Los hermanos masones y el público asistente se ponen de pie mientras, a los sones de una flauta barroca, en la sala de un moderno hotel, en el remozado barrio de El Bulto, entra el venerable maestro de la Logia PitágorasLogia Pitágoras. «Gracias, tomad asiento hermanos y hermanas mías; señoras y señores», señala.

El venerable maestro, de nombre simbólico Diderot, preside la mesa, rodeado de símbolos masónicos, con la sombra de una plomada que cuelga del techo sobre una pantalla de proyección.

26 personas forman en la actualidad la Respetable Logia Simbólica Pitágoras, creada en 2013, que recibe el nombre de una logia malagueña de la II República, la mayoría de cuyos miembros terminó fusilada a manos del bando franquista. La sede se encuentra en un piso del Centro.

Ayer se celebró en el hotel, durante un par de horas, una tenida blanca abierta, una suerte de jornada de puertas abiertas por invitación, para dar a conocer a los profanos, unas 30 personas, qué es la masonería, de ningún modo una secta o sociedad secreta aunque sí, discreta.

El público fue recibido en una sala anterior, con una pequeña muestra de objetos masónicos, en la mayor parte mandiles de aprendiz, de maestro y de los distintos grados de las dos grandes ramas en que se divide la masonería: la inglesa y la francesa. La Logia Pitágoras pertenece a la rama francesa, llamada el Gran Oriente de Francia.

En una esquina de esta sala se representó la habitación oscura en la que el futuro masón entra a meditar sobre su ser, también repleta de símbolos y frases como «Si tienes apego a las distinciones humanas sal, que aquí no se conocen».

Muestra el cubículo Lugalo, toda una autoridad en la masonería andaluza, responsable de la puesta en marcha de varias logias y que ocupa el puesto de segundo vigilante o formador de aprendices en la Logia Pitágoras,

De voz calmada, cree que a la masonería «hay que desmontarla de tanto mito, tanta leyenda, tanto misterio y tanta tontería. Somos gente normal y corriente con una serie de necesidades que nos cubre la masonería», cuenta a La Opinión.

Será Lugalo quien imparta la charla central del acto, después de que Helios, el hermano orador, haga una breve presentación de su trayectoria.

En la conferencia detalla que la masonería es «una institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva que tiene como objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad» y por principios «la tolerancia mutua, el respeto a los demás y a uno mismo y la libertad de conciencia».

Esta rama de la masonería omite la exigencia de creer en un ser superior, pero sus miembros pueden ser tanto ateos como agnósticos o creyentes. En sus reuniones no se habla ni de religión ni de política, aunque sí se debate sobre aspectos sociales y políticos no partidistas.

Lugalo recalca que entre sus miembros hay hombres y mujeres de las más variadas profesiones: «Abogados, jardineros, médicos, dependientes, gestores culturales, jubilados, parados, funcionarios, bomberos, mecánicos...». «En la logia nos encontramos con la persona que tenemos enfrente y no con el personaje», resalta. Y entre sus actividades, la formación personal, debates, análisis y escritos de los asuntos más variados: Derechos humanos, laicismo, bioética, medio ambiente, el futuro de la tecnología...

En resumen, «un espacio para la libertad de conciencia y la pluraridad, una hermandad entre iguales y un rito que cubre las necesidades espirituales del hombre actual».

En el turno de preguntas del público Lugalo precisa que «en nuestro propio progreso personal estamos mejorando nuestro entorno, aparte de que trabajemos en temas sociales».

El venerable maestro cierra la tenida blanca abierta con sendas frases de María Zambrano y Corto Maltés.

Los masones, poco tienen que ver con la leyenda negra forjada por Franco, quien, por cierto, en dos ocasiones intentó ser masón.