Fue el único fichaje malaguista del mercado de invierno. El portero camerunés (Douala, 18/02/1984), que ha disputado cuatro Copas de África (2000, 2004, 2006 y 2008) y dos mundiales (2006 y 2010), sólo piensa en jugar la Champions con el Málaga CF.

A sus 28 años y con dos más de contrato con el Málaga CF, se le ve feliz tras la pesadilla que sufrió con Pochettino en el Espanyol. Es un padrazo, católico y deportista.

¿Cómo fue su fichaje por el Málaga CF? ¿Quién contactó con usted? ¿Cómo se enteró?

Mis representantes sabían del interés del Málaga, se pusieron en contacto con la directiva, se adelantó el tema y llegó el acuerdo. Sólo me preocupé de estar aquí para la revisión. Me lo dijeron mi agentes Pascal Boisseau y Alex Bonnot.

¿Influyó su amistad con Manel Casanova, responsable de la cantera malaguista?

Manel me conoce desde que llegué a Barcelona, pero ni siquiera se puso en contacto conmigo para no influir en la negociación. Quizás le dio referencias al Málaga de mí, pero dejó todo en manos de los que negociaban.

¿Tenía usted otras ofertas?

Sí, tenía una sobre la mesa del Olympiacos. Y unos clubes ingleses me pedían que esperara al final de la temporada para fichar por ellos, pero yo quería salir del Espanyol por la situación que estaba viviendo. El proyecto del Málaga era muy interesante.

¿Cómo fueron los días previos al fichaje: la no convocatoria ante el Córdoba (con Cristian Álvarez lesionado y Casilla sancionado) y el ostracismo al que le sometió Pochettino?

Cuando llegó el partido del Córdoba no había portero disponible. Soy profesional y estaba dispuesto a jugar pese a la situación (Pochettino y él no se hablan) para echar una mano a los compañeros en un club que me lo ha dado todo, pero tuve que ver el partido desde la grada.

¿Fue una liberación llegar al Málaga?

Sí, fue una liberación volver a sentirme futbolista, pertenecer a un grupo y poder ayudar a un equipo a ser importante.

En el Espanyol usted vivió media carrera: campeón de Copa en 2006 y subcampeón de la UEFA en 2007 en Glasgow. ¿Fueron sus mejores momentos?

El mejor momento fue cuando fui campeón de Copa contra el Zaragoza. Cuando se pierde una final no se puede poner como un momento bonito, porque duele perder. Fue una experiencia muy bonita en la UEFA, pero me quedo con la Copa del Rey.

¿Y los peores?

Sobre todo, la muerte de un compañero como Dani Jarque. Hubo otros, pero cuando tenemos salud, es lo más importante.

Para quienes no conozcan a Kameni, ¿cómo se describiría?

Quienes no me conozcan, tendrán que esperar para conocerme. No sé cómo me voy a describir. Soy un futbolista normal, que disfruta de su trabajo y de su pasión. Un tipo alegre.

Está casado y tiene tres hijos. ¿Cómo se llaman?

Luka, el mayor, tiene 8 años, nació en Camerún y llegó a Barcelona cuando tenía cinco meses. Ivanna, de 4 años, y Jason Lenny, de 2,5, nacieron en Barcelona.

¿Qué aficiones tiene al margen del fútbol?

Soy deportista y me encantan los deportes. Cuando hay deportes por la tele, los veo.

Y, como buen africano, la música, ¿verdad?

No se puede vivir sin la música. Me gusta mucho oír música.

Me han comentado que usted baila muy bien.

Me gusta mucho el baile. Me permite soltarme un poquito.

¿Se ha adaptado bien a la vida en Málaga?

Sí, el clima ayuda mucho, la gente es alegre y eso lo facilita.

¿Cuántos idiomas habla?

Inglés, francés, castellano y antes entendía el alemán.

Tommy N’Kono, el exportero del Espanyol, fue quien le recomendó. ¿Qué le debe a «El Padrino»?

Todo. Lo conozco desde 2000, cuando empecé con la selección. No era una relación de trabajo, sino de amistad. En Camerún y en toda África es mítico.

Siempre se ha caracterizado por ser un «parapenaltis». En su primera liga en España, le paró penaltis a Julio Baptista, Ronaldo y Torres. Los penaltis de Cristiano y Kaká, ¿fueron errores de ellos o aciertos del portero?

Cuando le paré a Ronaldo, del Barça, no había visto vídeos suyos. Parar penaltis es innato. Saber cómo los lanza el jugador a veces es peor, te hace dudar. Se dice que el penalti fallado es mal tirado. Quizás no lo hicieron tan bien.

Con 16 años se convirtió en el jugador más joven en ganar el oro olímpico, con 22 fue campeón de Copa del Rey, con 23 subcampeón de la UEFA. ¿Tiene la sensación de que ha vivido deprisa?

Eran mis momentos. Trabajo para que suceda eso, para que pase lo que tenga que pasar.

Y ahora, con 28, a punto de jugar la Champions.

Ojalá. Estamos ahí. Tenemos que luchar hasta el final para lograr este sueño, que es muy importante, no sólo para los jugadores, sino también para este club y para la afición.

¿Cómo ve el partido contra el Valencia?

Difícil. Es el tercero. Si queremos estar ahí arriba, tenemos que salir a muerte para ganar.

Si algo ha caracterizado siempre a Kameni es su ambición. Siempre habla de la Champions.

Hay que ser ambiciosos en la vida. Hay que ponerse el techo muy alto para poder llegar. Nunca pienso que voy a perder.

La fe es muy importante. Y usted es religioso. Fue el único de la plantilla que comulgó en la misa funeral por José Carlos Pérez.

La fe mueve montañas. Soy católico, creo en Dios y si estamos aquí es porque él lo ha decidido. Suelo tomar la comunión.

¿Sería una decepción no entrar en la Champions?

Con la temporada que llevamos, sí. Hemos hecho méritos para clasificarnos para la Liga de Campeones.

El destino quiso que se estrenara contra su exequipo, el Espanyol. ¿Cómo vivió aquel partido?

Fui en principio para estar en el banquillo, pero por desgracia se lesionó Willy, que se está recuperando, y me tocó jugar. Me sirvió para despedirme de la afición del Espanyol.

¿Qué pensó cuando se lesionó Willy Caballero y tuvo que sustituirle?

Dije: «No puede ser». Estamos en guerra. Somos bomberos y cuando hay fuego, hay que apagar. Allí dejé muchos amigos, como el delegado, los utileros, Javi Márquez, «El Padrino» (Tommy N’Kono)...