La Málaga rural se desangra. Se muere a base de perder población y, por lo tanto, servicios muy básicos. Sin habitantes no hay posibilidad alguna de invertir una tendencia: la pérdida de aulas escolares, entidades bancarias o comercios. En los últimos días la voz de alerta la han puesto los mismos dirigentes públicos, tanto del PP como del PSOE, que durante décadas han estado al frente de distintas instituciones.

Pero también han querido pronunciarse los protagonistas directos de este drama, alcaldes de los propios pueblos que ven cómo la juventud opta por abandonar sus territorios de origen para buscar en las grandes urbes costeras oportunidades que en sus municipios cada vez son más remotas. Genalguacil, Jubrique y Benarrabá, en la Serranía de Ronda, y localidades como Canillas de Aceituno, Salares y Alfarnate, en la comarca de la Axarquía, han sufrido la pérdida del 23% al 35% de su población en los últimos 20 años.

Los datos son bastante rotundos, en una provincia con casi un tercio de sus municipios que no llegan al millar de habitantes. En las dos últimas décadas hasta 43 municipios han perdido población, como destaca un informe del grupo socialista en la Diputación. En términos absolutos, la comarca rondeña perdió el 1,33% de su cuota poblacional y la brecha entre interior y litoral no deja de agrandarse. Porque si los grandes municipios costeros crecieron de media en 20 años un 45,98%, en los del interior, de menos de 20.000 habitantes, el aumento se redujo al 16,88%.Los pueblos que más pierden

La tabla de despoblación la lidera Genalgaucil, con un 35% menos de habitantes que hace dos décadas. Se sitúa por delante de Jubrique (32%), Canillas de Aceituno (28%), Salares (26%), Benarrabá (26%), Cañete la Real (25,5%), Algatocín (23%), Alfarnate (23%), Cuevas del Becerro (21%) y Faraján (21%). La lista varía poco si nos ceñimos a la última década. En este caso pasa a encabezar la pérdida Canillas de Aceituno, en la Alta Axarquía, con el 28,42% menos de habitantes. Entran Igualeja, en quinta posición, con un 23,12% menos, y Gaucín, con un 18,40%. Salen de esos diez primeros puestos, sin embargo, tanto Benarrabá como Algatocín.

El alcalde de Alfarnate, el socialista Salvador Urdiales, se queja de que el PSOE pida medidas a la Diputación, el PP a la Junta de Andalucía y la propia Junta, al Gobierno central. «Mientras tanto a nosotros, pequeños pueblos, nos da igual de dónde puedan llegar las medidas y ayudas que nos permitan evitar perder población». Es decir, menos debate institucional, más lealtad de unas a otras instituciones, y línea de trabajo común, «como se trata cualquier otro tema de Estado, con esfuerzo y consenso».

El regidor de Genalguacil, el también socialista Miguel Ángel Herrera, abunda en este aspecto: «Que en todos los casos se esfuercen en pedir menos y que hagan más. Es lo que queremos los pequeños municipios», confiesa.

En el caso del alcalde de Yunquera y presidente del Ágora Rural del PP de Málaga, José Antonio Víquez, su análisis parte de que el 74% de los municipios malagueños tienen menos de 5.000 habitantes. «En los últimos años hasta 56 municipios malagueños han perdido población, por lo que desde el Ágora Rural queremos proponer una serie de iniciativas que den un impulso al interior, que no es solo ganadería y agricultura», manifiesta.

Pide como representante del PP que la Junta desbloquee los PGOU y frene la nueva normativa urbanística en la que se trabaja, «porque supondría la desaparición de los pueblos pequeños». Insiste en que las diputaciones puedan trabajar «sin ambages, porque son claves para los pequeños pueblos». Y añade que es importante «impulsar energías limpias y fomentar una industrialización sostenible».

El regidor de Yunquera también exige en nombre de su organización «una fiscalidad positiva para empresas y autónomos de municipios de menos de 5.000 habitantes, que mantienen su actividad casi como un acto de supervivencia. Son héroes», indica. Pero incluso plantea «impuestos cero» las operaciones que supongan la compra de una primera vivienda y el empadronamiento en el municipio; o el apoyo a la natalidad, incentivos para la conciliación y para la fidelización de médicos y pediatras en los pequeños pueblos.

El alcalde de Alfarnatejo, el socialista Antonio Benítez, cuando escucha a los regidores del PP les pregunta por qué no le piden a la Diputación que también ponga medidas: «Desde que llegó Bendodo se ha hecho todo lo posible para que los pueblos chicos desaparezcamos», denuncia.

En el interior de la provincia se oyen voces críticas contra los dirigentes de uno y otro color político, como en este caso. Pero en general se insta a que las administraciones busquen líneas comunes, esos acuerdos que supongan «remar de manera conjunta» ante una problemática que viene de lejos. Los que se alinean en un frente común y decidido recuerdan que la Málaga rural, con las cifras en la mano, no está tan lejos de otros territorios españoles que se comparan ya con la misma Laponia. Confían en que aún se esté a tiempo de cortar aquí tal sangría.