La historia se repite, pero en parte. El pasado 16 de octubre de 2011, frente al Levante UD en el Ciudad de Valencia el portero malaguista Rubén Martínez tuvo que entrar en el terreno de juego en el minuto 27 por la expulsión de su compañero, el también guardameta Willy Caballero. El Málaga CF iba perdiendo por 1-0 y el equipo encajó dos goles más y perdió 3-0. Anteayer, en El Madrigal, el guardameta gallego tuvo que intervenir ante otra expulsión del portero titular, en este caso Carlos Kameni, que cometió penalti (el Málaga CF ganaba por 0-1) y Rubén volvió a recibir dos tantos: uno desde los once metros y otro en una magnífica volea del paraguayo Hernán Pérez, ambos en las postrimerías del choque.

Mientras en la primera vuelta, Rubén estrenó la titularidad en la presente Liga frente al Real Madrid en La Rosaleda (0-4), en esta ocasión el cuadro blanquiazul recibirá a la Real Sociedad, que no es precisamente el líder de la Liga.

Mañana domingo a las 16.00 horas en Martiricos será el momento de Rubén Martínez, el cancerbero que llegó a las filas malaguistas procedente del Cartagena como el mejor portero de Segunda División junto a su actual compañero Willy Caballero.

Rubén, que ha disputado ya doce encuentros en Primera División (dos con el Barcelona y diez con el Málaga CF) jugará su partido decimotercero, pero nunca ha gozado de más de cuatro envites consecutivos, que son aquellos en los que actuó la pasada campaña, ya con Manuel Pellegrini de entrenador: ante Mallorca, Hércules, Racing y Atlético de Madrid.

Falta de continuidad y confianza. Rubén Iván Martínez Andrade (22 de junio de 1984, Coristanco, A Coruña) tiene este domingo una gran oportunidad de demostrar su valía, sus condiciones técnicas y, por qué no, la seguridad que puede transmitir al resto del equipo con el apoyo de la afición, del entorno malaguista e incluso del cuerpo técnico, que pidió el fichaje de un tercer guardameta en el mercado invernal (Kameni) al no confiar demasiado en sus posibilidades.

Es un portero que se crió en la cantera del Barça, La Masía, y que ha adquirido los conocimientos de numerosos guardametas de calidad y entrenadores. Sólo le falta continuidad y la confianza necesaria del cuerpo técnico para rendir a un gran nivel.

La trayectoria de Rubén resulta curiosa. A los 8 años su padre tenía claro que sería guardameta de Primera. «Tírate a por la pelota como si estuvieras en el Camp Nou», le gritaba Juanjo Vila, un técnico gallego, en 1992, cuando el ahora meta malaguista tenía sólo 8 añitos. Fue en 1992. Vila, que hasta uno meses antes había sido el analista de Miguel Ángel Lotina (técnico actual del Villarreal, contra el que reapareció anteanoche), había sido contratado por el padre de Rubén para que le diera clases particulares al pequeño, que entonces no militaba en ningún equipo. Una de las primeras decisiones de Vila fue construirle una portería a Rubén a su medida, entrenando tres sesiones diarias (una de ellas, los sábados). Mientras, los niños de su edad disfrutaban con los videojuegos o con otras actividades. Su proyección fue meteórica: del modestísimo Argos (de los 18 a los 20 años, de 2002 a 2004) pasó al FC Barcelona (20 a 22, de 2004 a 2006), fue subcampeón del mundo en Emiratos Árabes en 2003 y campeón de los Juegos del Mediterráneo en 2005 (ambos títulos con la selección española sub’20, luego al Racing de Ferrol (22 a 24, de 2006 a 2008), FC Cartagena (de 24 a 26, de 2008 a 2010) y de ahí al Málaga CF, con 26 años (ahora tiene 27 y en junio cumplirá 28). Rubén tiene una espina clavada con la Primera División. Triunfar es su reto. Cualidades no le faltan.