La Liga dio ayer su pistoletazo de salida para el Málaga CF con un partido de vértigo, de los que hacen afición pero también de los que en un despiste se llevan a uno por delante. El final de La Rosaleda fue de alta tensión, no apto para cardíacos, donde el conjunto de Javi Gracia refrendó su buen hacer veraniego con una victoria sobre el Athletic preChampions que el curso pasado casi era inexpugnable. Desde luego, es una magnífica carta de presentación en el campeonato que acaba de comenzar.

Sin embargo, la victoria sobre los rojiblancos fue más compleja y sufrida de lo soñado en un principio. El Málaga se adelantó en el marcador gracias al tanto de Luis Alberto en la primera mitad, pero luego apenas pudo achicar agua evitando lo que parecía inevitable. Un final loco con un gol anulado a Gorka Iraizoz -sí, el portero del Athletic remató con la testa como si fuera una reencarnación de Urzaiz o Llorente- puso patas arriba el coso malaguista, que acabó pidiendo la hora. No era La Malagueta ni tampoco estaba sobre el césped José Tomás, pero el tanto anulado fue como una cornada al Málaga de Gracia. Daños superficiales perfectamente subsanables, pero que hicieron temer lo peor.

Ése fue el momento más delicado del conjunto blanquiazul en todo el partido, ya que el resto estuvo aparentemente controlado. El equipo de Gracia gustó por sus hechuras, su saber estar y su desparpajo cuando pisó el área. No nos engañemos, éste no es un equipo nuevo, son los mismos mimbres que el año pasado pero con pequeños retoques. Y he ahí el éxito del entrenador, que se hizo notar su mano en un verano loco y cargado de idas y venidas.

Al Málaga de Gracia ya se le esbozan varios detalles ilusionantes. Véase la defensa adelantada, la presión de sus delanteros, la solidaridad en el trabajo y también mucho, muchísimo descaro cuando el balón pasa por sus jóvenes talentos. Es un equipo que puede dar muchas alegría este curso, pero que debe madurar partiendo de esta base que ya está formada.

Y es que no hay que elevar el optimismo desmesurado para caminar tres metros sobre el cielo, como suele ocurrir en esta tierra de ilusiones y extremismos. La victoria, aunque trabajada y merecida, debe ser refrendada con buenos resultados en el futuro.

Sobre el partido, curiosamente, las rotaciones las hizo Gracia, que apostó por un once más o menos claro durante todo el verano y sin embargo puso de salida varias sorpresas. Mayúscula fue la presencia de Kameni, al que se le hacía casi en la puerta de salida con las maletas y el que finalmente acabó siendo la estrella. También sorprendió ver de inicio a Juanmi, menos a Luis Alberto, que apunta a titularísimo a partir de ahora.

Lo cierto es que ese bloque blanquiazul saltó de inicio casi a pie cambiado, enérgico pero impreciso, solidario pero intermitente. Tardó en asentarse el Málaga ante un Athletic más hecho y con las ideas más claras. Sin embargo, el partido mostraba los síntomas propios de un duelo veraniego donde todos quieren agradar e ir tomándole el pulso a la competición.

Pronto se vio que el Athletic no venía a verlas venir, que su sueño estival de la Champions no le tenía en vilo. Aduriz pudo adelantar a los rojiblancos en un mano a mano con Kameni, pero el camerunés mostró, al fin, sus dotes felinas.

Tardó el Málaga en tomarle el pulso al partido, pero lo hizo pasada la mitad del primer asalto. Ahí comenzó a crear y a molestar al rival. Y en una de esas, gracias a un despiste de la zaga visitante, Santa Cruz aprovechó para irse de Iraizoz y ser objeto de penalti. Luis Alberto, un «novato» en Martiricos, lo lanzó, lo falló, pero remachó su propio rechace (36´). Era el primer y único gol del partido, aunque eso aún había que trabajarlo.

Se fue el Málaga al descanso superior y dominador. Sin embargo, el paso por vestuarios sentó mejor a los de Valverde, que salieron con las ideas más claras. Comenzó a apretar el Athletic con casta y calidad. Muniain por un lado, Susaeta por el otro y Aduriz llevando el miedo. Kameni, siempre atento, se mostraba seguro en el juego aéreo.

El Málaga, mientras, se defendía como gato panza arriba. Achicaba balones y trabajaba cada jugada con maestría. Su orden táctico remitía los daños del ímpetu visitante. Claramente metido atrás, sólo las contras peligrosas hacían dudar al Athletic de si ése era el camino a seguir.

Horta comenzó a ser un puñal y Santa Cruz, su mejor asistente. Varias ocasiones llevaron el sello de la sentencia final, pero no llegaron a materializarse, como una de Samu que se fue lamiendo el palo de Iraizoz.

El partido entró en su estado máximo de locura cuando Duda fue expulsado. Roja justa e infantil. Esa era la chispa que faltaba para poner todo patas arriba. Antunes también fue expulsado, también de manera justa. Pero el Cartojal del partido llegó en la prolongación. Primero el gol anulado a Iraizoz aparentemente legal y luego un penalti no señalado sobre Aduriz. Las cámaras demostrarían luego que Mateu acertó con decisiones casi de cirujano.

Gran triunfo, alegría máxima y buen punto de partida.