La época más esplendorosa del Málaga CF parece que llega a su fin. El jeque Abdullah Bin Nasser Al-Thani ha dejado claro su intención de vender el club o, en su defecto, no invertir más en él. Lo cierto es que el propietario catarí ha abandonado a la entidad a su suerte después de dos temporadas en las que ha llenado de ilusión al malaguismo con su idea de situar al Málaga en el olimpo futbolístico.

El jeque llegó al Málaga de la mano de Fernando Sanz en junio de 2010. Tras unas negociaciones de poco más de un mes, el expresidente y exjugador malaguista vendió el club al sheik catarí por 36 millones de euros, deuda incluida.

Al-Thani, un desconocido para el mundo occidental por entonces, llegaba a Málaga avalado por su condición de miembro de la familia real de Catar y por ser accionista mayoritario del Grupo NAS.

La incertidumbre y recelo con las que se vivió los primeros días de negociaciones entre los asesores de Sanz y el jeque, se tornó en poco tiempo en gran ilusión al ver que un importante inversor árabe pretendía hacerse con el club malacitano.

En un tiempo récord y tras varias semanas de negociaciones, Abdullah Bin Nasser Al-Thani se presentaba en sociedad como nuevo propietario del Málaga el 26 de junio de 2010. Fue en un acto sobre el césped de La Rosaleda, rodeado por su séquito y Fernando Sanz, al que por entonces le aguardaba un cargo de alto directivo en el club. Al-Thani no se pronunció durante su presentación, lo hizo através del que con el tiempo ha sido el que ha estado más en el día a día del club: Abdullah Ghubn.

El jordano, hombre de confianza del jeque fue nombrado vicepresidente y tomó la voz cantante. Explicó el proyecto malaguista y el coste de la operación de compra-venta: 36 millones de euros. Una semana después, el jeque explicó mediante una entrevista al periódico Al-Sharq catarí sus ambiciones con el Málaga CF, entre las que destacó la intención de situar al equipo malaguista en la Liga de Campeones en un plazo de 5 años.

La imagen del club cambió radicalmente. Las primeras inversiones se sucedieron en materia de reformas en La Rosaleda, obras de adecuación del Estadio de Atletismo para utilizarlo como sede de entrenamientos, proyectos de una Ciudad Deportiva acorde a un club de Primera División...

En lo deportivo, el jeque Al-Thani confío su proyecto al entrenador portugués Jesualdo Ferreira. El ex del Oporto falló estrepitosamente y al jeque no le tembló el pulso en fulminarlo tras dejar al equipo en puestos de descenso después de invertir más de 15 millones en jugadores de su gusto.

El compromiso del jeque con el club parecía incuestionable. Sustituyó al portugués con Manuel Pellegrini, al que en diciembre le acompañaron un fuerte desembolso de jugadores de relumbrón. Baptista, Demichelis, Camacho, Maresca, Caballero y Asenjo llegaron en el mercado invernal para evitar el descalabro blanquiazul.

Con la permanencia conseguida, no sin sufrimiento, el jeque decidió aumentar su inversión y tratar de colocar al equipo entre los mejores de España lo antes posible.

El verano de 2011 quedará en el recuerdo del malaguismo. El jeque regresó a Málaga para presentar el mediático acuerdo con la UNESCO, además del fichaje de Ruud van Nistelrooy, primera de las estrellas que durante ese periodo estival llegaron a La Rosaleda. Al holandés le acompañaron Toulalan, Mathijsen, Monreal, Joaquín, Isco, Sergio Sánchez, Buonanotte y cómo no, Santi Cazorla, que culminó un proyecto ambicioso a la par de ilusionante. El delirio se instaló entre la afición, que agotó todos los abonos para la temporada 2011/12.

El jeque Al-Thani ya era el gran salvador del Málaga y su popularidad ganó y ganó enteros entre los seguidores blanquiazules. Pero el mismo compromiso que mostraba con sus fichajes galácticos, él lo buscaba ante las instituciones para desbloquear sus otras inversiones en la Costa del Sol, tales como la Ciudad Deportiva de Arraijanal y el Puerto Deportivo de La Bajadilla en Marbella, incluso habló de la construcción de un nuevo estadio, al que llamaría Catar Stadium.

A la contratación masiva de estrellas se le sumó la de Fernando Hierro en los despachos, no menos importante. El exdefensa veleño del Real Madrid llegó para ser la cara visible del proyecto ante las instituciones y demás organismos federativos. El proyecto por fin tomaba forma y Al-Thani cada vez era más idolatrado en La Rosaleda.

Objetivo Champions cumplido

El equipo empezó pronto a responder a las expectativas y se situó en los puestos de cabeza, todo iba viento en popa hasta que los primeros rumores sobre impagos empezaron a circular entorno al Málaga CF. José Carlos Pérez, consejero consultivo y Fernando Hierro, trataban de parar y acallar esos rumores mostrando una imagen de calma y tranquilidad, pero las voces que hablaban de impagos y retrasos en las nóminas de los jugadores cada vez se hacían más audibles, aunque al jeque le avalaba su gran inversión, que por entonces rondaba ya los 150 millones.

La difícil situación del club, inmerso en un estado de rumores constantes, se agrabó con la muerte de José Carlos Pérez. El hombre de confianza de Al-Thani en el club pasó a mejor vida defendiendo a su Málaga, pero ni el jeque ni Ghubn asistieron al funeral del consejero y se limitaron a mandar sus condolencias a través de un comunicado oficial.

Con la perdida de José Carlos, la labor de Hierro en el club se multiplicó y las primeras denuncias comenzaron a surgir. Hamburgo, ante la FIFA y Villarreal y Osasuna, ante la LFP, denunciaron al Málaga por diversos impagos de los traspasos de Mathijsen, Cazorla y Monreal, respectivamente. Esta misma semana se añadió el River Plate por Buonanotte.

La situación se volvió insostenible para el Málaga y Hierro actuó como apagafuegos ante los clubes y jugadores. Incluso, el mánager general del club se desplazó en varias ocasiones a tierras cataríes para apremiar al jeque con los pagos. El Málaga jugó en el alambre con la licencia UEFA en juego. Finalmente, y casi sobre la bocina, una partida de dinero enviada desde Catar sirvió para pagar al Hamburgo y los primeros plazos del fichaje de Monreal a Osasuna, además de renegociar el pago por el IVA de Santi Cazorla y tranquilizar a los jugadores, que respondieron clasificando al Málaga cuarto por primera vez en su historia.

Final inesperado

Todo apuntaba a que éste iba a ser un verano tranquilo, pero nada más lejos de la realidad. Primero fue la marcha de Fernando Hierro de la entidad por desavenencias con los propietarios a la hora de gestionar los pagos. La salida de Hierro causó un gran revuelo a nivel nacional por la importancia del veleño. Después, para apaciguar los ánimos y acallar los rumores sobre los impagos, Abdullah Ghubn ofreció una rueda de prensa, a principios de junio, que será recordada para siempre. El vicepresidente, con tono irónico y desafiante, aseguró que el club no estaba en venta ni por un «trillón de euros», además de amenazar a todos aquellos que hablaran mal del club. «Quien se meta con el Málaga lo va a pasar mal».

Las palabras de Ghubn sirvieron como un bálsamo para el nerviosismo de todo el malaguismo, pero al comenzar la pretemporada todo volvió a saltar. Los impagos de la mensualidad de junio y parte de la ficha de los jugadores, más las denuncias de Villarreal y Osasuna volvieron a complicar el panorama del Málaga. Además, Rondón, Mathijsen, Cazorla y Van Nistelrooy, éste ya fuera del club, mostraron su descontento con los impagos denunciando al club ante la AFE, aunque posteriormente retiraron sus demandas tras el «pacto de Campoamor», en el que los jugadores aceptaron los nuevos plazos de cobro que les ofreció el club (31 de julio y 1 de noviembre).

La situación era insostenible y las acusaciones sobre club se multiplicaron. Finalmente, el jueves 26 de julio el jeque envió a Málaga a Moayad Shatat, directivo del grupo NAS, para hacerse cargo de la situación del club. Nadie imaginó que Shatat llegó a Málaga para negociar la venta del club, pero así fue.

Desde la llegada de Shatat, los propietarios están dando una imagen que no concuerda con la categoría de un club como el Málaga. La intención del jeque de abandonar la nave parece clara. Sus movimientos en los últimos días así lo certifican. Incluso no ha dudado en negociar la venta con supuestos emisarios de dudosa procedencia. Pero de momento no hay venta y sí desbandada de jugadores. Hay que equilibrar gastos, vender estrellas e intentar sobrevivir sin el maná que ha dejado de llegar del desierto.