Estaba escrito, no podía ser de otra manera: el Málaga tenía que hacer historia en La Rosaleda, delante de su público y luego inundar las calles de la ciudad con los colores blanquiazules. Y así fue, fiel al guión firmado a fuego por los dioses del fútbol. Nada más pitar el final del partido el colegiado Delgado Ferreiro y tras la fiesta en Martiricos, miles de aficionados comenzaron a desfilar rumbo al centro de la ciudad para festejar un hito histórico en el deporte malagueño.

Los festejos se alargaron hasta bien entrada la madrugada y primero, la fuente de las Tres Gracias y después, los bares del centro, fueron los puntos álgidos de la parroquia blanquiazul para celebrar una machada como ésta.

Y es que a ocasión bien lo merecía. La afición malaguistas, siempre acostumbrada a celebrar ascensos, tenía ganas de saltar, bailar, cantar y perder la voz con una alegría como la de ayer.

La fuente de las Tres Gracias, punto de celebraciones deportivas en Málaga pese a que algunos quisieran buscar otras ubicaciones para festejar, comenzó muy pronto a recibir el goteo de la marea blanquiazul. Málaga, engalanada con los colores malaguistas para la ocasión, se fundió con la hinchada, sedienta de «triunfos» como éste.

Banderas, camisetas, bufandas y demás motivos malaguistas llenaban el Paseo del Parque rumbo a la plaza donde las tres ninfas aguardaban a la afición con muchas ganas. Y es que, el monumento que preside el parque malagueño llevaba muchos años sin recibir una visita de estas características.

Hombres, mujeres, adolescentes, niños, mascotas... nadie quería perderse ayer el festejo de la Champions. Tal fue así que los quioscos del parque se vieron desbordados por la demanda de cerveza de los seguidores.

La marea blanquiazul se fundió con el rojo intenso de las bengalas y los fuegos artificiales, que pusieron colorido a la banda sonora de la Liga de Campeones: «A la Champions oe, oe», «el año que viene, Málaga-Milán» o «esta es la afición de un equipo campeón».

Además, no faltó el tiempo para el buen humor. Y es que, pese a las miles de camisetas de Cazorla, Joaquín, Toulalan o Isco, muchos malaguistas decidieron homenajear al jeque Al-Thani y salir a celebrar con el traje típico árabe, principal estrella del malaguismo reciente.

En la noche de ayer todo valía, y por ello, también fue una velada en el que el buen rollo y la fiesta hicieron que muchos y muchas malaguistas se conocieran de manera más íntima.

La gente tomó la calle, y muchos de ellos han visto hoy el amanecer malagueño después de una noche muy larga. Una noche que ya ha pasado a formar parte de la historia de una ciudad que sabe celebrar los logros de manera única. Ascensos del Málaga, títulos del Unicaja y la Eurocopa y el Mundial de la selección española, son ejemplos de ello. No es un título como tal, pero después de las penurias que ha pasado el Málaga, ayer se celebró como tal. Aunque la afición no se conforma. Quiere volver pronto a saludar a sus tres ninfas, pero que sea con un trofeo en sus manos.