Ver para creer. El Málaga depresivo, el que no le hace un gol a nadie, el equipo incapaz de construir fútbol en el centro del campo, el atascado y sin ideas, el del patadón y tente tieso resulta que salió ayer del Santiago Bernabéu por la puerta grande, con un 0-0 de lo más meritorio. Y es que uno de los mejores equipos del mundo fue incapaz de hacer «pupita» a Kameni y compañía en 95 minutos de juego. Lo dicho: ver para creer.

¡Qué bonito es esto del fútbol! Cuando menos se lo espera uno... ¡zasca! Los albicelestes, superados en fútbol en las dos últimas semanas por Eibar, Getafe y Villarreal, se plantaron ayer en Concha Espina como víctimas y salieron como héroes, tras reivindicarse ante todo el planeta futbolístico con el mejor partido de lo que va de temporada.

El clínic defensivo de los de Javi Gracia fue de matrícula de honor. Ni un error. Bien los laterales y mejor los centrales. Trabajo a destajo de los dos mediocentros y repliegue simétrico de los de arriba para arropar a uno de los porteros más en forma de... ¡¡Europa!! Sí, de Europa. Y no es ninguna exageración. Porque lo de Kameni en este inicio de temporada es para que venga el City devuelva a Caballero y se lleve al camerunés. Im-pre-sio-nan-te.

Lo que parecía una utopía en las horas previas, se hizo realidad. Cuando nadie lo esperaba, apareció la mejor versión malaguista de la temporada. El objetivo estaba claro en los papeles: achicar, robar y buscar a Amrabat. La táctica llegó a desesperar al Real Madrid ya en los primeros 45 minutos. Los merengues se quedaron sin espacios y, cuando los tuvieron, se encontraron siempre con Kameni.

Mención especial en la disposición de las piezas sobre el tablero verde de Chamartín, desde luego, para Amrabat. En esa primera parte, el marroquí fue capaz de fijar a dos y hasta tres defensores junto a él por su movilidad, por su dominio del juego con el cuerpo y por su verticalidad continua en busca de la portería de Keylor Navas.

Jesé, Cristiano e Isco es cierto que estuvieron cerca de hacer saltar por los aires el trabajo del Málaga, pero el árbitro mandó a todos al vestuario en el intermedio con el inicial empate 0-0, aunque con mucho camino todavía por recorrer.

Nada más arrancar la segunda parte todo pudo cambiar en dos minutos. Kameni sacó una mano abajo a Cristiano cuando todo el estadio ya cantaba el gol; pero es que en la jugada posterior Recio hizo enmudecer al Bernabéu con un lanzamiento de falta magistral que Keylor Navas despejó no se sabe ni cómo.

Con el paso de los minutos el Málaga dio un paso atrás. Fuera por decisión propia o por el empuje del rival, lo cierto es que el equipo tuvo un cuarto de hora o veinte minutos en los que sufrió de lo lindo. Ya no había robos de balón, ya no duraba más de dos o tres pases la pelota. Fue un acoso y derribo de los blancos contra un Kameni que resistió como pudo cada arreón.

El Madrid se desquició ante su impotencia ofensiva. Eso permitió algunos errores del equipo de Benítez y que el Málaga incluso pudiera sacar mayor botín. Dos o tres contras albicelestes pudieron hacer que la fiesta fuera mayor, incluso dentro de los últimos diez minutos, ya con un jugador menos por la inoportuna expulsión de Amrabat.

Ayer titulé la previa: «Misión ¿imposible?». Dije que era el peor rival posible en el peor momento posible y en el peor escenario posible... Pues nada de nada. El Málaga CF llegó al Bernabéu en estado grave y con respiración asistida y salió del coso merengue más vivo y coleando que nunca. Eso sí, el sábado hay que ganarle a la Real Sociedad. Si no, lo de ayer no valdrá para casi nada.

Hoy, al menos, toca disfrutar del domingo con este puntazo. El malaguismo está de enhorabuena.