Como en la vida, los edificios tienen sus etapas. El histórico Palacio Miramar del Paseo de Reding cerró ayer definitivamente sus puertas como sede judicial de Málaga. Durante dos décadas este edificio de principios del siglo XX ha estado al servicio de la judicatura, dando cobijo a una treintena de órganos judiciales y a las salas de la Audiencia Provincial.

Más de 18.000 metros cuadrados de superficie han servido para construir veinte años de jurisprudencia malagueña y de crónica judicial. Un edificio que, aunque se diseñó como hotel de lujo, pasará a la historia como Palacio de Justicia. Manuel Rodríguez López fue el presidente de la Audiencia que estrenó estas dependencias a partir de 1987; le sucedió en el cargo el magistrado Manuel Torres Vela, quien tras dos mandatos, le cedió el cargo al actual, Francisco Javier Arroyo Fiestas, que acaba de revalidar este puesto.

En el ámbito de la Fiscalía, destaca el que durante años fue fiscal jefe, Francisco Jiménez Villarejo, que es antecesor del actual, el cordobés Manuel Villén.

En su última día como sede judicial, el palacete iba ser escenario de dos juicios. A las 10:00 horas dio comienzo la primera vista oral, sobre un caso de homicidio en grado de tentativa en el que están implicados tres jóvenes. Pero, por cuarta vez se suspendió la sesión, debido a la ausencia de uno de los procesados, que se declaró en busca y captura. El siguiente y último juicio quedó visto para sentencia. Se trató de un presunto caso de violencia doméstica por el intento de asesinato de una mujer a manos de su marido, que trató de asfixiarla con una almohada.

Concluye la mudanza. La Sección Octava ha sido la última sala en ubicarse en la Ciudad de la Justicia. Ayer el personal que trabaja para este tribunal apuraba las horas antes de que el camión de la mudanza se llevara las decenas de cajas con ficheros, archivos y material informático, rumbo a la nueva sede judicial de Teatinos.

Los profesionales y magistrados de esta sala no ocultaban su emoción y nostalgia por dejar el edificio, pese a que"desde el principio presentaba cierta escasez de espacio", según destacó el presidente del tribunal, Fernando González. Tampoco faltaron las fotos, para simbolizar el final de una etapa. "Aquí se ha trabajado con mucha presión, pero al final te encariñas con tu lugar de trabajo y lo identificas como si fuera tu casa", explicó Félix Castillo, funcionario judicial que ha trabajado en el Palacio Miramar durante más de catorce años.

El antiguo palacio de justicia se cierra, pero conservará en sus salas y pasillos el recuerdo de decenas de casos que llenaron estanterías, marcaron la judicatura e influyeron en la opinión pública. Procesos complejos e interminables como el fraude de la textil Intelhorce o las cremaciones ilegales de Parcemasa ; mediáticos, como el asesinato de la joven de Mijas Rocío Wanninkhof, o los casos urbanísticos de Marbella con Julián Muñoz al frente han generado miles de imágenes -recuérdese al fallecido Jesús Gil descamisado y abanicándose ante el balcón del patio interior, o al británico Tony Alexander King, rodeado de fotógrafos y cámaras de televisión-.

El señorial palacete, diseño del arquitecto malagueño Guerrero Strachan y construido entre 1921 y 1926, se prepara para que en tres años vuelva a sus orígenes, como solemne hotel de cinco estrellas.