Estaba claro que este día tenía que llegar tarde o temprano, que el tropiezo inesperado podía sorprender al malaguismo más pronto que tarde, y que caer ante un teórico rival inferior era una posibilidad real y patente. Y ese día llegó. Anoche, ante un ordenado y rocoso Almería, que puso muy cuesta arriba el partido al Málaga y que se llevó los tres puntos de Martiricos para aliviar su posición en la tabla y para dejar al conjunto blanquiazul como séptimo, sin opción de asaltar el puesto de Liga Europa.

Resumen y goles del partido

Podríamos decir que el resultado de anoche no importa, que el Málaga ha cosechado tan magnífico zurrón de puntos a estas alturas de campeonatos que un simple borrón no emborrona su obra maestra. Todo ello es cierto, pero cuando te acostumbras a ganar quieres más. Y ayer todo el malaguismo quería la victoria sí o sí.

Lo cierto es que hay muchos análisis paralelos al tropiezo. Que si las vacaciones han pasado factura, que si las lesiones son un lastre ya demasiado importante o que si la venta de Santa Cruz se notó demasiado. Cualquiera puede tener su parte de certeza, pero la realidad mostrada ayer sobre el verde de Martiricos es que el Málaga fue un quiero y no puedo. Cierto es que le faltó profundidad. También garra y frescura. Pero todo ello unido a un buen partido del Almería acabó en tragedia.

Además, con la inestimable ayuda de Fernando Teixeira Vitienes, que ya se la lío al Málaga en el Vicente Calderón inventándose la expulsión de Samu y ayer la volvió a liar con varias acciones polémicas, pero sobre todo con el más que dudoso penalti decisivo del partido. Fue en los minutos finales, justo tras el empate del propio Samu García, cuando el ínclito colegiado pitó la pena máxima.

Hemed, que estuvo ayer en estado de gracia, no perdonó el regalo y marcó el segundo suyo de la noche para llevarse los tres puntos hasta tierras almerienses.

Posiblemente, a tenor de lo visto ayer, sacar incluso un empate ya hubiera sido un premio para este Málaga ramplón, lento y previsible. La pena fue que este equipo se pareció poco al que nos tenía acostumbrados. Se echó de menos a Camacho, que da una consistencia y seguridad al resto del equipo para atacar que sólo parece tenerse en cuenta cuando no está. También se lamentó más acierto en los pases. Más osadía en los regates. E incluso más apoyos a Amrabat, que casi fue una isla en el ataque blanquiazul.

Pero como decíamos, el partido comenzó frío, no sólo en el ambiente, donde la gente parecía más pendiente de los adornos navideños en La Rosaleda que del propio partido. Le costó al Málaga entrar en el duelo y salió más enchufado el equipo de JIM. Thievy fue un puñal con Corona como jefe de orquesta, pero manteniendo a Hemed como el principal peligro ofensivo.

Las ocasiones no tardaron en llegar, pero casi siempre en el área de Kameni. Acercamientos peligrosos que no terminaban de materializarse. Pero el colmo de las locuras fue en el minuto 30, cuando Teixeira paró el partido en un mano a mano de Juanmi porque había dos balones en el campo. Todo correcto, solo que el otro balón estaba a cien metros de la jugada, en el otro área.

Ese fue el punto de partida del desquiciamiento colectivo. Los fantasmas del pasado aparecieron. Y el gol de Hemed, en un error en cadena de la zaga al defender una falta, puso el 0-1. Sólo había que ver a Javi Gracia en la banda maldecir al cielo para saber que las cosas estaban saliendo rematadamente mal, totalmente contrarias a lo que él habría planeado.

Tras el descanso, el Málaga subió una marcha. Intentó apretar al rival, abrir más el campo y mover el balón más por las bandas con sus extremos y sus laterales. No funcionó demasiado y Gracia tuvo que mover el banquillo. Entraron Luis Alberto y Rescaldani, aunque la aportación del argentino quedó en seria duda. Fue su debut liguero esta temporada, pero hubo más oscuros que claros.

La polémica

Aún así, Samu consiguió empatar el partido en una gran acción colectiva con un auténtico golazo (73´) dejando algo de tiempo para terminar la heroica. Pero en la siguiente aproximación rival, Teixeira no falló y señaló pena máxima para que Hemed marcara.

El partido murió en ataques estériles malaguistas, aunque con el Almería con uno menos por expulsión de Míchel en el descuento. Volaron los tres puntos y aunque el colchón es amplio, la sensación es de ocasión perdida para seguir peleando por Europa.