Málaga es una ciudad en constante cambio, lo que traducido a la idiosincrasia local significa que se trata de un rincón de Andalucía tan dinámico como autodestructivo. En Málaga y en toda la Costa del Sol lo que importa es la `pasta´, de ahí que casi nada sea susceptible de permanecer para las generaciones futuras.

Tampoco la Feria. Ahora mismo no hay ningún malagueño que se juegue un euro a que el Real encontrará un sitio definitivo y permanecerá en él 20 añitos.

La Feria de Agosto siempre ha tenido un complejo de campamento nómada del Asia Central: el Parque, Martiricos, el polígono de la Alameda, el polígono El Viso, Teatinos, el Cortijo de Torres...

Durante las elecciones, ya se especuló con mandarla a Campanillas, haciendo realidad el chiste de hace unas décadas de que la Feria de Málaga terminaría instalándose en Sevilla.

Y como es de prever, en este caso no es que el Real necesitara más terrenos, sino que los terrenos en los que ahora se asienta valen su peso en oro y eran los mejores para levantar una `city malagueña´ de oficinas (una forma de contrarrestar el doble proyecto alucinógeno de los rascacielos de Repsol y Martiricos).

En cualquier caso, el motor económico de Andalucía ya está buscando nuevos territorios en los que desplegar su eterna política desarrollista, así que, aunque el alcalde nos asegure un par de años sin tocar el Cortijo de Torres, la próxima década los malagueños tendrán que celebrar la juerga en Campanillas y así, hasta superar los límites municipales y provinciales.

Ya lo avisó Nostradamus: para el siglo XXII, el Real de la Feria de Málaga estará al pie de la Giralda.

Calma en Capuchinos

Los vecinos de la calle Juan del Encina han vuelto a conciliar el sueño después de padecer muchas noches toledanas. La culpa la tuvo un grupo de niños, armado con megáfonos, que se dedicaba a soltar arengas y a dejar que la sirena evocara cercanas ambulancias.

El trabajo de la policía, que ha ido limpiando de tenderetes y calles este producto nocivo, ha calmado al fin un rincón de Capuchinos.

El maestro de capilla

Radio Televisión Española ha editado un doble disco con los `salmos, villancicos y cantadas´ de Juan Francés de Iribarren, un navarro nacido en 1699 en Sangüesa y que desde los 34 años hasta su muerte, en 1767, fue el maestro de capilla de la Catedral de Málaga. El disco es una preciosidad y la mayoría de sus obras fueron compuestas en Málaga por este músico que dejó más de mil creaciones además de reorganizar el archivo musical. El doble disco está interpretado por el grupo `Nova Lux Ensemble´.

Feria 2007

La `desaceleración´ de los descamisados.