Nabil Baha, con las medias caídas, la equipación aún empapada en sudor, saltó de nuevo al césped, con los suplentes del partido de ayer, para completar un leve trabajo junto al preparador físico del equipo, Enrique Ruiz. "Baha, titular", gritaban varios aficionados que, remolones, se resistían a abandonar La Rosaleda. Baha recompensó el apoyo con una cómplice sonrisa y un saludo lejano a su presidente, Fernando Sanz, que supervisó unos minutos, en la lejanía, la sesión.

Algo falla cuando un delantero alcanza el maná soñado y perseguido del gol y su rostro, embargado por la felicidad interior, apenas hace una mueca. Baha, el héroe de la victoria frente al Villarreal gracias a su doblete, está enfadado. El primer tanto se lo dedicó a Marcelino Torrontegui, el masajista del equipo, que perdió recientemente a su padre. El segundo no lo festejó.

No celebrar los goles, aceptar sólo los abrazos pero sin apretujar a tu compañero, es lo más inusual del mundo para un ´killer´ del área. Pero Nabil no lo hizo ayer. Marcó, le dio tres puntos vitales al Málaga en su lucha por la permanencia, pero no incluyó la celebración en su repertorio.

Al concluir los fastos, el ritual del abrazo y las felicitaciones, el número 7 miró al palco de Preferencia donde se sienta su familia, se besó el anillo de casado y dedicó las dianas. Y a seguir jugando.

Baha no se siente querido esta temporada. Ni por su afición, que aprovechó cada desliz ayer del jugador para silbarle, ni por su técnico, Juan Ramón López Muñiz. Comenzó como titular los primeros cuatro encuentros del año. Primero, junto a Forestieri; después, con Obinna. Siempre como segundo punta, más retrasado que el delantero de referencia. Abrió la lata malaguista al anotar en el debut liguero el 1-0 frente al Atlético de Madrid. Después no llegaron los goles. Lo que sí que vino fue el banquillo. Un domingo tras otro. A Baha sólo le han quedado las migajas.

En el nuevo sistema de juego de Muñiz no tiene sitio. El míster apuesta ahora por un solo delantero: Obinna antes y Felipe Caicedo ahora. Y claro, Baha pensará hoy, cuando reflexione y le eche un vistazo a la prensa, que en apenas media hora ante el Villarreal ha marcado más goles que Felipe Caicedo –un único tanto– en nueve partidos de Liga. Todos como titular. Eso, claro, debe escocer.

Sus goles, además, le han sacado de más de un problema al equipo. Baha fue el encargado de transformar el 1-0 frente al Atlético de Madrid. Luego llegaron dos más hasta llegar al 3-0 final, obra de Manu y Xavi Torres. Se pasó el francomarroquí media Liga sin volver a ver puerta. Y cuando lo hizo, frente al Getafe (1-0), sacó al Málaga de un escollo importante. Aquella tarde, los blanquiazules ganaron por la mínima gracias a su gol. Los tres puntos fueron de oro.

Ayer, Baha volvió a regalarle otros tres puntitos al Málaga. Y en otro momento muy comprometido, después de tres derrotas consecutivas y con un caldo de cultivo nada positivo en el entorno blanquiazul. Sus goles le proporcionan al Málaga un colchón de siete puntos respecto al descenso. Puro oro a estas alturas de la temporada. Antes de viajar a Valencia para jugar el miércoles.

"No voy a celebrar más los goles que marque. Cada tanto que marco se lo dedico a mi mujer y a mi hijo", explicó sobre el césped, a las diversas emisoras de radio. "Nunca bajé los brazos. Sabía que mi momento llegaría", prosiguió. Luego no quiso dar explicaciones y se marchó sin pasar por la zona mixta.