Un lanzamiento al palo a tiro de Saviola, un mano a mano enviado a las nubes por Santa Cruz, un par de manoplas salvadoras de Moyá, otro disparo sin fortuna del paraguayo con acrobacia incluida... Sí, posiblemente ayer el Málaga no mereció ganar en el Coliseum Alfonso Pérez, pero tampoco mereció perder ante un Getafe correoso y que sólo puso pundonor y oficio en el gélido estadio madrileño. Uno de los dos únicos disparos entre los tres palos de los locales, a remate de cabeza de Lopo -ni siquiera él sabía dónde había acabado su cabezazo- supuso un nuevo impás en la evolución malaguista y un frenazo a la ilusión blanquiazul, que sueña con volver a ver al Málaga entre los cuatro mejores de España.

Seguramente hoy habrá ideas encontradas, percepciones contrapuestas del partido malaguista de ayer tarde. Para unos, al equipo de Manuel Pellegrini le faltó chispa e intensidad para encontrar la victoria. Otros se acogerán a la mala suerte, a la dichosa fortuna, que ayer fue más esquiva que nunca para justificar la derrota.

La realidad es que con números en la mano, el Málaga mereció mucho más. Quizás las señales que el equipo emitía desde el césped distaban mucho de un equipo que buscaba la victoria con ahínco. El lenguaje corporal de los malaguistas no hacía entender que el triunfo e incluso el empate estaba cercano. Y de ahí emana la diversidad de opiniones sobre lo acontecido ayer en el pueblo del sur de Madrid.

La cruda realidad, sin paliativos, es que el Málaga se marchó de Getafe de vacío. No era un encuentro complicado, pero sí correoso de afrontar. El Málaga supo leerlo por momentos, pero en otros naufragó sin parecer tener un plan concebido, una fuga en caso de alarma. Tardó en hacerlo, pero atajó la pelota y la movió esperando la inspiración de los hombres de arriba. Pero no llegó. Y el Málaga más obrero no se encontró con su lado más artista. Joaquín buscó a su duende, pero no estaba. Isco imaginaba regates imposibles, pero no se materializaban. Y Saviola trazaba desmarques ficticios que no llegaban a producirse. De ahí que la defensa del Getafe pareciese un inmenso frontón azulón, infranqueable para un equipo con las ideas congeladas.

A los puntos posiblemente el Málaga habría ganado este encuentro, pero son los goles los que cuentan en este caprichoso juego. En esta ocasión, diez minutos de cortocircuito blanquiazul fueron letales. El famoso «otro fútbol» que al inicio de la segunda mitad puso en práctica el Getafe sacó al equipo de Pellegrini del partido. Y en uno de los córners botados por Pedro León, Lopo sólo tuvo que poner la cabeza en el primera palo para que el balón se colara, sin saber muy bien cómo, en la portería de Caballero (57´). Fue el primer disparo a puerta de los locales, pero acabó en gol. Suficiente, al parecer, para superar a este Málaga que lejos de casa sestea y no golpea.

Tardó en reaccionar el equipo de Pellegrini. No encontraba su sitio. Malos controles, desorganización, precipitación y desajustes defensivos. El caos se apoderó por minutos del conjunto ayer de verde lima.

Y no fue hasta la entrada de Santa Cruz y de Buonanotte hasta que el equipo cambió su cara. Hubo dos ocasiones clarísimas para revertir la situación, pero ayer no era el día. Primero Santa Cruz, solo ante Moyá, eligió con su zurda la peor opción que fue intentar una vaselina sin éxito (74´).

Cinco minutos después, era Saviola el que encaraba al inmenso portero del conjunto madrileño en otro mano a mano. Moyá acertó el disparo del argentino y desvió el tiro al larguero, llegando a desviar incluso el rechace (79´).

Ahí se escurriría el empate entre las manos para conceder al Getafe el cetro de la victoria. Incluso los locales pudieron ampliar la cuenta en alguna ocasión aprovechando los espacios a la contra.

Desde luego, este Málaga es otro bien diferente lejos de Martiricos. Ayer sumó dos meses sin conseguir la victoria a domicilio. Se suele mostrar rocoso y trabajador, pero también suele dejar la alegría de su juego encerrada en Martiricos bajo llave, como si tuviera miedo a que se la robasen.

Si el Málaga pretende asaltar puestos de Liga de Campeones, lejos de La Rosaleda debe ofrecer un punto más, algunas dosis de su inmensa genialidad. Sólo así podrá encontrar el camino hacia Europa de nuevo. Sólo así seguirá siendo una alternativa seria.