Muchos entrenadores suelen decir en las ruedas de prensa que los partidos se decantan por detalles a lo largo de los 90 minutos. El pasado sábado hubo un par de detalles significativos, que hicieron que la balanza se decantara para el lado malaguista en un partido muy trabado hasta el 2-1, sobre todo en el primer tiempo.

Cualquiera que viera el choque ante el Zaragoza hasta el minuto 66 y luego dejara de observarlo pondría cara de póker si le dicen que el encuentro concluyó con el resultado de 5-1 a favor de los blanquiazules.

El técnico zaragocista, Manolo Jiménez, tenía muy bien estudiado el planteamiento de un Manuel Pellegrini que repitió la alineación que puso frente al Athletic de Bilbao en San Mamés (perdió 3-0), después de un gran primer tiempo sólo eclipsado por la falta de puntería. Con ello, el entrenador malaguista apostó por la pareja de centrales zurdos formada Weligton y Joris Mathijsen, así como por Sebas en lugar de Joaquín Sánchez, ya recuperado. Pero Pellegrini, en lugar de situar a Sebas en ataque junto a Rondón, escoró al uruguayo a la banda derecha y colocó de mediapunta a Isco, por detrás del venezolano. El Málaga CF, de esta manera, jugaba con un solo delantero, al igual que su rival, el Zaragoza, que tenía como referente ofensivo al malagueño Carlos Aranda. Sebas, bien marcado por Obradovic, se veía incapaz de conectar con Rondón, salvo en la primera ocasión del partido en la que estuvo a punto de marcar tras un centro de Monreal. El peligro malaguista llegaba en segundas acciones o tras rechaces, pero de forma esporádica, ya que ninguno de los dos equipos era dueño de la situación.

Tras el 0-1 de Aranda, el Málaga se veía incapaz de reaccionar frente a un rival que defendía con orden. Pero llegó uno de los momentos claves, como fue el empate de Sebas en la prolongación del primer tiempo, tras un magnífico centro de Isco desde la izquierda.

El empate, en un momento psicológico del choque, resultó crucial para afrontar la segunda mitad con menos intranquilidad. Aún así, había un intercambio de golpes, unas idas y venidas por parte de cada equipo, que duró hasta el segundo gol malaguista, el 2-1, en propia puerta del central Da Silva tras el enésimo centro de Isco, muy activo y autor de varios envíos con peligro al área rival.

Ahí se decantó el choque a favor del Málaga CF. El Zaragoza ya no fue ni la sombra del primer tiempo, ya sin Abraham, que había contenido bien la avalancha blanquiazul en la medular, aunque de forma intermitente y marcada por la mayor calidad de los Isco, Cazorla y compañía. Ni la lesión de Sergio Sánchez pesó en las filas malacitanas.

Con mayores espacios, al tener que buscar abiertamente el empate el Zaragoza, la entrada de Joaquín le dio más aire fresco al ataque del bloque de Pellegrini. Isco, Cazorla y la pareja atacante (Sebas-Rondón) hallaron un gran aliado en el portuense (el sacrificado fue Recio) y las ocasiones se sucedieron una tras otra.

Tres goles en 11 minutos. El Málaga CF materializó tres goles en once minutos, que fueron la sentencia para los zaragocistas. El equipo blanquiazul, con el marcador a favor, se quitó los grilletes de la presión y jugó con alegría, como hacía tiempo que no se veía en La Rosaleda y como no se ha visto aún fuera de casa. Al tanto de Da Silva en propia puerta le siguieron los de Demichelis, que entró por Sergio Sánchez en un cabezazo impecable, e Isco, a placer tras una brillante jugada colectiva y un pase de la muerte de Rondón, que al borde del final firmó la manita. Pero pudieron marcar hasta cinco más en la segunda mitad. Roberto, el portero maño, evitó una goleada de escándalo, al margen de los errores en ataque de Rondón, Monreal...