Una soga al cuello. Un tiro al pie. Una patada a la escalera que conduce al olimpo. Un sinsentido en una provincia que vive por y del turismo. En Málaga y en la Costa del Sol, una noticia como el cierre de la Escuela de Hostelería Bellamar, la más antigua de la provincia, con 50 años de trayectoria, adquiere la categoría de un epitafio que se escribe en grandes letras de molde y con la tinta de un fracaso colectivo. Los semblantes de todos los profesionales del turismo que conocen al dedillo el mercado se vuelven pálidos al diseccionar la evolución que está tomando la formación profesional en el sector turístico. Cuando todos coinciden en que la supervivencia pasa única y exclusivamente por la calidad. El presidente de Aehcos, Luis Callejón, resume el actual panorama con una frase lapidaria: «La mejor formación del mundo en turismo debería estar en la Costa del Sol». Ergo, los sucesivos vaivenes que han vivido las diferentes escuelas de hostelería en la provincia se intuyen como una patada a la espinilla y ofrecen dudas sobre los diferentes tipos de gestión. La crisis en La Cónsula, el cierre del CIO Mijas, el rejón de muerte a la Escuela de Hostelería Bellamar y los problemas acumulados en La Fonda obligan a formular una serie de preguntas. ¿Es bueno que la financiación de estos centros dependa sólo del sistema público? ¿Cuánto daño hace la guerrilla camuflada entre instituciones de distinto signo político? ¿No es irresponsable ceder la formación turística a escuelas privadas que cobran la matrícula a 50.000 euros y convierten las posibilidades de entrar en un sector que emplea a 80.000 personas en la provincia en un coto cerrado?

La Cónsula ejerce como caso paradigmático para una primera aproximación. Un centro de referencia, capitaneado por profesionales de gran prestigio, que, dotado de suficiencia económica por la Junta de Andalucía como captadora de fondos europeos, empieza a dar unos resultados formidables. Una carrera meteórica bajo la batuta de su director, Rafael de la Fuente, que dejó una cascada de estrellas Michelín surgida en un plazo casi de récord. Dani García, José Carlos García o Diego Gallegos son sólo algunos de los nombres que aprovecharon el mejor trampolín con el que entonces soñaban todos. La demanda superaba con creces las plazas disponibles y cada curso la lista de espera era más larga que el anterior. Pero no sólo cocineros. Algunos de los jefes de sala que ahora están al mando de los comedores más prestigiosos, aprendieron el oficio en el antiguo caserón de Churriana. «Nos los rifábamos», rememora Callejón lo que entonces era una certificación de garantía. Un pasaporte seguro para sellar la entrada en el mundo laboral. «La formación es básica. Lo que ha pasado en La Cónsula o tener cerrada una instalación como el CIO Mijas, que nos ha costado una millonada a todos, no hace más que probar el deterioro al que las instituciones someten al sector del turismo», se lamenta el máximo responsable de la patronal de hoteleros en la Costa del Sol.

Que la financiación exclusivamente pública podía parecerse mucho a construir un castillo de naipes en zona de ventisca, se demostró con la llegada de la crisis económica y el comienzo de las estrecheces presupuestarias por parte de las instituciones. Aunque, en el caso de La Cónsula, idem al de La Fonda, el lío de los ERE y los cursos de formación que ahora tienen sentados en el banquillo a muchos responsables públicos de entonces, iba a provocar una hecatombe. Cuando los primeros cantos de sirena llegaron hasta Bruselas, los espadachines tecnócratas de la Unión Europea cerraron el grifo de los euros ante las dudas por supuestos casos de corrupción. Al depender exclusivamente de estos fondos, La Cónsula y La Fonda entraron en barrena. Empezaron los impagos a los profesores. Las facturas se acumulaban y los proveedores pasaron a estos centros a su lista negra. De la Fuente, síntesis en sí mismo del ascenso de la Costa del Sol, poco amigo del autobombo, aborda lo ocurrido con traje de diplomático: «La Cónsula fue una historia de éxito porque reunió a una serie de profesionales excelentes que supieron trasladar todo su conocimiento a los alumnos. Teníamos los recursos económicos y la sabiduría. Entonces, empezaron a surgir unos problemillas en la Junta de Andalucía y la cosa empezó a ir mal».

«Problemillas», entiéndase como falta de liquidez. Para descabalar una situación insostenible, tras varios cursos de incertidumbre, la Junta decide incluir a La Cónsula y a La Fonda en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE). Una medida que ha devuelto cierta estabilidad a estos centros. Se ha puesto fin a los impagos en las nóminas y los proveedores vuelven a cobrar. El restaurante de La Cónsula, sin embargo, antaño principal campo de pruebas para los cocineros y camarero de sala, sigue sin abrir.

El presidente de la Academia Gastronómica de Málaga, Manuel Tornay, reivindica a las escuelas de hostelería como artífices de un salto cuantitativo y cualitativo en el nivel de los restaurantes de la provincia y pide una estrategia común entre todas las instituciones. «El problema es que, al final, la confrontación entre instituciones hace que el desgaste lo sufran las escuelas de hostelería. Ahí está el CIO Mijas, que ha servido para tirarse los trastos los unos a los otros», expone, además de recordar que «un camarero bien formado tiene garantizado al 100 por 100 que va a trabajar». «Ahora está de moda ser cocinero. Salen en la televisión y nos bombardean con programas, pero yo reivindico la figura del camarero de sala», añade. En la misma línea se expresa el director del AC Málaga Palacio, Jorge González, que describe al camarero de sala como el principal portavoz del establecimiento: «Hay sitios preciosos que son un desastre porque carecen de un servicio profesional. Hay que dignificar a la figura del camarero». González insiste en que hay una «diferencia brutal» entre alguien que viene de la calle y alguien que viene formado por una escuela de hostelería. «Yo he trabajado con personal que ha salido de la Escuela de Bellamar y son profesionales estupendos», reseña González que su cierre le resulta del todo «incomprensible». «Suena a manido, pero se trata de sentido común. Si ahora mismo la principal fuente de la Costa del Sol es el turismo, no nos podemos permitir cerrar escuelas de hostelería», sentencia.

El cierre de la Escuela de Bellamar es un ejemplo de que los problemas no entienden de institución. Si antes la lupa estaba puesta en la Junta de Andalucía, ahora hay que mirar al Gobierno central, que confirmó su cierre tras no encontrar una nueva ubicación, ahora que el arrendamiento del inmueble finaliza el próximo 31 de julio. Gonzalo Fuentes, responsable sindical del Turismo en CCOO, describe el cierre como «un auténtico desastre». «Es una tragedia, una noticia muy negativa. Esta escuela cumplía con un papel de reinserción social fundamental», recuerda que Bellamar servía también para reciclar a personas mayores y darles formación para entrar en el mercado laboral. «Aquí todo el mundo habla del turismo pero luego se considera a la formación como un coste», lamenta. Alguien ha puesto sobre la mesa la posibilidad de su traslado al CIO Mijas. Sería darle utilidad a una inversión de 14 millones y a un edificio que permanece varios años vacío. Exigiría, eso sí, poner de acuerdo a la Junta de Andalucía y al Gobierno Central.

La solución para la supervivencia de las escuelas pasa, quizá, por una vía a la que apunta el director del Room Mate Larios, Borja Barrios: «Las escuelas no pueden depender exclusivamente de dinero público. Tienen que abrirse a la entrada de capital privado».La Cónsula, la joya de la corona que no brilla

Fundada un 22 de diciembre de 1993, alcanza su máxima gloria bajo la dirección de Rafael de la Fuente, que venía de capitanear el mítico Hotel Don Carlos en Marbella. De la Fuente, director de La Cónsula entre 1994 hasta 2006, recluta a los mejores profesionales de la provincia. Los resultados llegan y la cascada de estrellas Michelin catapulta la fama del centro. Después de sus horas más negras, una vez integrada en el SAE, lucha por recobrar el prestigio perdido.

La Fonda

La Escuela de Hostelería de Benalmádena, LaFonda, funciona desde 1993. Su trayectoria, aunque menos mediática que la de La Cónsula, guarda muchas similitudes. Una vez que dejó de llegar el dinero de la Unión Europea, pasó por un gran periodo de incertidumbre. Cursos cogidos con alfileres, facturas sin pagar, nóminas de los trabajadores acumulados...Después de ingresar en el SAE, la estabilidad ha vuelto a La Fonda. El equipo docente está integrado por expertos cocineros y maîtres. Destaca en la formación en los idiomas. En el orden de preferencias, está detrás de La Cónsula.

Hotel Escuela Convento de Santo Domingo

Un elemento singular que distingue a este centro de otros es su pertenencia a la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía. Un hecho que le ha otorgado una estabilidad de la que no han gozado otros centros. Antonio Carrillo, su actual director, trabajó muchos años en La Cónsula. «Es una persona con una capacidad de aprendizaje enorme», destaca sobre él el exdirector de La Cónsula, Rafael de la Fuente. Resalta, además, el alto grado de utilidad social de esta escuela.

Hotel escuela Bellamar

La Escuela de Hostelería y Turismo Bellamar cerrará sus puertas en Marbella el 31 de julio. Tras cerca de 50 años de servicio, el centro de formación dejará de prestar servicio después de que la empresa propietaria del inmueble que lo alberga anunciase que resolverá el contrato de arrendamiento, según admite el Gobierno central. Depende directamente del Ministerio de Empleo y se ha hablado de la posibilidad de trasladar el centro a las instalaciones del CIO Mijas. El hotel escuela Bellamar entró en funcionamiento en 1969 y ofrece cursos de restauración, sumillería y recepción.

CIO Mijas

Símbolo del desastre en la gestión de las escuelas de hostelería. Pertenecía a la Junta de Andalucía (80%) y al Ayuntamiento de Mijas (20%). Hasta 2013, recibía una subvención de 2,1 millones de euros por parte de la Junta de Andalucía. En 2017 se formaliza la cesión de activos y pasivos al SAE. Un hecho que no ha servido, sin embargo, para que retome su actividad. Las aulas están cerradas y el edificio, que costó unos 14 millones de euros, se ha deteriorado.