Miguel Zambrana y Juan Carlos Salcedo, los utilleros del Málaga CF, a los que se sumó la pasada campaña Miguel Zambrana júnior, hijo del primero de ellos y que supone la tercera generación tras Pepillo Zambrana, llevan días de muchísimo trabajo, sin apenas tiempo para pestañear.

Organizar todo el material que necesitarán los futbolistas durante los próximos ocho días, así como también los miembros de cuerpo médico y del cuerpo técnico no es tarea sencilla, requiere más de diez horas diarias de intensa labor. Ésa ha sido la función de los tres trabajadores malaguistas mencionados a lo largo de los últimos días en Málaga. Y ayer, en un furgoneta del club de Martiricios, llevaron el material hasta el hotel de concentración, sin perder de vista la estela del autocar que transportaba a los jugadores.

Es una práctica habitual en los dos utilleros más veteranos cada vez que se aproxima una estadía del equipo blanquiazul. Expertos en la materia y amigos íntimos, se conocen casi sin mirarse. Apenas tienen que hablar para saber qué quiere el uno del otro.

El comienzo de la jornada es clásico y conocido entre los integrantes de la plantilla: el cigarro y el café no los perdonan por nada del mundo antes de comenzar la tarea diaria.

La excelente memoria de los utilleros es primordial en una labor que realizan para casi una treintena de futbolistas, ya que se saben «al dedillo» qué tipo de botas utiliza cada uno de los jugadores, si bien estos días tendrán trabajo extra con las siete incorporaciones recientes, máxime cuando al ser algunos de ellos estrellas a nivel mundial cambian a menudo de botas.

Los baúles en los que deben transportar todo el material necesario para un club de la máxima categoría como el Málaga CF están repletos de kilos de prendas de vestir, balones y demás utensilios claves para que no falte detalle alguno durante una estadía tan larga, lejos de La Rosaleda y del Estadio Ciudad de Málaga. Pero el principal componente de los baúles, un año más (y parece que cada temporada va en aumento) es la ilusión que genera el proyecto.

Ellos, Miguel Zambrana y Juan Carlos Salcedo («Migue» Zambrana lo adquirirá seguramente en breve) son, quizás, los principales termómetros de la ilusión que se respira dentro del vestuario malaguista. Estos dos utilleros no sólo trabajan más horas que nadie en el club, con una dedicación encomiable y un espíritu siempre positivo, sino que además son una especie de nexo de unión entre los jugadores veteranos y los nuevos. Con sus bromas, su sentido del humor y su camaradería, hacen que los fichajes se sientan como «en casa» en pocas semanas. El dominó nunca falta en los escasos ratos libres. Y, sobre todo, charlas amenas. La unión es clave.