Como cada martes desde hace más de tres años, Carlos García se enfunda en su bata y solicita permiso para visitar a los pacientes de la UCI (unidad de cuidados intensivos) del Hospital Clínico Virgen de la Victoria. El primero es Francisco. Una cardiopatía lo llevó a la UCI, pero ya está muy recuperado y atiende al mensaje que Carlos trata de trasmitirle.

Desde hace diez años, 12 voluntarios o `mensajeros de salud´ como Carlos se acercan a diario a los pacientes más críticos del hospital malagueño para hacerles compañía y tratar de paliar la angustia que sufren. Su mera presencia constituye el mejor ejemplo de que las cosas pueden mejorar, pues los voluntarios de Expaumi (Asociación de Ex Pacientes de la Unidad de Medicina Intensiva) han pasado por las camas de esa UCI a causa de problemas de corazón. En el caso de Carlos fue su mujer la que sufrió un accidente cardíaco hace años y desde entonces él "se ayuda ayudando a los demás".

Los principios. Otros voluntarios como Manuel Ortega son auténticos veteranos en calmar los nervios de los enfermos y de sus familias. Él fue uno de los primeros que hace una década lograron `colarse´ en la UCI del Clínico con el permiso y la complicidad de la doctora Victoria de la Torre y Ángel García Alcántara. Su intención era entonces tan clara como ahora: complementar la actuación de los expertos y las máquinas con el calor humano puro y duro.

"Si estuviera de nuevo en una cama, me gustaría que alguien se acercara a mí me pusiera la mano en el hombro y me preguntara qué tal lo llevo", dice Ortega.

El responsable de la UCI, José Luis Carpintero, descubre el secreto del éxito de esta asociación: "Hay muchas labores calladas que no se ven, pero no por ello dejan de ser importantes".

Y es que Carpintero sabe que hay cosas que el paciente nunca le diría a una bata blanca, pero que salen a borbotones de su boca cuando alguien que sufrió lo que él está pasando le pregunta qué le preocupa. Muchos no saben cómo podrán sacar adelante a sus familias tras la enfermedad o están abrumados por miedos y problemas personales que cuentan a los voluntarios para desahogarse.

Los voluntarios de Expaumi forman parte del trabajo de la UCI del Clínico entre las 11 y las 14 horas, cuando las familias de los pacientes se han retirado. Los facultativos les indican qué enfermos están en condiciones de atenderlos y les presentan ante ellos. A veces los pacientes recién recuperados los han confundido con el sacerdote del hospital, algo que ellos se han apresurado a aclarar.

En estos diez años los voluntarios de Expaumi han realizado más de 4.000 visitas y han asesorado a más de 6.000 familiares en temas sociales y psicológicos. La entidad tiene 378 socios y uno de sus objetivos es potenciar la formación para la salud, sobre todo en soporte vital básico (reanimación), entre las familias de los pacientes coronarios o a la población en general. En diez años han realizado un centenar de estos cursos.

En la unidad de cuidados intensivos del Hospital Clínico Virgen de la Victoria suele haber 18 pacientes, pero los voluntarios sólo pueden visitar al día a cuatro o cinco, cuya salud es lo suficientemente buena para recibir sostener un diálogo.

La mayoría de los enfermos que atiende Expaumi son pacientes con problemas cardíacos, pues los voluntarios saben que quienes sufren esta patología son enfermos crónicos que precisarán apoyo de por vida, pero también saben por experiencia que sus posibilidades de recuperación dependen mucho de cómo ellos y sus familias asuman su condición y los hábitos de vida saludables que precisan.