Se acerca el otoño y una vez más, el césped de La Rosaleda vuelve a mostrar su peor cara. Un verano caluroso, el famoso hongo Pythium, el ajetreo de los primeros partidos... De una forma u otra, el verde malaguista muestra sus deficiencias un año más, lo que ha levantado las críticas de la afición y sobre todo de los profesionales.

Si Javi Gracia ya lo advertía en la previa del choque ante el UD Levante, en el duelo contra los granotas se corroboró el mal estado de la hierba. Mucha arena, se levanta con mucha facilidad y puede provocar errores o, lo que es peor aún, lesiones.

Los propios jugadores también se han mostrado críticos tras disputar el encuentro del pasado sábado y la reacción del club, por el momento, es de cautela.

Las últimas semanas de calor no han ayudado a asentar el césped. Y es que en esta ocasión, los tratamientos preventivos del club han evitado que el famoso hongo Pythium afecte al verde, como sí ocurrió el curso pasado. Sin embargo, una de las medidas era regar poco el campo, lo que ha perjudicado en el agarre de la raíz. La hierba no está del todo asentada, de ahí que se levante con suma facilidad en cada acción con intensidad.

En el club no se plantean la resiembra ni el cambio de los tepes por el momento y aunque se afanan en mejorar el césped para el duelo contra el FC Barcelona, donde las miradas del planeta futbolístico estarán puestas en Martiricos, asumen que tras el nuevo parón en octubre podría verse la recuperación definitiva, cuando el calor remita y algo de lluvia haga acto de presencia. Toca esperar.