Existe un interesante debate abierto en los últimos tiempos en el fútbol sobre la posesión del balón. Para unos, simplemente es estadística. Para otros, es una filosofía de juego o un estilo a seguir. Lo cierto es que el Málaga de Schuster, que en teoría busca ser dueño y dominador de la mayoría de los partidos que dispute, logró controlar el pasado viernes contra Osasuna más la pelota que su rival por vez primera esta temporada (59 por ciento de posesión), pero sin duda fue un control estéril a raiz del resultado final (0-1).

El objetivo de este Málaga es subir sus prestaciones paso a paso, sin saltarse capítulos de aprendizaje de golpe en el manual de cómo hacer un equipo. Si en las primeras jornadas de Liga el conjunto blanquiazul se mostraba sumamente defensivo, tras el primer parón se vio al equipo más hecho y con conceptos más claros. Fruto de ello fueron sus primeras victorias y sus primeros goles.

Sin embargo, el concepto de dominar la posesión ha caído, de momento, en agua de borrajas. Y es que el Málaga parece ser un equipo que se siente cómodo sin balón, que defiende con solvencia -fruto de ello es que a día de hoy sigue siendo uno de los equipos menos goleados de Primera con siete tantos por los seis de Barcelona y Atlético- y que se preocupa más de su portería que de la del rival. De ahí que hasta el viernes, dominar el esférico haya sido una tarea casi imposible.

Schuster le pidió a sus jugadores la pasada semana dar un paso al frente, intentar hacerse acreedores del resultado con la pelota como argumento. Para ello puso en práctica algunas variantes sobre el césped. Obligó a su defensa a mostrarse más adelantada, dejando también más espacios que los aprovechó Oriol Riera durante toda la primera mitad.

Además, también se buscó presionar al rival en su propio campo, algo que solventó Osasuna con relativa facilidad, aunque en la segunda mitad sí se vio los frutos de esa presión. Pero convivir en el campo rival -sinónimo de controlar la pelota-, también evidenció una de las carencias de este Málaga. La ausencia de un «10» como tal, la falta de un Sandro en el equipo -algo que el club estuvo buscando en el mercado hasta el último día- deja muy mermadas las opciones malaguistas ante defensas cerradas como la que planteó el conjunto rojillo en La Rosaleda el viernes.

Portillo intentó asumir el rol de creador, pero estaba sumamente controlado y este Málaga se mueve con mayor comodidad en tareas defensivas que ofensivas. El propio Schuster lo confirmaba tras el duelo que acabó con derrota y que devuelve sensaciones contrapuestas. «Osasuna estaba muy bien posicionado. Nosotros, por tener más balón que en otros partidos, nos confiamos demasiado y dejamos de defender en la pérdida del balón, justamente lo que hablamos esta semana que era necesario, trabajar más en su campo», admitió el míster.

El cuarto equipo que más remata a puerta

El Málaga CF de Bernd Schuster no necesita la posesión del balón para crear peligro en la portería rival. Las transiciones rápidas son en muchos casos sus mejores argumentos y la claridad de ideas de sus atacantes no debe verse mancillada por el toque continuo de balón. De hecho, el Málaga es el cuarto equipo que más remata a la portería rival en Primera con 103 remates en total y una media de 13 remate por partido.

Unos dígitos que muestran a un equipo ofensivo, aunque contraste con los números de posesión de balón. Lo cierto es que el equipo de Schuster tiene potencial ofensivo, pero posiblemente no está fabricado para controlar los partidos.

En las primeras jornadas de Liga vimos a un Málaga con transiciones rápidas en ataque. Un hecho que no pudo poner en práctica contra Osasuna porque no tenía espacios. El Málaga es cuarto por detrás de Real Madrid (167 disparos), Barcelona (149) y Atlético de Madrid (106), aunque empatado con la Real Sociedad.

En los remates en contra, el Málaga ha recibido 91 con una media de 11,38 por partido. El conjunto de Schuster está en mitad de la tabla de estas estadísticas que domina el Barcelona (67) junto a Espanyol (75). El Levante, al que más le disparan (137).