Como no podía ser de otra manera y como era de prever, el calor fue uno de los grandes protagonistas del Málaga-Levante de ayer programado por las televisiones y la LFP para las 16.00 horas. A nadie se le escapa que colocar un encuentro de fútbol de máximo nivel a estas horas en pleno mes de septiembre era una temeridad y la temperatura les dio la razón. Los termómetros alcanzaron los 31º en Martiricos durante gran parte de los 90 minutos, aunque a pleno sol la sensación térmica era mucho más alta.

Por ejemplo, los aficionados de Tribuna no sufrieron tanto los rigores del calor al estar de espaldas al sol y bajo cubierto, pero en las otras zonas del coliseo malaguista el sol era insoportable. Sobre todo en la zona de Preferencia, donde los aficionados sufrieron de lo lindo el dichoso horario, aunque aguantaron estoicos y no cesaron de animar durante todo el encuentro.

Abanicos, crema solar, gorras, periódicos, sombrillas y agua, mucha agua... esos fueron los elementos principales que los malaguistas emplearon para combatir el calor reinante en La Rosaleda. Las gradas, sobre todo las de Fondo y Gol, se «desnudaron», desapareciendo así la mayoría de tonos blanquiazules para dar paso a los «descamisados» en busca de un frescor inexistente.

Pero pudo ser peor. Todo el malaguismo temía que el sábado amaneciese con una ola de Terral sobre Málaga, como sucedió el jueves pasado. Finalmente el Terral no hizo acto de presencia, pero el calor tampoco desapareció. Pese a ello, La Rosaleda volvió a registrar una entrada espectacular, 27.000 espectadores, que desafiaron las altas temperaturas y el poco sentido común de los mandatarios de la Liga, responsables de poner un partido de fútbol a más de 30º a la sombra.