Más allá de los intereses deportivos y futbolísticos que genera un Mundial en todo el territorio nacional, los económicos y políticos también juegan un papel decisivo en la elección de las sedes para el próximo Mundial. Málaga es una de las sedes que está bien posicionada para intentar ´colarse´ el la cita mundialista por todas las prestaciones que tiene como ciudad, pero tiene varios factores en contra que pueden dejar en la cuneta las aspiraciones costasoleñas.

La primera baza en contra y que juega a favor de otras competidoras es que Málaga no es la capital de una comunidad autonómica. El respaldo y el apoyo que pueden recibir ciudades como Zaragoza, Murcia, Santander o Valladolid, que sí son capitales de una autonomía; o como Gijón y Badajoz, que son las únicas representantes asturiana y extremeña, respectivamente, es el máximo políticamente posible.

Málaga comparte el apoyo autonómico con Sevilla, que también presenta una candidatura y que tiene importantes opciones de acabar siendo elegida. En un principio, ambas ciudades iban cogidas de la mano para representar una sede única en Andalucía. Sin embargo, tras pasar el primer corte, se decidió que Málaga, con su Nueva Rosaleda y Sevilla, con el Estadio de la Cartuja, pujaran por separado. Así, la elección de Sevilla también puede jugar en contra de Málaga por la cercanía geográfica.

Sin embargo, Málaga tiene a favor que cuenta con unas infraestructuras geniales para albergar encuentros de primer nivel internacional. A la creación del nuevo estadio, que tendría uso por un equipo en la elite nacional, se uniría la gran oferta hotelera en Málaga y su provincia, la nueva terminal del aeropuerto, el AVE, el metro ya acabado... No es comparable, por ejemplo, con Badajoz, donde la creación de un nuevo estadio de 45.000 espectadores apenas tendría funcionalidad tras el Mundial.