No hagan caso a la definición que la Real Academia Española le da al vocablo rápida.

La Rápida con mayúscula, en el vocabulario popular malagueño, se define así: Nombre que recibe una rifa clandestina característica de Málaga y que se distingue por la rapidez con que suele pagar los premios. Juega sus números de acuerdo con los que salen premiados en la rifa autorizada de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos).

Debió de nacer poco después de la creación de la Organización Nacional de Ciegos de España, una corporación pública fundada en 1938 para procurar la integración social y laboral de los invidentes. Su fuente principal de recursos es la venta diaria del cupón aunque en los últimos años ha diversificado sus actividades económicas y sociales. Hoy, además de los invidentes vendedores del cupón, acoge a personas que sufren otras carencias o minusvalías.

Gracias a la ONCE, desde 1938 hasta nuestros días, una numerosa población española afectada por deficiencias físicas y mentales, no vive de la limosna callejera. Sus ingresos están incluso por encima de otras clases de trabajadores de diferentes ramas laborales. En épocas de crisis, como en el caso de los jubilados, los invidentes son el soporte de algunas familias donde los miembros están en paro.

Los beneficiarios de la ilegal rifa conocidas por La Rápida son para la desconocida cúpula de la organización y para los vendedores-pagadores que se encargan de las funciones de vender los números elegidos por los clientes y de hacerles llegar a los ganadores el premio en metálico momentos después del sorteo diario de la ONCE, garantía de la seriedad de la rifa. Antes de terminar la jornada, los favorecidos han recibido el dinero. De ahí viene lo de «la rápida».

Los jugadores

Los habituales clientes de la rifa ilegal optan por el sistema porque pueden elegir el número deseado y no tienen que ir buscarlo en los quioscos de la ONCE, aparte que la cuantía del premio de La Rápida es superior al de la ONCE que cumple una función social importante por atender a una población no capacitada para otros trabajos. Lo que la ONCE lleva a cabo es de sobra conocido; antes de 1938, los privados de la vista eran una carga para las familias y estaban condenados a vivir de la limosna.

Entre los jugadores de La Rápida se dan casos que mueven a la risa, como el que voy a recordar porque me lo contaron hace años.

Un día murió ahogada una niña en las playas de San Andrés. Muchos compañeros y amigos del padre de la niña acudieron al sepelio del cadáver en el cementerio de San Rafael. Un señor, ajeno a la costumbre de algunos jugadores de La Rápida se extrañó ante la abundancia de gente en la necrópolis y, comentó con otro señor que conocía la solidaridad de tantos trabajadores con la familia de la niña.

Se quedó perplejo cuando supo por qué había tanta gente en el último adiós de la menor. La razón era de auténtico humor negro: un gran número de aquellos presentes tomaba nota del número del nicho adjudicado al cuerpo a la pequeña. Nada más finalizar inhumación partieron corriendo en busca del vendedor de La Rápida porque «traía suerte» jugar a ese número.

Lucha

La lucha contra la rifa ilegal es constante. De vez en cuando se publican noticias de desarticulación de redes de La Rápida que mueve grandes cantidades de dinero. En agosto de 2015, en Málaga, por citar un caso, se dio un golpe a la organización a cargo del Servicio de Juego del Cuerpo General de Policía adscrito a la Junta de Andalucía, con la detención de cuarenta y cuatro personas. Operaban en la zona del Molinillo y los mercados de Cártama.

Un año después -noviembre de 2016-, en otra operación llevada a cabo por el mismo equipo, se desmanteló otro grupo integrado por un cabecilla, tres recaudadores y veintitrés vendedores. Según publicó la prensa -en La Opinión-, el grupo recaudaba unos 90.000 euros al mes. Este grupo se movía en la barriada de Campanillas y llevaba ocho años actuando en Málaga.

De las dos redadas se publicaron sendas fotografías con el dinero y talonarios intervenidos.

¿Ha muerto La Rápida? Desde luego que no porque los vendedores merodean por los espacios públicos, conocen a los adictos a la rifa, pagan el mismo día del sorteo€ y el negocio sigue adelante con serio perjuicio para una entidad tan seria como responsable e indispensable para el bienestar de miles de personas que con su trabajo diario salen adelante sin tener que recurrir a solicitar la ayuda pública y privada para subsistir.

Un caso singular

El mejor golpe que se dio a La Rápida hace más de medio siglo ocurrió en Málaga, y puedo contarlo porque en su día lo relaté en un de los informativos de Radio Nacional de España. Otros compañeros de la profesión lo narraron en los otros medios de comunicación que había en Málaga. Si alguien tiene paciencia y curiosidad seguramente lo hallaría en cualquier hemeroteca. Como yo lo relaté por la radio, el escrito, como casi todo se dice por este medio de comunicación, iría a la papelera y no agrego contenedor azul porque entonces el reciclaje no se contemplaba.

Como todas las noches, la ONCE, tras el sorteo diario, llamaba a los medios de comunicación para informar del número premiado. Al tiempo que el sorteo era público y en el expositor luminoso que estaba en la sede de la organización -en la Alameda Principal- se colocaba los tres dígitos de ese número, las emisoras de lo radiaban enseguida. Era una costumbre implantada. No había que trasladarse a la Alameda para ver en el expositor el número y menos esperar a la prensa del día siguiente.

Al día siguiente del sorteo de aquella jornada se produjo un gran revuelo en la sede de la ONCE, con la presencial policial incluida. La razón del revuelo fue que las radios dimos como premio del sorteo un numero diferente al que estaba en el expositor, que era el bueno, el premiado. Las emisoras de radio no se habían equivocado; la persona que llamó aquella noche ¿por error?, ¿por despiste?, ¿por una broma?, ¿por mala intención? €

El caso es que los vendedores pagaron a sus clientes -no sé si a todos o a algunos- el número que facilitaron las dos emisoras de radio de Málaga€y La Rápida perdió ese dinero porque lo habían abonado ya.

¿Quién montó la operación anti Rápida facilitando un número distinto al del premio?

La policía inició la investigación€ hasta hoy, que yo sepa. Perdieron los de la rifa clandestina, perdieron los que compraron el cupón de la ONCE y lo rompieron al oír por radio el número que no coincidía con el suyo€