Era el día de Isco Alarcón. La fecha estaba marcada en su calendario en rojo pasión. Por primera vez tenía al otro lado al Málaga CF, a su equipo hasta hace unos meses, al club en el que creció y se hizo grande. El de Arroyo no brilló. Quizás le pudo la presión de jugar contra muchos amigos. Ancelotti lo sustituyó en el minuto 72 y recibió la ovación unánime del Bernabéu. Le aplaudieron los que iban de blanco en la grada y, todavía más, los que iban de albiceleste. Nada que ver con lo que le espera en Martiricos en la segunda vuelta.