La ciudad perfecta no existe. El quinto informe del IESE Cities in Motion (ICIM), que mide la sostenibilidad y calidad de vida de 165 urbes de 80 países, sitúa a Málaga en el puesto 89 de las ciudades más inteligentes del mundo, descendiendo 38 puestos en comparación con el mismo informe publicado en 2017. En el ránking hecho público ayer, Málaga pierde competitividad incluso en relación con las otras grandes capitales de España, ya que ahora están por encima de Málaga cuatro ciudades: Madrid, en el puesto 25; Barcelona, en el 26; Valencia, en el 63, y Sevilla, que se sitúa en el puesto 85. Sin embargo hace tres años, Málaga, tras Madrid y Barcelona, era la ciudad española mejor valorada, escalando hasta el puesto 51 del mundo y mejorando incluso en tres posiciones los resultados obtenidos en el período 2014-2016.

El ranking, elaborado anualmente por el Centro de Globalización y Estrategia del IESE bajo la dirección de los profesores Pascual Berrone y Joan Enric Ricart, analiza el nivel de desarrollo de 165 ciudades de 80 países en nueve dimensiones consideradas clave para su progreso: economía, capital humano, cohesión social, medio ambiente, gobernanza, planificación urbana, proyección internacional, tecnología y movilidad y transporte. Un documento que, en definitiva, pretende ser una herramienta para las ciudades que quieran identificar sus puntos de mejora.

En el caso de Málaga, el informe de 2018 da la peor nota al capital humano (puesto 107 del mundo) y a la situación de la economía (puesto 123 mundial). Sin embargo, las fortalezas de la ciudad son la movilidad y el transporte (27) y la cohesión social (51). La puntuación que obtiene la capital en cuanto a gobernanza la sitúa como la 85 ciudad del mundo; en planificación urbana obtiene el puesto 83; en implantación y uso de tecnologías se sitúa en el puesto 87; en medio ambiente, en el 89; mientras que la proyección internacional de la ciudad la coloca como la 99 del mundo, por detrás de Madrid, Barcelona e incluso Sevilla.

Precisamente en este capítulo es notable el retroceso que ha sufrido, según este informe, la capital en relación a la nota obtenida en 2017. Mientras que el pasado año la capital estaba considerada como la décimo tercera con mejor proyección internacional, ahora desciende hasta la posición 99 pese a que numerosas revistas y periódicos internacionales la consideran como una de las ciudades con mayor proyección. De hecho, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en julio de 2017 usó los resultados de este informe para destacar la «proyección internacional de Málaga» como elemento central de su discurso cuando realizó el balance de dos años de gestión municipal al frente del Ayuntamiento. De la Torre destacaba que ese informe situaba a Málaga como la segunda de España en proyección internacional, «por detrás de Barcelona y delante de Madrid» y la décimo tercera del mundo. «Algo que tan solo hace unos años era impensable», mantenía entonces el alcalde, que añadía que «sin ser una gran metrópolis, somo una ciudad que ha hecho bien las cosas en los últimos años y ha sabido transmitir avances que son reales en materia cultura, tecnológica o social».

En el capítulo de proyección internacional, este año Málaga se ve superada por Madrid, Barcelona, Sevilla y Palma de Mallorca, un posición que colisiona, quizás con la realidad de la ciudad, que es reconocida en foros internacionales por su apuesta en materia de innovación tecnológica (Foro Transfiere o el Polo de Contenidos Digitales); también por su política en materia cultural con la apertura hace años del Centro Pompidou y del Museo de Arte Ruso o por la proyección del Festival de Cine en Español que se proyecta ahora también a Iberoamérica.

Precisamente, la pasada semana el Ayuntamiento de Málaga presentó un plan estratégico con el horizonte puesto en 2022 que plantea 204 proyectos con un presupuesto de 155 millones de euros para afianzar la capital como ciudad innovadora a través de actuaciones en materia de energía, movilidad, infraestructuras y servicios al ciudadano.

Así, en el plazo de cinco años se pretenden implementar proyectos como ampliación de la videovigilancia, la extensión de la tecnología led hasta abarcar el 90 por ciento de la ciudad o la colocación de instalaciones fotovoltaicas en edificios municipales. Otras iniciativas aspiran a diseñar una nueva planta piloto de residuos, ante la previsión de que la actual de Los Ruices se quede pequeña en el plazo de cinco a siete años, o la puesta en marcha de un robot que limpia debajo de los coches y deposita la suciedad en el centro de la calle, donde pasa la barredora.