La primavera estimula a los poetas, pero para muchos malagueños debería tener la consideración de estación de alto riesgo. Vuelven los picores, los ojos llorosos y la obstrucción de las vías respiratorias. Los síntomas se repiten todos los años y van desde molestias inocuas hasta situaciones que pueden ir en detrimento de la forma física, si no, directamente, poner en riesgo la salud. El rebrote de la flora lo contemplan con preocupación los martirizados y para esta primavera tienen más razones que en anteriores. El clima define la intensidad de la polinización y un invierno frío y las últimas lluvias dibujan una primavera irritante para todos los alérgicos de la provincia. Especialmente, si se compara con la del 2017, con un impacto leve que, a la postre, sirvió para apaciguar los habituales cuadros alérgicos. A los tipos polínicos más precoces, como el ciprés, le siguen ahora el olivo, las gramíneas, la parietaria y el plátano de sombra. Estas son, a la vez, las especies con más prevalencia en la provincia y las causantes de las patologías alérgicas.

Según la doctora Paloma Campos, responsable de la unidad de alergología del Hospital Regional, el viraje en las temperaturas en el otoño e invierno determina cómo va a ser la primavera para los alérgicos. «Ha hecho mucho frío este invierno y las bajas temperaturas ayudan a enraizar a las graminias salvajes y al cereal. La lluvia de las últimas semanas también multiplica la cantidad de polen en el ambiente», explica. Al contrario de lo que se pudiera pensar, estos últimos días de frío tampoco han servido para evitar una anticipación de los síntomas. «El frío depende de cuando llegue», matiza Campos que ya no se esperan variaciones sobre el pronóstico establecido.

De acuerdo con la doctora, la alergia ya debe considerarse claramente como una enfermedad que afecta a cada vez más personas, potenciada por varios factores externos. Por un lado, lo que tiene que ver con un estilo de vida cambiante y una concentración de la población en las grandes ciudades. Por otro, la polución medioambiental que no deja de crecer. «Las partículas que emiten los motores diésel ejercen de potenciadores para el polen», apunta a un alza en los registros. «El hecho de que haya cada vez menos enfermedades de parásitos tiene, obviamente, sus cosas buenas, pero ha aumentado la proporción de enfermedades alérgicas», añade la doctora.

Afectados y cura

Campos también resalta el importante factor que desempeñan los agentes climáticos en la sensación puntual de cada alérgico. El viento puede cambiar mucho el escenario y eleva notablemente el riesgo de acusar los síntomas más típicos y asociados a los estragos primaverales de las alergias. En Málaga, el número de afectados se sitúa en alrededor de las 300.000.

De ellos, la mayoría padece los efectos del polen. La concentración también depende de factores geográficos. No es lo mismo el interior que las zonas de Costa. Aunque el mar ayuda a mitigar los síntomas, no es un garante de nada. «A nivel de Costa disminuyen los alérgenos, aunque los síntomas pueden persistir», resalta Campos. «Si tienes alergia a los ácaros del polvo de poco te va a servir el mar», dice. Para combatir las molestas afecciones que se derivan de la alergia, recuerda que el único tratamiento para combatir los efectos a largo plazo pasa por la inmunoterapia, conocida, comúnmente, como la «vacuna contra la alergia».

Es el único tratamiento capaz de modificar el proceso alérgico y, por tanto, ofrecer soluciones que vayan más allá de remedios puntuales. El tratamiento puramente sintomático, es decir, para aliviar los síntomas, se consigue con medicamentos del tipo descongestionante y antihistamínico. Campos insiste en que existe la posibilidad de confeccionar soluciones personalizadas para cada caso: «Para ello, es necesario que las personas que padezcan los síntomas habituales acudan al especialista para realizar la prueba de la alergia». La especialista señala a la alergia como un fenómeno que está en alza, hasta el punto de hablar de una de las «epidemias del siglo XXI». Además, apunta que también aumenta el número de niños que presentan un cuadro alérgico. «Destaca el número elevado de alergias alimentarias en los niños», apunta.