El alcalde, Francisco de la Torre, hizo una lectura triunfalista de su gestión, pero fueron los grupos de la oposición los que sacaron a relucir el modelo de ciudad a debate, un cruce de opiniones que fue crudo en ocasiones. Juan Cassá, líder de Ciudadanos, sacó pecho de los 30 millones de euros en impuestos que ha propiciado su apoyo al PP, cómo se ha impuesto el sistema de concurso para los gerentes (con una reducción del sueldo de 1,1 millones) y abogó por que Málaga se olvide de auditorios y proyectos megalómanos en San Andrés y apueste por un parque empresarial ligado a la economía azul. Aseguró que, gracias a Cs, se evitó que el PP incluyera un nuevo canon por el agua para pagar obras y culpó al bipartidismo de lo que ocurría en la ciudad. Sobre los pisos vacacionales, consideró imprescindible pedir a la Junta de Andalucía que redoble de las inspecciones, pero huyó de la «turismofobia y de los irresponsables que comparan Málaga con Magaluf».

Eduarzo Zorrilla, portavoz de Málaga para la Gente, fue el más duro de la oposición, desgranó los proyectos vendidos «y no realizados»: el Benítez, la antigua cárcel, la red de carriles bici, el Guadalmedina o el Parque de Repsol, así como San Rafael, que acabó siendo un «pipicán encima de las fosas comunes», acusó al alcalde de ser «De la Torre en el país de las maravillas», señaló que Málaga es una de las ciudades con más paro de España, criticó que esta es una de las ciudades con menos zonas verdes del país y el alza del alquiler, un 38% en cinco años (más de 1.000 euros de media en la mitad de los barrios), debido a las viviendas turísticas. No ha puesto coto ni a las protestas de bomberos, jardineros, policías locales, etcétera... y el modelo es el de una «ciudad escaparate que cuida sólo unas calles como decorado cara al turismo», un turismo «low cost». Precisamente fue él quien comparó a Málaga con «Magaluf».

Criticó también la Torre del Puerto, el «gran negocio de alquiler de pistas deportivas a equipos extranjeros» en Arraijanal y habló de «urbanismo a la carta», así como de la situación en Urbanismo con las actas de infracción. «Es una ciudadanía harta de que se regale nuestro patrimonio a jeques, saqueadores, fondos de inversión oscuros y depredadores».

La portavoz de Málaga Ahora, Ysabel Torralbo, criticó también el modelo de ciudad, puso como modelo de gestión cultural la Casa Invisible, y atacó duramente a las cofradías, a quienes «se dan permisos municipales para procesionar al contrario que a otros colectivos», así como también criticó que, mientras que el Ateneo recibe 6.000 euros de subvención cultural, las cofradías se llevan un millón de euros, muchas veces para arreglar solería. «Han convertido el Área de Cultura en el Área del Nacional-catolicismo», dijo, para hablar también de «urbanismo a la carta» y criticar el crecimiento del 1.200% en pisos vacacionales, «el centro es un parque temático, la vida en el Centro es invivible».

El portavoz del PP, Carlos Conde, contestó a las críticas de los grupos municipales de forma rotunda y con un discurso de calado: «Sus mensajes dañan nuestra imagen, y espantan a los inversores», para insistir, en relación a la fiscalidad, en que el Ayuntamiento tiene una de las fiscalidades más bajas del país y en que Málaga es una de las diez ciudades con más calidad de vida, para criticar luego los retrasos en el metro y asegurar que Andalucía es la comunidad más corrupta de España, «con dos gobiernos en el banquillo». «Hoy contraponemos dos modelos: ficción y realidad, el todo va mal con una ciudad capaz de atraer inversión».

Muy contundente estuvo también el edil no adscrito, Juan José Espinosa, que tendió una mano a Pérez para liderar el Ayuntamiento en el próximo mandato, señaló «las grandes cantidades de dinero público dilapidado» en Art Natura, por ejemplo, y el turismo, que ha mostrado su «lado más salvaje».