Vuelven las ideologías para las elecciones locales de 2019. El eje clásico sobre el que se han librado todas las batallas políticas en este país. Podemos acuñó en 2015 el término de «transversalidad» y empezó a soñar con la idea revolucionaria de seducir hasta a votantes del PP. Pero la evaporación de las ideologías siempre acaba igual: cuando las invocas de nuevo, te das cuenta de que en realidad nunca se habían ido y por el camino se ha cabreado todo el mundo. Algo así también ha pasado en Málaga, donde puede que sepas recitar de memoria la conferencia de Lenin sobre el Estado en la Universidad de Sverdlov y los de Málaga Ahora te llamen facha.

De esta manera se entiende mejor que el líder de IU en Málaga, Guzmán Ahumada, apelara la semana pasada a una confluencia a todas las fuerzas que se sitúan a «la izquierda del PSOE» y que al secretario general de los morados en la capital, Alberto Montero, esto le parezca una providencia política. Ocurre que el acercamiento deliberado entre IU y Podemos sirve para llegar a la conclusión de que la confluencia entre ambos en Málaga está expedita en el plano teórico, pero que puede dar grandes dolores de cabeza en el momento en el que toque extrapolar el «a la izquierda del PSOE» en una lista electoral. Porque hay circunstancias en las que prácticamente se hace imposible pensar en aunar a diferentes actores. Eso hace que, finalmente, la confluencia pueda quedar en una unión entre Podemos e IU a secas, con Málaga Ahora concurriendo por su propia cuenta. ¿Una izquierda a la izquierda del PSOE? Si hay algo en lo que coinciden todos es que ese posible fraccionamiento sólo acaba beneficiando, en última instancia, a un Francisco de la Torre que se ha marcado el objetivo de recuperar la mayoría absoluta que perdió en 2015. Pero los escollos son varios. Primero, están las fricciones personales que han surgido en los últimos años. Todos evocan la «humildad», pero el paso de la amistad a la enemistad se da en un suspiro. Donde hubo compañerismo ahora hay denuncias en los juzgados. Juan José Espinosa, ex de Málaga Ahora, es miembro de la comisión de confluencia de Podemos, el órgano encargado de embridar las aspiraciones de la formación morada en una hipotética alianza para 2019. Imaginarle junto a Ysabel Torralbo en una mesa de negociación avala la tesis de que estamos ante la segunda entrega de Ganemos Málaga, proyecto que se ideó bajo los mismos parámetros en 2015, y que acabó en un sonado fracaso. Las rencillas de entonces persisten, aunque hayan pasado más de tres años. Incluso es probable que se hayan acentuado. Miembros de IU y Málaga Ahora, que se cruzan casi a diario por los pasillos del Ayuntamiento, ya ni disimulan. «Son unos sectarios». Esa es la definición que impera entre la tradicional formación de izquierdas cuando se le interpelar por los de Torralbo. Al revés, la concepción que se tiene de IU es la de un grupo de camaradas que vive una realidad trasnochada de politburó y reuniones del comité central que ya no existe. Luego están los tiempos políticos, que también contrastan. Mientras que en Podemos e IU se han puesto las pilas para marcar el camino, Málaga Ahora va a empezar a analizar el terreno no antes del mes de mayo. Así lo aseguran fuentes del propio partido. Incluso se podría retrasar hasta después del verano.

«Cada partido tiene su propia dinámica y nosotros todavía tenemos que abrir este debate a nivel interno. Para nosotros lo más importante es la metodología y el código ético. Sólo si en ese debate se da el visto bueno, vamos a entablar esa confluencia», explica Rosa Galindo, insistiendo en que la decisión que se tomará será colectiva. Por último, el escollo del nombre. Pablo Iglesias, avalado por los inscritos, ha dejado claro que cualquier candidatura en la que vaya Podemos tiene que preservar el nombre de la formación morada. Que el cabeza de cartel de la hipotética candidatura salga de dentro es complicado. Emergen nombres de fuera que puedan aunar bajo un programa. Carlos Hernández Pezzi es uno de ellos.