Las ciudades necesitan más medios y competencias para afrontar la migración. Ayer, en la segunda jornada de la Alianza Mundial de Ciudades, celebrada en el hotel Miramar, se puso la lupa encima de un fenómeno global que algunos alcaldes como el de Alhucemas (Marruecos) consideran «inevitable» y que, si se gestiona adecuadamente, podría tener un impacto positivo tanto en los países de acogida como de origen.

El reto, según se explicó, pasa por que la migración sea una elección de las personas y no una necesidad y los países de acogida vean en los inmigrantes una oportunidad ante problemas como la despoblación o la falta de empleados. En Alhucemas, ciudad de unos 50.000 habitantes, viven la inmigración en una doble vertiente: la interna, hacia Tánger, que está más desarrollada, y la que se dirige a Europa, en el mar de Alborán, donde se producen «tentativas catastróficas» y muchos naufragan en la travesía, explicó su alcalde, Mohamed Boudra. El también presidente de la red de municipios de Marruecos y copresidente de la Asamblea Regional y Local Euromediterránea (ARLEM) incidió en que la mitad de la población en África tiene menos de 20 años. «Seguro que Europa va a africanizarse. Por lo tanto, mejor prepararse y tener buenas políticas porque Europa va a necesitar esos jóvenes», afirmó.

Por su parte, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, abogó por dar respuesta al reto de la migración tanto en las ciudades de origen como de acogida, y defendió el papel de las ciudades al señalar que «estar a la altura de ese reto es tener los medios necesarios para abordarlo». Para De la Torre, el trabajo en las ciudades de origen es clave.