Hubo un tiempo en el que la fe movía montañas. Una época donde la devoción, el amor y el sudor eran suficientes credenciales para conseguir cualquier objetivo en la vida. Hoy la única filosofía es la del color del dinero. No hay objetivos imposibles porque todo tiene un precio. Pero para los humildes como el Málaga, la fe sigue siendo el mejor aval.

Hoy se presenta el conjunto de Muñiz en territorio sagrado del fútbol patrio. Y se encomienda al santo local para obrar el milagro. San Mamés no sólo es el nombre del estadio del Athletic, sino un mártir al que el Málaga le ruega ayuda para evitar el infierno.

Hará falta una ayuda divina, en vista de que las fuerzas terrenales están más limitadas que nunca. Además, es una jornada propicia para sacar renta, ya que el Tenerife cayó ayer en Barcelona y el Málaga podría sacar una jornada de ventaja a la salvación. No es un campo demasiado accesible, pero tampoco imposible.

Tradicionalmente, La Catedral ha sacado la casta y el poder más primario de los jugadores malaguistas. No han sido ni mucho menos malas las actuaciones del Málaga sobre el verde de Bilbao. La afición, el estadio, el aroma a fútbol inglés y de garra se palpan en cada esquina. Los malaguistas nunca han rehusado la lucha. Y en el cuerpo a cuerpo no debe de superar ahora mismo nadie al Málaga.

El Athletic apura sus opciones de entrar en Europa. Además, tienen casta, eso es innegable. Sus jugadores luchan hasta la saciedad. Pelean cada balón y convierten cada jugada en lo más importante de sus vidas. Y todo ello gracias a Joaquín Caparrós. El entrenador perfecto para un proyecto de cantera y de entrega.

Pero también tiene a Fernando Llorente. El león indomable de los cachorros de Lezama ruge con fuerza cuando juega en casa. Enfila la portería con facilidad y por alto es casi imparable. De ahí que esté en la preselección para ir al Mundial de Sudáfrica.

Ése es el principal problema que se le plantea a Muñiz, frenar el juego aéreo rojiblanco. Para ello recluta a Stepanov, que vuelve tras cumplir sanción. Formará pareja de baile con Iván. Entre los dos deberán frenar a Llorente y Toquero.

Pero el juego del Athletic no sólo es su finalización. Evitar que lleguen balones con facilidad al área malaguista será ardua tarea del resto de componentes. Las faltas laterales en las inmediaciones de la portería de Munúa y las segundas jugadas, la asignatura pendiente para el partido.

Un encuentro en el que Muñiz no hará demasiadas rotaciones. La exigencia de la temporada es máxima y ya no hay opción para guardarse nada.

La única duda del asturiano es si cuenta con Apoño desde el inicio, por su bajo nivel físico, y si mantendrá a Benachour en el once ante lo que se presume un combate muy físico. Ya en la primera vuelta, el franco-tunecino salió desde el inicio junto a Forestieri. El Málaga perdió cualquier posibilidad por alto. Es previsible que no cometa el mismo error.

En el conjunto vasco, finalmente el técnico utrerano no convocó ni a Javi Martínez ni a Koikili ni a Orbáiz, todos con problemas físicos y que estarán para el choque ante el Real Madrid.