En un aula próxima a la que lleva el nombre de Severo Ochoa, alumno del Gaona, el centenario instituto sigue mostrando a los alumnos uno de sus mayores tesoros: la maqueta de una corbeta de más de tres metros de eslora y 3,80 de altura, hasta el punto de que, para que cupiera toda la mastelería hubo que elevar el techo de la clase.

En 2015, del 6 de noviembre al 4 de diciembre, fue la gran estrella de la exposición Gaona y el Mar, previa restauración por parte de Joaquín Gallego, de Quibla Restaura. Concluida la exposición, se devolvieron los objetos náuticos cedidos de forma temporal y ahora, el objetivo es encontrar patrocinadores y donantes que completen la exposición y también el barco, conocido como San Telmo por ser la escuela para la que se construyó, pues no luce nombre alguno en el casco.

Centenares de futuros pilotos malagueños han aprendido en tierra firme nociones básicas de una embarcación a vela gracias a esta maqueta, de la que el historiador Víctor Manuel Heredia, cuenta que hay constancia documental desde 1792. En concreto, un recibo del 30 de enero de ese año informa del «mandado» o traslado del navío, del que fue su autor el profesor de maniobras Antonio de Ocaña.

Desde entonces formó parte de la Real Escuela Náutica de San Telmo, en el antiguo colegio de los jesuitas de calle Compañía, hasta que en 1847, suprimidas las enseñanzas náuticas, la formación pasa al Instituto Gaona. Ahí seguirá la corbeta sirviendo a su propósito hasta 1924, con un pequeño intervalo de diez años en los últimos tiempos de Isabel II, cuando regrese a calle Compañía. En 1924 se suprimen a nivel nacional algunos centros, incluido el de Málaga.

A partir de entonces el barco se sumergió en el olvido de un semisótano del Gaona, hasta que fue recuperado en 1981 y tuvo una primera restauración. Como recuerda Víctor Heredia, en 1998 el Ayuntamiento vuelve a restaurarlo y decide mostrarlo en el Castillo de Gibralfaro: «Tuvo una visibilidad mayor pero el problema es que no estaba arbolado, no cabía y parecía un bote y pasaba desapercibido», comenta.

Velas, mascarón y maquetas

Devuelto a las aguas del Gaona en 2015, Julia del Pino, directora del instituto, recuerda que el aula donde se encuentra «es un aula didáctica para el alumnado, aprenden historia de la antigua escuela y es un recurso más que tenemos y que queremos mantener. Faltan pequeños detalles para que el aula sea lo que fue en su día la exposición, y la completaremos poco a poco».

Entre los elementos que faltan, algunas partes de la arboladura del San Telmo como los mastelerillos, cuenta Víctor Manuel Heredia, y también las velas, de la que solo se conserva una original, enmarcada en una pared del aula.

En este sentido, el historiador recalca que con la ayuda de un patrocinador se podrían encargar las velas, para que la corbeta tuviera toda la prestancia de la única foto de la embarcación en activo que se conoce, con las velas desplegadas y rodeada de profesores. «No creemos que sea caro, en Málaga hay empresas especializadas y el material no tiene que ser especial, pues el propósito es meramente expositivo», recalca.

También señala que quedan restos de unas garras de lo que podría ser el mascarón de proa, posiblemente un león: «Los buques españoles de la época normalmente tenían un león como mascarón de proa», informa.

Otro objetivo es completar el aula con donaciones de pequeñas maquetas de barcos contemporáneos de la época en la que la San Telmo estuvo en activo enseñando a futuros marinos, desde finales del XVIII a los años 20 del siglo XX. «Dadas las características del centro, no tienen que ser maquetas antiguas pero sí ilustrativas para ver el modelo de barco de la época», indica.

El centro completaría el aula con reproducciones de su prolija documentación, incluidas preciosas cartas náuticas. Por otro lado, prepara para el aula un gran panel y ya exhibe el arca de tres llaves de la escuela náutica del XVIII, además de un par de maquetas donadas por Antonio Lara, libros de texto antiguos y mapas.

La meta es que el aula pueda ser visitable bajo demanda «por centros escolares o grupos». De paso, señala el historiador, además de mostrar este «patrimonio histórico educativo» se reivindica algo perdido para una ciudad al borde del mar de la importancia de Málaga: la enseñanza náutica.