Unos 150 millones ha invertido ya el jeque Al Thani en el Málaga CF. La cifra da vértigo, más en estos tiempos tenebrosos de recortes, paro y desahucios. El jeque y el Emirato catarí nos han bendecido con su presencia y construyeron, en pleno desierto futbolístico, un sueño del que ni el AC Milan tuvo la osadía de despertarnos el pasado miércoles. A mí se me escapan los motivos por los que el sheikh cambió de opinión hace seis meses y cerró el grifo. Los porqués sólo puede responderlos él. Ni Fernando Hierro ni Santi Cazorla ni Salomón Rondón pueden. Ni José Carlos Pérez, que en paz descanse. Ni siquiera Abdullah «Desterrado» Ghubn. Sólo el jeque puede desvelar con qué misión llegó Moayad Shatat en verano y cómo piensa desarrollar ese misterioso plan que nos contó hace poco: nueva política del club para que el Málaga sea autosuficiente en el plano económico. Se nos presentó un nuevo organigrama de cuatro folios. Y, en pleno apocalipsis, se llegó a hablar de bajada de sueldo general entre técnicos y futbolistas, reestructuración de la cantera e incluso, Dios no lo quiera, un ERE entre los «curritos» del club, los que se llevan a casa a final de mes una nómina que cubre la hipoteca, la luz, el agua, el gasoil para el coche y poco más.

Pero ese plan de ajuste, ese ahorro, no ha llegado, al menos que se sepa. Los ingresos, salvo la bocanada de la Champions, siguen siendo los mismos. En la pechera sigue luciendo Unesco (a la que se le paga pasta), en vez de recibir parné, por poner un ejemplo. Y los gastos de fichas millonarias (ganadas en el césped con sudor y triunfos) son exagerados e insoportables para la entidad, salvo que el jeque vuelva a tirar de chequera y equilibre la balanza. Algo que, según parece y contó el domingo este periódico, está crudo, crudo. Ni siquiera, para abonar el 70% de la ficha de la pasada temporada a la plantilla, un plazo renegociado ya este verano durante la estadía de Campoamor y que vence mañana miércoles, día 31 de octubre.

El sheikh mantiene con Manuel Pellegrini una deuda moral y el «Ingeniero», a su vez, con la plantilla. Por eso el chileno ya le tiró un par de darditos en su convocatoria pública del viernes, a modo de recordatorio y ultimátum. Y es que en pleno motín de pretemporada, él tomó el mando y, ante el desgobierno en la entidad, hizo de entrenador, de padre, de cura, de secretario técnico y, por supuesto, de director general. Él dio la cara por el jeque ante la plantilla. Y eso, qué duda cabe, ha unido al vestuario, les ha insuflado fuerzas y estímulo para firmar una temporada irrepetible e inigualable, jamás vista por estos lares. Pellegrini es el líder espiritual del club y del proyecto, ante la ausencia del jeque y el poco empaque mostrado por Shatat. Así que ahora, que hasta el jardinero Benito Mateo tuvo que irse (no por que tuviera retrasos económicos, sino porque el club le debe a los del césped, a los del abono, a los de las semillas y hasta a los del rastrillo y la maquinaria, y a él se le caía la cara de vergüenza), cumple el pago de esos 10 millones.

El jeque está en Málaga y ha visto a la afición salir levitando de La Rosaleda. Como él no frecuenta bares y tabernas, yo le diré que la gente ahora, a la hora del desayuno y de la cerveza, no habla ni del Madrid ni del Barça, sino del Málaga. De nuestro Málaga. Que los niños no visten la camiseta de Messi o Ronaldo, sino la de Isco. Y que en el estadio, sea el día que sea y a la hora que sea, no cabe un alfiler. Y que con 10 millones se arregla el asunto, por ahora. Parece de justicia, por lo tanto, cumplir con lo firmado y lo pactado, ni más ni menos, con un grupo de futbolistas que se lo merecen. Y evitar, así, que en el resto de España nos vuelvan a mirar de soslayo y a llamarnos morosos. Así que, si usted está enfadado con los políticos, con la autoridad portuaria o con Hacienda, estoy con usted. Pero, al menos, permítanos echar esta temporada. Y el año que viene, pues que sea lo que Alá diga.