (APACPE), la primera de esta índole en España. «El objetivo no es informar de la alta toxicidad de la cosmética, tanto a profesionales del sector como a los alumnos», asegura Mónica.