Suenan tambores de guerra en Martiricos. Huele a chamusquina y nadie parece que tiene su puesto de trabajo asegurado a la ribera del Guadalmedina. Desde Qatar, el presidente Al-Thani está dispuesto a sacar la escoba para barrer lo que no le gusta y así ejecutar los anunciados «cambios» de los que habló hace un mes en su perfil de Twitter. Es curioso que en tiempo de crisis deportiva, el dueño de la entidad abra otro frente en los despachos, con la mayor crisis institucional desde que le compró el club a Fernando Sanz, hace ya más de 5 años.

Me cuentan que el sheikh está muy preocupado por un hipotético descenso del Málaga CF a Segunda División, algo que sería una ruina deportiva y, sobre todo, económica -lo que a él más le afecta- para la entidad albiceleste. Y buscando responsables, canaliza la culpa de lo que no está funcionando en el césped hacia los del traje y la corbata.

El problema es que si Al-Thani piensa que por quitar a Mario Armando Husillos -o a Vicente Casado o a Manuel Novo- del medio, el equipo va a ganar este sábado en Cornellá-El Prat y la semana siguiente al Granada, ya le digo yo que está muy equivocado. El problema que tiene el Málaga CF es de recursos humanos. De que se ha vendido todo lo vendible y no se ha fichado casi nada. Y lo que ha llegado... (y ahí sí entiendo que esté molesto con los rectores deportivos).

Pero el problema no se soluciona cambiando cromos en los despachos. El «quítate tú que voy a poner a otro» no es la solución. Todo el mal que tiene el Málaga CF se soluciona con billetes. Para que el jeque lo entienda, la situación es exactamente la misma que la primera temporada en la que él desembarcó en Málaga. En aquella ocasión todo se solucionó en el mercado de invierno. Se ficharon jugadores de caché y el equipo se salvó. Con dinero es fácil. Pero sin sacar la cartera del bolsillo ya puede «cepillarse» hasta al que pinta las líneas del estadio que no habrá salvación posible. Por eso, antes de barrer debería construir. Y con el mercado invernal a la vuelta de la esquina, la oportunidad es de oro.

A Al-Thani habría que explicarle también que esto no es la Play Station. Que al Málaga CF no se le puede teledirigir con un mando a distancia desde Doha. No conozco a ningún propietario que cuando tiene problemas en su empresa no se remangue la camisa y empuje como uno más. El sheikh, sin embargo, es un presidente virtual. Sabemos que está porque lo hemos visto un par de veces, pero su inacción es el foco de todos los males. Eso y su decisión irrevocable -hasta la fecha- de no invertir son los barros que ahora traen estos lodos.

Si el jeque piensa que esto es un juguetito, hay que decirle que su juguete se ha roto. Y ahora es el momento de arreglarlo. No vale con ir a echarle la culpa al de la tienda que se lo vendió. Y si para arreglarlo hay que soltar la pasta, pues tendrá que soltarla. Porque lo que para él es solo una empresa, para miles de malagueños es un sentimiento y un modo de vida. Una ilusión a la que agarrarse de fin de semana en fin de semana. Y con eso no de juega.

Decidido a no vender ni tampoco a estar en el día a día del club, entonces Al-Thani debe colocar al mando a alguien con capacidad, no al primero que se encuentre en su casa desayunando cuando se levanta. Es curioso que hace ahora poco más de un año se anunció oficialmente que Moayad Shatat abandonaba Málaga. Fue justo salir el discreto ejecutivo jordano por la puerta de Martiricos y empezar esta deriva de los últimos meses en los que las alegrías son mínimas y las penas, cada día más. Como diría el ínclito Gerard Piqué, «contigo Shatat empezó todo».