Como en aquella célebre película de comienzos de los 90. Aquella en la que un jovencito Bill Murray se despierta y vive el mismo día de manera sucesiva. Así me sentí ayer al contemplar la pantomima que supuso la comparecencia de prensa del señor González Segura como nuevo representante del jeque y que se postula como director general tras el despedido de Vicente Casado, con el que el abogado granadino se despachó a gusto.

La nueva cara visible del jeque la tomó con Casado, al que atizó a diestro y siniestro a instancias de Al-Thani y le culpó de todos los males del club. Más de lo mismo. Quizás la virulencia de González Segura haya sorprendido a muchos, como a mí, pero en el fondo, la situación es la misma que cuando se despidió en su día a Abdullah Ghubn y posteriormente a Moayad Shatat, al que el nuevo «vocero» del jeque también señaló veladamente.

La vida sigue igual. El jeque, el que nunca tiene culpa de nada en el club y al que siempre le engañan, vuelve a cambiar su gente de confianza y vuelve a prometer el oro y el moro a una afición que ya no sé cree nada. «Transparencia, trabajo, crecimiento, inversión...» son palabras que llenan el vocabulario de los Al-Thani, que salen de su boca con suma facilidad y que se las acaba llevando el viento como un golpe de Levante al dron de Nasser.

Aún no sabemos cuáles son las intenciones de estos «forasteros» que ayer recalaron en Málaga sin querer contestar ninguna pregunta y amenazando con demandas y querellas a personas y medios de comunicación que, según ellos, «quieran hacer daño al club». Nadie de fuera de Málaga debería tener la potestad de dar lecciones de malaguismo a la gente de esta ciudad, y menos con lo que esta bendita afición viene tragando a lo largo de la historia de este club, dejado de la mano de Dios por el propietario al que ellos representan.

No sé qué pensar acerca del jeque. No sé si es tan «tonto» para dejarse engañar por tres directores generales en el pasado o que su falta de compromiso ante la entidad que preside es tal que le viene al «pairo» que terceros utilicen su club para lucrarse. Una vez te puede pasar, vale; dos, lo acepto; pero... ¿una tercera? No nos tome el pelo señor Al-Thani.

Es más, a 1 de diciembre de 2015, ya les aseguro yo que habrá una cuarta, una vez que estos nuevos rectores del club entiendan lo que es tratar con un hombre que solo pretende gestionar el club desde el corazón y no poner un euro más de lo que en su día puso y ha venido recuperando.

Porque cada vez que cada uno de los anteriores directores generales del club han ido desfilando de Martiricos, se han anunciado a bombo y platillo acciones legales contra sus gestiones. Humo. Ghubn desapareció del mapa; Shatat volvió a su país sin más... Así, lo de Casado de ayer tiene pinta de que el jeque ha utilizado al exdirectivo como chivo expiatorio y cualquier anuncio de demanda y querella contra él parece paja.

Porque en la gestión de Casado al frente del club hay muchas sombras, nadie lo discute; pero también algunas luces que a día de hoy le han permitido al club continuar, no sin numerosas dificultades, en Primera División. Casado ha tomado decisiones impopulares. No ha sido del todo concreto en algunas situaciones en cuanto a venta de jugadores. Pero al mismo tiempo se ha movido con agilidad entre las altas instancias federativas a nivel nacional para colocar al Málaga en una posición que antes no tenía.

A Casado lo echan, y tras él irá Mario Armando Husillos, al que su negativa a plegarse a los deseos a «lo Piterman» del jeque y su hijos, le va costar el puesto. También saldrán otros en la planta noble de La Rosaleda, que de momento se agarran y defienden su puesto de trabajo como gato panza arriba sin importarle a quién le habían sido leales hasta ahora. Supervivencia le llaman algunos; puñalada trapera lo llamo yo.

En todo caso, González Segura y compañía se dan de plazo dos meses para auditar el club y ver en la situación que está. Quizás en ese periodo de tiempo se dan cuenta para quien han comenzado a trabajar y deciden tomar la A-92 de vuelta a su Granada natal, ciudad en la que por cierto no tienen la mejor fama en los mentideros futbolísticos.