En lugar de tener que parar en una posada, el jugador deberá esperar turno en un chiringuito, mientras que la temida casilla del laberinto la forman unos setos del Jardín de La Concepción, con el mirador al fondo. En cuanto al pozo... ha sido sustituido por las obras del Metro de Málaga.

Es el nuevo juego de la Oca Loca que incorpora un envase de 16 tortas locas, unos dulces que desde esta primavera cuentan con el distintivo de Sabor a Málaga de la Diputación.

Manuel Ruiz, o Manolo Tejeros, como muchos le conocen, el propietario de la Confitería Tejeros, cuenta que las tortas locas nacieron de la imaginación del defensa barcelonés del C.D. Málaga Eduardo Rubio, que llegó a trabajar con sus padres, porque además de futbolista era pastelero.

«Es un pastel muy simple, con dos piezas de hojaldre con crema pastelera y arriba, no yema sino lo que en confitería se conoce como huevo de humor, una imitación del huevo que se usaba en las pastas de té».

Eduardo Rubio bautizó inicialmente su creación como Los locos, en homenaje a la canción A lo loco (1954), de Luisa Linares y Los Galindos. «Las creó a finales de los 50 o en los 60. En Málaga, a todo se le llamaban tortas, porque estaba la de algarrobo, la de aceite, la de pasta flora y al final la gente terminó llamándolas tortas locas o locas», explica.

Manuel Ruiz cuenta que con esta vuelta de tuerca del diseño ha querido ofrecer «algo divertido y a la vez pedagógico, para hacer Málaga».

El juego ha sido diseñado por el colaborador de La Opinión José Luis G. Gómez y el ilustrador Alejandro Villén, que también se ha encargado de los dibujos.

Alejandro, que tiene en su haber el conocido libro ¡Oh! Málaga y el Atlas Ilustrado de la provincia de Málaga, cuenta que «el origen de la caja tiene que ver con Bernardo de Gálvez», porque la veterana confitería, fundada por el padre de Manuel Ruiz en la calle Tejeros en 1975, ofrecía el pasado otoño en la librería Mapas y Compañía tortas locas el día de la presentación del cómic de Gálvez que él acababa de ilustrar. «Nos planteamos hacer algo y hablamos de camisetas, cajas, delantales ... no sabíamos qué hacer», confiesa Manuel Ruiz.

Al final, fue calando la idea de hacer algo «popular, familiar y malagueño» y apareció la idea del juego de la oca, señala.

Como explica José Luis G. Gómez, el trabajo de gestación comenzó en enero. «La idea es que la protagonista fuera la torta loca y que sirviera para demostrar su conexión con la ciudad».

La caja, por cierto, está diseñado de tal manera que se puede extender sobre la mesa y convertirse en un tablero, sin tener que romper ninguna esquina rígida.

Y en los laterales de la caja los diseñadores han aprovechado para colocar en un lugar de honor una ilustración de Eduardo Rubio el futbolista del Málaga que creo esos primeros locos que luego pasaron a ser las locas.

En cuanto a la portada de la caja, con una torta llevando en el aire otra sobre el tablero, fue una aportación de Manuel Ruiz. «En ese momento teníamos un montón de ideas pero no nos convencía ninguna», destaca José Luis G. Gómez.

Alejandro Villén muestra su cuaderno de dibujo, repleto de borradores de las futuras casillas de la oca, al tiempo que explica que, por su veterana relación con el diseño de juegos, el de la oca, con las reglas adaptadas a los principales elementos de Málaga y con las fichas troqueladas en la misma caja, ha sido algo muy pensado, para que los jugadores lo tengan fácil.

Ya marchaban sobre seguro porque, como explica José Luis, «antes de presentarlo hicimos pruebas en los colegios y cuando sacamos la caja, los niños empezaron a gritar que querían jugar».

En este sentido, Manuel Ruiz cuenta que ya está recibiendo numerosas llamadas y correos preguntando por este producto, que cuesta 16 euros.

La reinvención, gracias al diseño, de las veteranas tortas locas bien puede servir de ejemplo a otras empresas malagueñas de productos tradicionales. Dan juego.