Se va a arrepentir el Málaga CF. Y mucho. Tener tan cerquita Europa y dejar pasar el tren, una y otra vez, seis semanas seguidas ya, es temerario e inexplicable. Porque va a ser complicado que lleguen en el futuro oportunidades como la de esta temporada por estar jugando en el Viejo Continente. Entre la «tiesura» del jeque, que todo lo que se vende (Roque y Antunes incluidos) se queda en la «caja b» y que no hay dinero ni para quedarse con la estrella del equipo... Va a ser difícil, muy difícil, que el Málaga vuelva a salvar la categoría -el objetivo real de este equipo- restando un tercio aún de Liga y que tenga tan cerca, tan al alcance de la mano, un puesto europeo. Y que se dejen pasar las oportunidades como ese tren que abandona el andén, conscientes de que se va una gran oportunidad. Seis semanas dejando pasar el tren de Europa son muchas, demasiadas. Seis partidos sin ganar en Primera, a estas alturas del curso, cuando quieres ser sexto o séptimo, te deja el culo «pelao» y te obliga a mirar, más que hacia delante, hacia atrás. El Athletic ya está a un punto y con el apoyo federativo y del estamento arbitral parece ya cuestión de tiempo que sobrepase a los blanquiazules.

El cabezazo final de Javi Guerra endulza un empate que es sólo eso: un punto. Y, cuando estás obligado a sumar de tres en tres para jugar Europa y te visita el Dépor, y acumulas cinco semanas sin oler el triunfo, ése es un botín exiguo, casi ridículo. Es una ocasión perdida, un paso atrás tremendo. Porque antes de ese cabezazo, la falta al palo de Lucas Pérez dejó sin respiración a los blanquiazules e hizo que La Rosaleda, consciente de lo que había en juego, incluso silbara a los suyos, tratando de espabilarlos. ¿Qué demonios le pasa al equipo?

Esa plantilla agresiva, que salía a morder, que iba a buscar al rival, no a esperar a ver qué ocurría, que iba al cuello, a atropellar al rival de turno, ha pasado a la historia. Hace unos meses venir a La Rosaleda era sinónimo de espectáculo, de alegría. Ahora sentarte en tu asiento es, en demasiadas ocasiones, un coñazo. El Málaga ya no juega al fútbol como antes. El Málaga, desde que cumplió el objetivo de la permanencia, se ha echado a un lado. Y no creo que sea un tema físico, para más de cabeza. Ayer los «Samus» no aparecieron, el centro del campo no creó fútbol, el centro de la zaga fue un coladero, Kameni se quedó en una media salida en el cabezazo del empate de Oriol Riera y apenas se vislumbró garra y ambición, salvo en Amrabat.

Resumen y goles del partido:

Boomerang Amrabat

Ojito con Amrabat, porque su futuro puede ser un boomerang que se vuelva contra el club. Si el jeque, si la propiedad, si la entidad no es capaz de comprar, salgan de donde salgan esos 3,5 millones de euros, al futbolista más desequilibrante del Málaga CF, que luego no cuenten milongas, que luego no apelen al sentimiento blanquiazul en la campaña de abonos, que no pidan esfuerzos y apoyos si es que el club deja pasar la oportunidad de amarrar a tu mejor futbolista. Hasta final de mes hay tiempo. Esta semana se decidirá. Confiemos que sobre él se pueda construir el nuevo Málaga CF 2015/16.

El partido fue decepcionante. El equipo llevó el peso del partido, más por demérito del rival que por convencimiento local. Una vez que el Málaga se habituó a jugar con 11 futbolistas pasó a controlar el choque. Sucedió antes que Castillejo, por un golpe en el gemelo, y luego Juanmi, por un manotazo que le produjo sangre en la cara y le obligó a ir al vestuario, tuvieron que abandonar el césped. En esos 10 primeros minutos, el Málaga estuvo más con 10 que con 11. El Dépor salió duro, pero luego se vio el equipo que es. Blando, blando, blando... Tan blandito, que al Málaga le debió dar fatiguita. Porque no se explica otra cosa. Le abrió la puerta de Kameni en dos fallos clamorosos defensivos, que Lucas Pérez no supo materializar. Lugo Samuel le dio un manotazo al balón dentro del área... Un despropósito. El equipo trató de tirar por la calle de enmedio, enviando balones en largo, con escasa circulación y poca claridad de ideas. Con sólo eso le dio al Málaga de Javi Gracia para tener un par de ocasiones claras, como la de Juanmi, que se revolvió y, al borde del área pequeña, tiró con la puntera de la zurda al lateral del palo, pero al «malo», al que se va a saque de fondo.

5 minutos de fútbol

Así que, lo mejor que sucedió en los primeros 45 minutos fue el paso por los vestuarios. Ahí Gracia aclaró conceptos, insufló energías y detalló la hoja de ruta hacia la Europa League. El Málaga que salió tras el descanso fue otro distinto. Desde la primera jugada se vio más chispa, más ganas, más energía, más poderío. Amrabat habilitó a Castillejo en un pase de la muerte formidable. Pero al malagueño le faltaron dos números más de bota para engancharla con la punterita. Un minuto después, el marroquí nacido en Holanda no buscó aliados, no quiso compañeros de viaje. Como ha hecho tanta veces ya en La Rosaleda, de espaldas a portería en la frontal, se revolvió y lanzó un disparo seco que Fabricio desvió, pero no lo suficiente. El estadio entero lanzó los brazos al cielo plomizo de ayer, que se había reflejado hasta el momento en el césped de Martiricos. Amrabat corrió para festejar y dedicar el gol al preparador físico del equipo, Juan Solla, expulsado por Mateu Lahoz en el último encuentro en casa.

A partir de ahí, con sólo cinco minutos de subidón, regresó el Málaga triste y difuso. El del tiempo, el plomizo. El Dépor empató con un falta lateral en la que Kameni se quedó a medias y Sánchez no sujetó a Riera. Pudo llegar el segundo, tras una falta del propio Sánchez, que se comió el desmarque del rival, y Lucas tiró al poste, con Kameni de estatua. La Rosaleda espoleó a los suyos, llegó la ocasión de Guerra y la milagrosa mano de Fabricio. El fútbol no quiso premiar al Málaga. Simplemente, ayer no lo mereció.