­¿Las películas porno han acabado con la erótica? ¿Es posible un mundo sin prostitución? ¿Qué sabemos de nuestra propia sexualidad? Una introspección en las alcobas del país, donde la media de eyaculación está en cuatro minutos.

Donde se ama no se desea y donde se desea no se puede amar. Lo dejó escrito Sigmund Freud.

Pues es totalmente incorrecto desde el punto de vista científico. La neurofisiología del amor romántico, que hoy día se conoce muy bien, se sobrepone a la neurofisiología del deseo. No nos enamoramos si no deseamos previamente.

¿Por qué decae entonces el anhelo sexual en una relación que se prolonga en el tiempo?

La razón fundamental responde a una cuestión muy biológica que depende de un núcleo cerebral. Concretamente, del llamado núcleo accumbens, que nos tiene predispuestos al cambio. Una tendencia al cambio que tiene una finalidad muy clara: la procreación.

La fidelidad en realidad va contra natura. Está bien saberlo.

Responde a valores que hemos desarrollado en nuestra evolución y nos distinguen como personas.

Antes bastaba con evocar un poco de lencería. No hablemos ya de Emmanuelle. ¿La erótica, en su acepción más griega, ha perdido su valor en estos tiempos?

La erótica no ha perdido valor, pero hay que cultivarla. Ahora abundan los estímulos pornográficos y eso hace que decrezca el erotismo, salvo que sea muy intenso.

¿Eso es un problema?

Es un problema tremendo que el 90% de los niños de diez años ya haya visionado pornografía. A partir de ahí, hablarle de lencería a alguien que ha visto orgías, tríos, gang bangs...pues resulta, diríamos, insuficiente.

Es decir, internet, como barra libre del porno, nos lleva al empobrecimiento emocional.

Sin duda. Un equipo de investigación sueco ya puso de manifiesto, en 2007, como había descendido el deseo en el país con mayor adicción al porno. Ese país es, precisamente, Suecia.

¿Sería deseable una autolimitación en el consumo?

Totalmente. Todas las cuestiones llevadas a un exceso son malas. Yo tengo pacientes que se tiran días enteros sin salir de casa, enganchados delante del ordenador.

Así está la industria del ramo, que nada en dinero. ¿El poderío económico es un problema?

La parte comercial del asunto se me escapa, la verdad. Pero hay una pregunta obvia: ¿Por qué se puede acceder tan fácilmente al porno de manera gratuita?

Entonces, ¿deberíamos echar de menos la moral sexual al más puro estilo eclesiástico?

En absoluto. La moral sexual al más puro estilo eclesiástico es la que llena las consultas de los sexólogos. Ese tipo de moral ha hecho una educastración a la libertad sexual. No ha promovido una sexualidad saludable.

¿Qué me dice del libro para alumnos de 3º de la ESO que propone la fidelidad como método anticonceptivo?

Pues raya en el ridículo más espantoso. Sobre todo, si tenemos en cuenta que un niño con 14 años, a lo que más aspira, es a tener relaciones sexuales. Y las va a tener, siempre que pueda.

¿Occidente ha perdido la ocasión de desarrollar una ars cultura alrededor del sexo como se ha hecho, por ejemplo, en Asia?

No estoy seguro de que la cosa en Asia se haya desarrollado mucho mejor. Lo que sí es cierto es que en Occidente, con los medios que tenemos, no se explica que no haya una educación sexual en la escuela y que la sexualidad no esté dentro del sistema sanitario. No hemos desarrollado ningún modelo sexual.

¿Esa falta de modelo nos lleva a una distorsión?

Diría que sí. Tenemos unas expectativas sexuales totalmente irracionales. Por ejemplo, la gente que llega y te dice: «Yo soy eyaculador precoz porque no tardo más de 15 minutos». Oiga, la media europea está en cuatro minutos. Pero claro, si uno pone una película porno y el individuo está penetrando. Pasa una hora y sigue penetrando...Pues la deducción que se hace es la de que yo no lo valgo para el sexo.

¿El porno como un reflejo en el laberinto de los espejos?

Cuando una chica y un chico tienen relaciones hoy día, el modelo que tienen es el del porno. Luego, la chica va a poner en su grupo de Whatsapp: «Luisito no vale porque tarda muy poco». Y Luisito ya no va a levantar cabeza nunca más.

¿El lenguaje influye en la sexualidad? No es lo mismo decir impotencia que disfunción eréctil. No hay unanimidad ni para nombrar a las partes íntimas.

El lenguaje influye en todo. La oreja es la oreja, la nariz es la nariz. Ahora, los genitales se nombran de mil maneras. Ya vamos mal porque se les da un rasgo diferencial.

¿Falla la comunicación entre las parejas?

Es la primera causa de conflicto entre las parejas: el vector pasión-intimidad. La base fundamental de la intimidad es la comunicación.

¿Por qué nos cuesta expresar nuestros deseos íntimos? Tócame aquí, esto me gusta, esto no€

Porque tendemos a inferir. Es decir, pensar qué pasa en la cabeza del otro y cómo le va a afectar. En vez de solicitar de forma afectiva lo que uno desea.

Uno podría pensar que hay más posibilidades que nunca. Llevar a cabo prácticas que antaño eran consideradas como pervertidas o enfermizas.

Siempre se han hecho las mismas prácticas sexuales. Lo que pasa es que no se podía comunicar. Por ejemplo, en Estados Unidos, la penetración anal estaba penada por ley.

Travestismo o sodomía, sólo por poner dos ejemplos. ¿Sigue habiendo fetichismos que se consideran un tema tabú?

Los tabús siempre van a existir para la gente sexofóbica. Aquella que entiende el sexo como una necesidad cuando surge o como una manera de tener niños.

¿Usted puede dar consejos para sacar la vida sexual de las parejas del aburrimiento?

Claro. Es parte de nuestro trabajo. Por ejemplo, ofrecer llamados programas de crecimiento erótico.

¿Algún ejemplo de una técnica concreta? Es para un amigo...

Hombre, las técnicas forman parte de un paquete completo de psicoterapia. Una técnica muy simple es leer literatura erótica. Están las técnicas de masaje o las técnicas que fomentan la capacidad de abandono, aprender a respirar...

Claro, así se explica que triunfe un libro como las Cincuenta Sombras de Grey.

También puede ser literatura clásica como El amante de Lady Chatterley de Lawrence o Elogio de la madrastra de Vargas Llosa. Eso sí que es literatura para la potenciación de la fantasía erótica.

¿Hubo algún momento en la historia que se pueda considerar como la época dorada para la sexualidad?

Pues que sepamos, no. Siempre se ha mitificado mucho la etapa medieval de Khajuraho. La zona de la India donde nace el Tantra. Pero quien disfrutaba de ello era la nobleza, a costa del sometimiento de la gente. O sea, el mito se desvanece. La mejor etapa sexual de la historia es la que tiene uno en la república independiente de su casa, cuando la intimidad es buena. Eso sí, no es una etapa continua.

¿Estamos a la puertas de alguna revolución sexual? No sé, por ejemplo, algo así como la neosexualidad del siglo XXI.

Puede que sí. Estamos entrando en la etapa relacionada con la aparatología. Todos los días se están desarrollando cosas. Desde bolas chinas hasta robots. A mí, personalmente, me da miedo.

¿Por qué?

Va a llegar un momento en el que, a lo mejor, uno se encuentra más cómodo sexualmente con uno mismo. Teniendo un robot al lado que me permita tener un sexo virtual mucho más potente que el sexo que pueda tener con una persona.

Eso no es una revolución, eso es una distopía.

Pues hay mucha gente investigando en ello. Y con unos resultados impresionantes. Hay huevos japoneses para la masturbación que dan un nivel de satisfacción impresionantes, simulando una penetración encabalgada.

¿Cómo influye el orden secular que marca occidente en la sexualidad? Houllebecq, en Sumisión, llega a sugerir que una islamización temporal podría despojar algunas riendas. Ahí está el hombre que sueña con estar con muchas mujeres a la vez.

Eso es una idea que está muy bien en el campo de la fantasía. La razón fundamental de los problemas sexuales está en lo que llamamos ansiedad de ejecución. A un hombre le cuesta quedar bien con una pareja. Quedar bien con 20 es sumamente complicado.

La prostitución. ¿Cree que se debería ilegalizar?

Es un tema que nunca he tenido claro. A nivel ideológico, yo, como Francisco Cabello, estoy totalmente en contra. Es una situación de humillación y cosificación para la mujer. A nivel técnico, sabemos que la prostitución cumple una función básica para las personas que no tienen acceso a la sexualidad.

La heterosexualidad se está homosexualizando. El Grinder dio el salto al Tinder.

La heterosexualidad está en un sitio y la homosexualidad está en otro. La orientación es una cosa dinámica, que no es estable. No es lo más común, pero uno puede cambiar de orientación. Yo creo que debemos dejar de darle trascendencia en general. Aunque ahora veamos mucha homosexualidad, la gente que se define como tal, no supera al cuatro por ciento.