El Málaga al fin consiguió romper su racha sin marcar en esta temporada, pero lo hizo, para colmo de males, en su propia portería. Un tanto que propició una nueva derrota, ésta a manos del Villarreal, y que mantiene al equipo en los puestos de descenso con dos puntos, penúltimo, y empatado con el Sevilla, colista con peor diferencia de goles.

Una desagradable ironía sentenció al Málaga ayer en Martiricos, que mereció más, pero la suerte le regateó. Tissone marcó de cabeza el único gol del partido en su propia porteria ­-él no quería-, una acción que no debió darse ya que la jugada venía precedida de una falta inexistente a favor del Villarreal.

La mala suerte destrozó al Málaga, que murió volcado en la portería amarilla sin conseguir marcar, y ya van cinco partidos con la pólvora más que mojada. 450 minutos, casi nada. Un récord histórico negativo para el Málaga que deberá evitar agrandar el próximo sábado en una de las peores plazas posibles: el Santiago Bernabéu.

Pero que nadie se equivoque, el Málaga ayer no sólo perdió el partido por un lance desgraciado o por la incompetencia arbitral de este debutante en Primera. El Málaga 2015/16 aún no se encuentra, no tiene ningún «flow» y Javi Gracia sigue sin dar con la tecla para hacer jugar al equipo con garantías.

Los datos y los números hablan por sí solos. El primer tiro a puerta blanquiazul fue ya entrada la segunda mitad, con un disparo manso y lejano de Charles que desvió sin problemas Areola en el minuto 48. No fue gran cosa, pero el simple hecho de que el Málaga lance entre los tres palos ya es noticia.

El equipo de Gracia no termina de funcionar, y eso que el navarro cambió el dibujo e introdujo en el once a Juanpi Añor, con el que el equipo tuvo más control de balón en los primeros compases del juego. El venezolano, Recio y Duda combinaron con criterio pero muy planos y el Málaga regresó a las feas costumbres del patadón en largo instauradas ante el Eibar y Getafe. En estas lides, Charles no olió ni una ante el portento Bailly. Mucho pundonor y sacrificio pero de remate, muy escaso.

Mientras, el Villarreal se parapetó muy ordenado atrás (raro en el conjunto amarillo) y se limitó a salir a la contra con Leo Baptistao. Repitió estrategia una y otra vez y el brasileño sembró el pánico con su velocidad entre los zagueros malaguistas.

Incluso el «Submarino», pese a no dominar, gozó de las mejores ocasiones, que obligaron a Kameni a entrar en acción. El camerunés salvó con mucho mérito dos ocasiones de Nahuel y Baptistao que pudieron sentenciar en la primera mitad.

El Málaga quiso pero no pudo. La segunda mitad sirvió para que La Rosaleda encontrara culpables en la figura de Horta, que sigue sin devolverle al entrenador la confianza depositada en él partido tras partido; en la de Tissone, que más allá del gol en propia puerta erró varios pases de benjamines que desesperó al respetable; y en el cambio de Juanpi por Cop, no entendido por el público.

Además, regresaron a La Rosaleda los Samus, dos productos de la cantera malaguista muy queridos y a los que se les recibió con honores. Jugó sólo Samuel García, los 90 minutos y fue un «amigo» para el Málaga. Castillejo, por su parte, no pudo jugar contra sus ex, pero también se llevó una gran ovación cuando saltó a calentar.

Tras la ironía del gol en propia puerta, solo faltaba que uno de los Samus sentenciara el partido para acabar de rizar el rizo. No sucedió pero el daño, igualmente, ya estaba hecho y lo que viene, además, no es nada halagüeño.