El pasado 20 de marzo, la Sociedad Erasmiana de Málaga programaba una conferencia del teniente coronel del Ejército de Tierra, Pedro Luis Pérez Frías, sobre el barrio obrero América, probablemente desconocido para la mayoría de los malagueños.

Hace 22 años, la revista Isla de Arriarán ya publicó un completo trabajo de María del Carmen Díaz Roldán sobre esta barriada, de la que el callejero de 1939 informaba de que algunas de sus calles lindaban con el pleno campo. Sus primeros habitantes, sin duda vivieron en lo que entonces era el extrarradio de la ciudad, muy cerca del arroyo del Cuarto y el Camino de Antequera, en un entorno de huertas.

Y aunque muchos malagueños recuerdan el nacimiento de la barriada de García Grana, construida para acoger a los vecinos que perdieron sus chabolas durante el desbordamiento del arroyo del Cuarto en 1958, lo cierto es que hubo un precedente medio siglo antes muy parecido que pocos recuerdan.

Porque la terrible riada del 24 de septiembre de 1907 que transformó el Guadalmedina en un torrente salvaje desbordado por las calles, dejó sin viviendas a muchos malagueños y acabó con una veintena de vidas.

La solidaridad internacional fue muy efectiva porque, por ejemplo, se recibieron importantes cantidades del colectivo de dependientes de La Habana y de la colonia española en Buenos Aires. El Ayuntamiento, en agradecimiento, puso el nombre de República Argentina a uno de las calles del Limonar.

Pero el gran empuje vino de uno de los principales diarios de la capital argentina, La Prensa, todavía hoy en activo. Su director, Ezequiel Paz, hijo del fundador del periódico, encabezó una suscripción de 1.000 pesetas que alcanzaría las 56.900 pesetas, dirigida a la construcción de un barrio obrero en Málaga que aliviara los efectos de la tragedia.

Como informa María del Carmen Díaz Roldán en su trabajo, el diario llegó a constituir una comisión, que en 1910 trasladó su deseo de levantar el barrio al alcalde de Málaga, Ricardo Albert Pomata, una vez que en nuestra ciudad se constituyera un patronato.

Esta junta de patronato, con la coordinación de Pedro Gómez Chaix, que por entonces, además de concejal presidía la Sociedad Económica de Amigos del País, se formó con la participación de miembros del Ayuntamiento, la Sociedad Económica, el Colegio de Médicos, el Colegio de Abogados, la Asociación Local de la Prensa, sociedades obreras, el cónsul de Argentina y el arquitecto Fernando Guerrero Strachan.

En 1911 el Consistorio autorizó al patronato la construcción de «cuatro grupos de fincas» en terrenos de este organismo en el lagar del Haza del Alcaide, con proyecto y dirección de Guerrero Strachan.

A últimos de diciembre de ese año, el Consistorio acordó ponerle el nombre de América al barrio, cuya calle central llevaría el nombre de La Prensa, en reconocimiento al diario argentino, mientras que también tendría una plaza Buenos Aires y dos calles laterales recibirían los nombres de Tampa y Honduras.

Dos calles más

Finalmente, el barrio tendría dos calles más: América y Buenos Aires (calle, no plaza), hoy desaparecidas.

Las obras empezaron en 1912. América se fue dotando de aceras, empedrado, alumbrado y para recoger las aguas se colocaron 290 metros de tubería hasta el vecino arroyo del Cuarto. Y por supuesto, también tuvo su propia fuente.

En cualquier caso, como destaca Maria del Carmen Díaz Roldán en su estudio, la construcción fue el reflejo de un presupuesto austero que levantó casas mata clásicas de una planta, al tiempo que los servicios fueron llegando con cuentagotas: el agua en 1913, a finales de 1915 los vecinos todavía no tenían alumbrado y en 1918 solicitaron el alcantarillado.

Los vecinos, por cierto, pagaban alquileres sociales a este patronato que dejó de ingresarlos a finales de 1925, cuandos las viviendas pasaron a propiedad de los inquilinos.

Hacia 1975 todavía se conservaba toda la trama en el callejero pero el desarrollo de Málaga y la falta de interés por preservar este trozo de la ciudad tan ligado a la riada de 1907 han hecho que sólo sobrevivan tres de las cinco calles.

En cuanto a las casas mata, si en 1996 todavía quedaba un número apreciable, en la actualidad sólo quedan cinco, por supuesto sin ninguna protección urbanística.

A partir de 1941 el barrio obrero tendría como vecina otra barriada nacida de la planificación social: Haza de Cuevas o Nuestra Señora de la Victoria, esta sí, con protección urbanística como conjunto, construida en los terrenos de Lázaro Cuevas.

Las huertas del pasado fueron dejando espacio a las urbanizaciones.

En el repaso a la riada de 1907 suelen mencionarse los rótulos que, como el de una vivienda de Ciudad Jardín (calle Emilio Thuillier, 120) o en el interior de la parroquia de San Juan señalan la altura que alcanzaron las aguas. Lo poco que queda del barrio obrero América es también vestigio de esa tragedia.