No es fácil para una persona que lleva media vida ligada al Málaga CF decir adiós de la noche a la mañana. Los hasta ayer seis miembros del consejo de administración del club de Martiricos –sin contar a Fernando Sanz, que sería el séptimo– tuvieron que poner sus cargos a disposición del club, un acto protocolario clave en toda toma de posesión. Algunos de ellos confían en seguir en la entidad, pero casi todos ellos habrán dicho adiós a su dilatada trayectoria como malaguista. Ninguno de ellos ha tenido remuneración alguna a lo largo de estos años. Ni dietas. Incluso han puesto mucho dinero de su bolsillo cuando ha hecho falta.

Se trata de Francisco Martín Aguilar –a su vez, vicepresidente–, José Carlos Pérez, Francisco Gutiérrez –además, secretario–, Miguel Narváez, Bernardo Pinazo y José Hernández.

En algunos casos, llevan más de dos décadas al frente del club, como ocurre con Francisco Martín Aguilar y con José Carlos Pérez, ya que incluso formaron parte de la directiva del Málaga cuando era Club Deportivo, cuando las penurias ganaban por goleada a los momentos de sosiego económico, que han sido escasos.

De Martín Aguilar a Hernández

Son más de 25 años los que lleva Paco Martín Aguilar colaborando con el Málaga, casi tantos como nietos tiene en la actualidad (21). Después de su familia, su pasión es el equipo de su tierra. Es el más veterano de todos ellos, mientras que el último en llegar fue Pepe Hernández, de Tesesa, que arribó al club el 26 de marzo de este año.

José Carlos Pérez también lleva más de dos décadas como malaguista, con lo que ha trabajado con numerosos presidentes y ha conocido a alrededor de una treintena de entrenadores.

Ya en la última década, además de Pepe Hernández, se sumaron a la causa malaguista Francisco Gutiérrez, encargado siempre de redactar las actas de las juntas de accionistas –ayer se perdió el almuerzo con Sanz por ello–, Miguel Narváez y Bernardo Pinazo.

Todos ellos, con una vocación altruista exacerbada hacia el Málaga; todos con el club albiceleste por bandera. Daba gusto pregonar su malaguismo a boca llena en cualquier rincón del planeta fútbol.