JOSÉ ANTONIO SAU. MÁLAGA

Antonio Gutiérrez tiene 58 años, tres hijos y varios nietos. Hace ahora dos viernes, su mujer jugaba tranquilamente con uno de los pequeños en el patio de la vivienda. Tan sólo 15 minutos después, cuando su esposa ya se había metido en el interior de la casa con el niño, la familia escuchó una fuerte colisión. Asustados, se asomaron a la calle y vieron que un vehículo se había empotrado contra la puerta del garaje.

Esta situación, que no puede ser calificada como trágica por poco, no es nueva ni para Antonio ni para su familia, ya que en sólo cinco años han visto cómo un automóvil desbocado embestía contra los muros de su propiedad hasta en cuatro ocasiones. Es, sin duda, la casa de los siniestros.

Hasta el fondo. "El coche invadió la propiedad, y ha roto el muro, la puerta del garaje y hasta la columna, y lo mejor de todo es que no hay huella de la frenada, así que se puede imaginar a qué velocidad iba el coche", explica Antonio, quien reconoce que él y su mujer tienen ansiedad y están en tratamiento médico por esta situación de vigilia continua.

La casa está justo en la esquina de dos calles: Camino del Retiro y Escolar Malagueño. En la primera vía, que vertebra la barriada de Churriana, el límite de velocidad es de 50 kilómetros por hora, pero según reconoce el propio Antonio, "éste no se respeta; yo mismo he hecho el recorrido con mi vehículo y los coches llegan hasta los 100 kilómetros por hora".

Al tomar la curva en la que se encuentra la vivienda, un contenedor de basura dificulta la visión, con la que la entrada a la calle Escolar Malagueño, de doble dirección, es toda una prueba para conductores experimentados. "Ahí, los coches llegan a gran velocidad, como el último, que se empotró en mi casa a las siete y media de la tarde, cuando hay niños pasando por la acera y a pesar de que el límite de velocidad para toda la urbanización los Jazmines es de 30 kilómetros por hora", aclara Antonio.

Éste también señala que hace pocos días un BMW chocó con otra casa cercana a la suya, y que incluso llegó a invadir el carril contrario.

Indiferencia municipal. Este vecino, haciendo uso de su sentido cívico, ha enviado ya tres cartas al Ayuntamiento, glosando la documentación incluso con fotografías del desaguisado que crea cada coche. La Junta de Distrito le puso, a la entrada de su garaje, dos bolardos para evitar que se produjeran más accidentes, lo que no ha ocurrido, según Antonio. Además, dice el Consistorio que el límite de velocidad en el Camino del Retiro es de 30 kilómetros por hora, un límite que el vecino de Churriana considera equivocado, ya que, según Gutiérrez, hasta hace poco había una señalización que prohibía circular a más de 50 kilómetros por hora. "Mi coche cabe entre los dos bolardos", comenta resignado.

Por ello, Antonio ha dirigido nuevas misivas a las autoridades municipales para que en el Camino del Retiro "se coloquen varios badenes de forma que los vehículos deban reducir la velocidad de forma importante y así no tomen la curva a toda pastilla".

"Si esto continúa así vamos a denunciar al Ayuntamiento. Vivimos con una presión continua, no podemos dormir y durante el día el sonido de un coche nos provoca ansiedad", concluye Antonio.