Cada 25 de octubre se conmemora el nacimiento de Picasso. La celebración, en Málaga, se festeja con visitas al Museo que lleva su nombre, concentración ante la casa en que nació en la plaza de la Merced, reproducción del acta de bautismo que se conserva en la parroquia del Sagrario, alguna conferencia en una de las sedes culturales de la ciudad, actos en colegios públicos y privados para que los niños empiecen a conocer al malagueño más universal€

Sin embargo, la fecha de su fallecimiento -8 de abril de 1973- pasa en silencio. Este año, 2018, se cumplen cuarenta y cinco años del deceso. Esa fecha se pasa por alto, como se pasó por alto, por razones digamos políticas, su muerte y enterramiento en la localidad francesa de Mougins. Muy poco se publicó en la prensa española.

La presencia española en el entierro fue la de dos malagueños, uno de adopción, Miguel Alcobendas, que no era de Málaga pero que por su estancia en nuestra ciudad podía ser considerado como tal, y Francisco Ojeda Villarejo. El primero falleció no hace demasiado tiempo; Paco Ojeda sobrevive y a su amabilidad debo algunos datos de aquél precipitado viaje para llegar a tiempo a Mougins.

Fue la única representación malagueña en el último adiós del artista.

Alcobendas llamó por teléfono a Paco Ojeda, amigo y colaborador en la realización de una película que dedicada a la niñez de Picasso en Málaga estaban preparando. Eran las diez de la noche del día 8 de abril. Le dijo: Picasso ha muerto. ¿Qué hacemos? La respuesta de Ojeda fue: Lo único que podemos hacer es presentarnos allí, aunque no será fácil.

Efectivamente no resultó fácil la organización, viaje y presencia en Vauvenargue, donde Picasso residía en un castillo de su propiedad y donde había fallecido. La persona que hizo posible el complicado y urgente desplazamiento de la pareja fue el entonces presidente de la Diputación de Málaga, Francisco de la Torre Prados. Alcobendas, a la sazón, dirigía la revista Jábega y llevaba la dirección de la Sala de Exposiciones del organismo provincial.

Con la eficacia que le caracteriza, el hoy alcalde Málaga, gestionó la renovación del pasaporte caducado de Alcobendas y la adquisición de los billetes de avión Málaga, Madrid, Barcelona y Niza.

Diez horas después del óbito, los dos malagueños iniciaron el viaje no pudiendo llevar consigo un ramo de rosas rosas, flor favorita de Picasso, porque los kioskos de la Alameda estaban cerrados y ni en Madrid ni en Barcelona pudieron cumplir con el deseo de llevar flores de Málaga o España para depositarlo en la tumba del pintor. Al final las compraron en Cannes, con un lazo sobre el cual se podía leer en letras doradas «Málaga a Pablo Picasso».

Cuando llegaron al lugar tropezaron con una auténtica barrera de gendarmes que impedían el acceso. Recojo lo que Paco Ojeda escribió sobre lo que sucedió entonces: «Miguel explicó al que parecía ser el jefe, que habíamos llegado de Málaga con la única intención de llevarle unas rosas de su ciudad natal y que solo, pretendíamos que su viuda tuviera conocimiento de nuestra llegada. Las palabras de Miguel debieron convencer al gendarme, que volvió minutos después para pedirnos los pasaportes que demostraban nuestra llegada desde Málaga en el día anterior. Cuando regresó nos comunicó que excepcionalmente aceptaba las rosas, pero que solo uno de nosotros dos podía entrar en el recinto, un patio interior donde le recogerían las flores. Las únicas flores que entraron en el interior fueron las que Miguel llevaba. Jacqueline, viuda de Picasso, aceptó la presencia de Málaga en un momento en que llegaban ramos de flores de distintas partes del mundo. A pesar de todos los problemas e inconvenientes, unas rosas con la dedicatoria de Málaga, fueron las únicas flores que pudieron depositarse sobre la tumba de Pablo Ruiz Picasso».

El día que murió Picasso

El Ayuntamiento de Málaga, en su revista que lleva el nombre de la ciudad, publicó en septiembre de 1973 varios trabajos sobre el nacimiento y vida de Picasso (lo comenté en este periódico en octubre de 2016, destacando el espléndido trabajo firmado por Francisco Gallardo); en ese mismo número, se publicó sin firma un interesante artículo, titulado «Dos días de Málaga», un día, el 25 de octubre de 1881 (fecha del naciniento de Picasso), y el segundo, 8 de abril de 1973, fecha de su muerte.

El autor, en la primera parte, recogió las noticias más importantes que se registraron en Málaga el día en que nació Picasso. La segunda parte hizo lo propio, pero al contrario, o sea, recordar lo que sucedió en Málaga el día de su muerte, el 8 de abril de 1973.

Reproduzco algunas noticias o hechos producidos en Málaga en la fecha indicada.

«El 8 de abril fue un día casi de verano y el sol dio fuerte contra algunas nubes».

«En el aeropuerto, los altavoces advertían de llegadas y salidas: Copenhague, Dusseldorf, Dublín, París, Ginebra, Bruselas, Tánger, Ámsterdam, Frankfurt. Nueva York, Montreal, Londres€ A los viajeros procedentes de Londres, ese mismo día 8, se les exigió el certificado de vacunación antivariólica».

«Cuando el lunes abran los bancos, se pagará el franco a 12,50 pesetas; el marco 20,01; el dólar en billetes pequeños a 57,31€».

También ese día una pareja de jóvenes que viajaba en un automóvil se estrelló contra un autocar en la curva de la muerte en Torremolinos, falleciendo ambos; dio comienzo la gran final del I Trofeo de Ciclismo Infantil Costa del Sol; a las cinco de la tarde se celebró en la plaza de toros de Torremolinos un festejo taurino en el que participaron Álvaro Domecq, José Samuel Lupi y los hermanos Ángel y Rafael Peralta; el C.D. Málaga se enfrentó en La Rosaleda al Zaragoza. Roldán marcó dos goles en los seis primeros minutos del encuentro.

«Con unas y otras cosas, dice el artículo, apenas habría alguien ante los receptores cuando aquella tarde, Televisión Española interrumpió sus programas para anunciar la muerte de Pablo Picasso, abatido por un ataque al corazón».

De Picasso hay miles de historias y anécdotas. Muchas publicadas y otras desconocidas porque no trascendieron; sus autores no las hicieron públicas. Una de esas la conozco porque me la contó el propio interesado, don Baltasar Peña Hinojosa, que fue presidente de la Diputación Provincial y Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

Baltasar Peña era un enamorado de la pintura malagueña, y a lo largo de su larga existencia, adquirió cuadros firmados por artistas malagueños. En su casa del Paseo de Sancha, donde estuve una vez haciéndole una entrevista, tenía una gran colección de obras de casi todos los pintores malagueños de distintas épocas. Del único que no tenía era de Picasso.

Entre lo lienzos que poseía dos eran de José Ruiz Blasco, padre de Picasso. Decidió regalarle uno de ellos a su hijo, Pablo Ruiz Picasso. Se lo envió por correo o a través de una agencia especializada con una expresiva carta.

Ocurrió lo inesperado: Picasso no le contestó ni recogió el cuadro de la agencia que lo había enviado. El cuadro volvió a Baltasar.

Picasso era así. Tenía un carácter especial. Lo mismo acogía, como sucedió, a un grupo de jóvenes pintores nalagueños, como despreciaba a otros, como el caso citado.

Una historia más que agregar a las cientos o miles de anécdotas de este artista que revolucionó la pintura. Me acuerdo que un pintor malagueño, ante la versatilidad del maestro que lo mismo pintaba cuadros, dibujos, cerámicas.., dijo un día: Es que Picasso lo ha hecho todo y no ha dejado nada para los demás.

NOTA: Agradezco a Pilar García Millán la cesión de la histórica fotografía de Miguel Alcobendas con el ramo de flores antes de su entrega a la viuda de Picasso.