Algo ha cambiado de manera súbita. De repente, da la impresión de que todo el mundo reserva su alojamiento para las vacaciones a través de portales como Airbnb, Wimdu, o Housetrip. Eso, por nombrar los más conocidos. Son plataformas que sirven para que personas individuales pongan a disposición sus propiedades, casi siempre segundas viviendas, y obtengan una rentabilidad a través del alquiler turístico. Pisos, apartamentos o dúplex. En el corazón de la ciudad, en pleno centro, para iniciar la exploración arquitectónica sin grandes rodeos. O a 100 metros de la playa, con vistas al mar, para los que no buscan otra cosa que el baño y chiringuito. Un apartamento con un salón, cocina, un dormitorio con cama de matrimonio y un sofá cama en la calle Císter por 90 euros la noche. Y eso, en la primera quincena de agosto, temporada alta, cuando los precios acostumbran a subir como la espuma. Un viaje de 100 kilómetros más tarde, en Marbella, la tónica es parecida. Estudio coqueto de 35 metros cuadrados con vistas al mar por 79 euros la noche. Eso, en una urbanización con piscina y salida directa al paseo marítimo y al Puerto Deportivo. A cinco minutos, según Google Maps, del Centro Histórico, y con unas características que se repiten en casi todos los anuncios: cama de matrimonio y sofá cama. O sea, con espacio para dos adultos y un niño siempre que no haya de por medio aspiraciones de dormir en horizontal.

Airbnb suena a moderno, pero si uno hace uso de memoria, se dará cuenta de que el mercado del alojamiento privado siempre ha existido y que ha convivido en paralelo con el alojamiento hotelero. Ahí está ese piso que alquilaba el padre cada mes de agosto en Torre del Mar, y que volvía a apalabrar para el año siguiente. O ese portero de confianza que avisaba si un piso quedaba libre la finca que tanto le llegó a gustar a la abuela. ¿Qué ha cambiado entonces para que se le haya dado una nueva vuelca de tuerca que ha puesto al mercado del revés y a los hoteleros tradicionales en pie de guerra? Un resumen que puede sonar algo simplista pero que contiene la clave, podría ser el siguiente: antes había Pryca y ahora hay internet.

La conexión y el ordenador lo es todo. Con internet y las ya mencionadas plataformas, ahora es posible unir a caseros y viajeros a pesar de que les separen grandes distancias. No importa que el que venga a pasar unos días en Torremolinos sea de Villanueva del Trabuco o de Boston. De repente, es posible que el dueño de un piso trace de manera fácil y rápida un perfil de su alojamiento y le haga publicidad con texto e imágenes. Los turistas y visitantes de mañana, incluso, disponen de un amplio abanico en el que elegir y de un contacto directo con el propietario. Si place, unos cuantos clicks, y la reserva se hace sin grandes complicaciones. Los testimonios que dejan los que ya pasaron por el alojamiento sirven como criterio de referencia.

Más individual, más auténtico y, por encima de todo, más barato. Que la mediación de viviendas privadas a través de internet esté en pleno boom también tiene mucho que ver con el axioma de la nueva economía que ha surgido al calor de internet. «Sharing is caring» reza el mantra en inglés. «Tener es compartir». Para muchas personas, sobre todo las afines al ordenador, se trata de algo así como un nuevo espíritu de la época. Carlos Babot, presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de Málaga y la Costa del Sol (ATUMARCOS), confirma la importancia de internet: «Hoy lo hacemos todo en el ordenador. Compras, bancos, comida... pues las vacaciones, también». Babot preside esta asociación que se creó en octubre de 2017 para defender los intereses de los propietarios de viviendas turísticas. No sólo ante la los pisos turísticos que no cuentan con licencia sino, según Babot, para afrontar el acoso que estarían recibiendo por parte de algunos organismos públicos y por el propio sector hotelero. «Se nos está convirtiendo en el mal de todo y se nos va arrinconando, pretendiendo nuestra desaparición», asegura.

Para la patronal de los hoteleros, la irrupción de las viviendas con fines turísticos sí supone un golpe directo a la supervivencia de los apartamentos turísticos. El presidente de Aehcos, Luis Callejón, denuncia agravios : «Un apartamento reglado y una vivienda con fines turísticos son el mismo producto. Sólo que nosotros lo pagamos todo y ellos nada». Para Callejón, la diferencia en las exigencias por parte de la Junta de Andalucía resulta abismal. «Por poner un ejemplo, a las viviendas con fines turísticos no se les exige ni una salida de emergencia», detalla. Por no hablar de la degradación. El turista que opta por una vivienda turística sería de baja calidad. «Bocadillos y latas de Coca Cola», lo resume Callejón.

Esta diferenciación, sin embargo, le resulta poco plausible a la Babot. Destaca que el turismo que opta por las viviendas con fines turísticos es, sobre todo, «de tipo familiar». «Los apartamentos turísticos somos una fuente de riqueza. Pagamos impuestos y traemos riqueza a otros sectores. Entendemos que no sólo habría que preguntar a los hoteleros por los apartamentos turísticos. A ver qué dicen los hosteleros o los comerciantes. Hace años, un domingo en el Centro no había nadie, ahora están las calles llenas», expone Babot. ¿Pero cuál es entonces el perfil del usuario de plataformas como Airbnb? El concepto clásico de la cama para dos o tres noches en el piso de un extraño no ha muerto, pero la variedad se ha multiplicado en los últimos años hasta el punto de que la enorme oferta que existe hace casi imposible hablar de un tipo de huésped concreto. Los hoteleros hablan de turismo de borrachera y de baja calidad. Los dueños de viviendas con fines turísticos reivindican que atraen, sobre todo, a turismo de tipo familiar.

Viajeros solitarios, parejas que acaban de descubrir el amor, estudiantes o la familia al uso. La realidad es que las diferentes plataformas ofrecen alternativas para todos. Es difícil hacer el cálculo de cuántos apartamentos turísticos hay en la provincia de Málaga. Los hoteleros lamentan que ya han superado en números a los apartamentos reglados. Y aquí emerge el argumento del precio. Callejón asegura que a los de su gremio les es imposible competir con la cantidad de obligaciones. Hacienda, convenios colectivos, gastos energéticos. La lista que enumera el presidente de la patronal es muy larga. Salta a la vista que el ahorro ronda en muchos casos el 50% o más. La gran diferencia radica en que el piso que sirve como alojamiento se factura como una unidad, mientras que los hoteles lo hacen por persona.

Para muchos huéspedes, Airbnb representa la única manera que les permite viajar al disponer de un presupuesto limitado. Pero el dinero no es el único motivo. Por ejemplo, muchas familias aprecian la mayor libertad que le ofrece disponer de una cocina y lavadora.

Los representantes de las viviendas turísticas insisten en que han llegado para quedarse. Todo indica a que sí. En Málaga han nacido varias empresas auxiliares que viven exclusivamente de los pisos turísticos. En el PTA se ha desarrollado un sistema inteligente de intercambio de llaves. El último inquilino las deposita en una especie de torre y el siguiente la extrae a través de un código que le llega por correo y sin molestia para el propietario. Aunque, claro, eso ya tiene poco que ver con la tan conjurada autenticidad.

Hay para todos los gustos en el mundo Airbnb

Piso en el centro de Málaga69 euros por noche

Un dúplex con posibilidad para que se queden a dormir cuatro personas. En pleno centro histórico y completamente equipado.

Un apartamento en la Mairena, Marbella86 euros por noche

A seis kilómetros del club Niki Beach. Un apartamento para cuatro personas y con acceso a una piscina comunitaria.

Vistas al mar en la cala del Moral43 euros por noche

A pocos kilómetros de la capital se ofrece un apartamento con vistas directas al mar y equipado por menos de 50 euros por noche.

Loft en el centro de Torremolinos95 euros por noche

Moderno y luminoso loft en La Nogalera, pleno centro de Torremolinos cerca de restaurantes, comercios, estación de tren, parada de taxis. A unos cincominutos de la playa y de la Calle San Miguel.

Habitación privada en una casa50 euros por noche

Un ejemplo de la idea embrionaria de Airbnb que todavía persiste. Se trata de una habitación privada que se alquila dentro de una casa, con desayuno incluido.