¿No lo oyen? Aún hay que afinar un poco el oído, pero a lo lejos ya se escucha la musiquita de la «Champions» invadiendo cada rincón de La Rosaleda. La tercera victoria consecutiva del Málaga trajo consigo la recompensa de colarse entre los mejores, de escalar al menos una posición más, y de hacer realidad los sueños que se vaticinaban al principio de temporada. El conjunto blanquiazul superó ayer al Levante y le arrebata la cuarta posición que da derecho a jugar la próxima temporada la Liga de Campeones, a expensas de lo que haga hoy el Athletic en Pamplona. Un lujo para la afición, el club y la ciudad.

La cuestión es que la película está tomando forma y el Málaga está adquiriendo un papel protagonista. Nadie puede asombrarse de que este equipo esté cuarto. Y las piezas empiezan a encajar. Pellegrini, con una sensatez asombrosa, coloca a sus fichas sobre el tablero con la normalidad que la lógica impone. Ayer premió a Demichelis, Joaquín e Eliseu con el once tras su buena puesta en escena en Getafe. Y el órdago le salió bien.

El Málaga derrotó al Levante con una primera parte cargada de fútbol y con una segunda mitad llena de oficio. Así se ganan los partidos. Es cierto que acabó sufriendo más de la cuenta. Que incluso pidió la hora contra un rival que había mostrado muy poco. Pero los puntos, al final, están dando la razón al equipo.

Y es que otra vez más, el Málaga ganó su partido en la segunda mitad. Y eso que en los primeros 45 minutos tuvo ocasiones y creó fútbol como para marcharse al descanso con una buena renta. A las pruebas nos remitimos porque con 9 saques de esquina, 15 disparos a puerta y un 80 por ciento de posesión, el Málaga fue un monologista en el salón de su casa.

Rondón colocó una pica en el área granota y de allí no se movió en toda la primera mitad. Tuvo ocasiones como para grabar un vídeo. Quizás ése siga siendo el «debe» del venezolano, que no mata todo lo que debería pero que con su tanto de ayer se va acercando sus registros (suma 7 goles).

De todas formas, daba la impresión de que el partido acabaría cayendo en las redes blanquiazules o que el Levante mataría al Málaga en la primera que tuviera. Afortunadamente fue la primera opción. En la reanudación, los de Pellegrini siguieron erre que erre en la portería de Munúa. Y en una de ellas, Joaquín botó una falta lateral y Rondón voló para enviar a la red un balón de Champions.

El júbilo y la alegría se apoderó de la afición, sabedora de la complejidad de superar la muralla levantina. Ya había buena parte del camino recorrido y sólo quedaba certificar el triunfo. Pero no llegó la sentencia. Y el Málaga se volvió práctico. Es interesante saber que este equipo también sabe jugar con el marcador, que puede ser el más «español» de los equipos o el más «argentino» cuando hace falta. Tiró de oficio y aplicó al Levante su propia medicina.

Es el conjunto granota un equipo con mucho mérito. Pero un bloque que acude a La Rosaleda como cuarto clasificado y plantea el partido como un equipo que casi mira al descenso no es trigo limpio. Ayer se fueron de vacío. El Levante tiene fe en lo que hace y por eso lleva tan buena dinámica. Al igual que este Málaga, que comienza a creerse que es un magnífico equipo.

En la travesía en busca de los tres puntos, en el evidente paso atrás que dio el Málaga tras marcar su gol volvió a aparecer la figura de Willy y el buen despliegue de la zaga para cerrar, nueve partidos después, la portería sin goles.

Por eso hoy es momento de disfrutar. Miren la clasificación una y otra vez. Saboréenla. Quizás sea el hábitat de este Málaga de aquí al final, pero de momento, la novedad también ilusiona. Y eso que ahora espera el Real Madrid...