El calvario que sufre desde hace siete meses Inmaculada Sarmientos, mientras espera una prueba para tratarse una úlcera que se extiende a lo largo y ancho de su pierna izquierda, comienza a llegar a su fin. Después de una demora de meses, esta malagueña se somete hoy a una arteriografía, la siguiente prueba para el tratamiento que requiere para poner fin a su dolencia.

Tras hacerse eco La Opinión de Málaga de su caso el pasado lunes, 19 de marzo, la afectada ha detallado que el mismo día que se publicó el reportaje, el Servicio Andaluz de Salud le llamó para cerrar la cita este martes a las 10.00 horas en el hospital Carlos Haya. Con el fin de ver el estado de sus arterias y venas, le introducirán un pequeño catéter por la ingle. «Yo sé que no me voy a curar en un mes pero al menos ya estoy dando los pasos que tengo que dar para ponerme buena», explica esta mujer de 46 años que acude, además, tres veces a la semana a Ciudad Jardín donde se somete a diálisis mientras espera un trasplante de riñón. «Los dolores son insoportables, ya no puedo hacer ni la cama. Son más grandes los dolores que el comer y me he quedado en 45 kilos», explica. Con morfina diaria que combina con analgésicos, Inmaculada asegura que dormir se ha vuelto una pesadilla y su independencia se ha visto reducida cada día mientras la úlcera ha ido creciendo. Una situación personal a la que se suma el hijo con parálisis cerebral al que cuida junto a su marido y al que apenas puede ayudar en estos momentos, a la espera de que su estado de salud mejore.

Lo que parecía el verano pasado un roce que solo necesitaba una cura y tiempo se ha convertido en un quebradero para Inmaculada. En septiembre acudió a urgencias del Carlos Haya, donde se sorprendieron por el estado en el que se encontraba la pierna izquierda, con una infección en mayúsculas, y dos meses más tarde fue operada por un cirujano plástico que pudo eliminar parte de la zona afectada. Visitar al cardiólogo y someterse a una resonancia para ver el estado de sus piernas fue el siguiente paso, entre diciembre y enero. Unas pruebas que culminaban con una última sesión clínica para la que debía ser avisada al mes siguiente. Sin embargo, los días y las semanas pasaron y nadie avisó a Inmaculada de cuándo tenía que someterse a esa prueba, mientras el deterioro de su pierna continuaba. En febrero, el padre de Inmaculada acudió al centro hospitalario para ver qué sucedía con su hija. «Me dijeron en cardiovascular que el nombre de mi hija aparecía pero que el médico no había mandado nada», expuso. En ese tiempo, la desesperación hizo que Inmaculada acudiera a urgencias de Marbella, el pasado 10 de marzo, para ver si podían darle alguna solución. Sin embargo, y a pesar del buen trato recibido según expuso, solo logró que le curaran la úlcera y le pusieran una inyección. Al estar su caso en el hospital Carlos Haya, el centro no podía hacer mucho más.

«Yo no sé si después de esto me llamará el cirujano para hacerme un injerto o esperarán a ver si la herida se cierra sola pero donde ya no hay ni sangre poco se puede hacer», divaga Inmaculada mientras ve más cerca el día en el que su pierna vuelva a estar bien. «No puedo ir a un médico privado porque me han dicho que me costaría de 1.500 euros para arriba», explica.