El malaguismo comprobó ayer en Vallecas que los milagros existen. Tras una hora sin dar muestras de constantes vitales, clínicamente muerto, el Málaga resucitó entre los muertos para remontarle al Rayo el tempranero gol de Javi Guerra, marcar sus primeros tantos lejos de La Rosaleda, estrenar su casillero de triunfos a domicilio, salir del descenso y de paso, meter en un lío a un rival directo que fue mejor durante la primera mitad.

Y eso que una vez más se mascó la enésima tragedia malaguista en esta temporada. Gracia fracasó en un nuevo experimento, con Filipenko y Fornals en el doble pivote; y Cop arriba en solitario con Amrabat de segundo punta. No dio resultado y en el minuto 6 el Málaga ya perdía por 1-0 tras el tanto de Javi Guerra, que se aprovechó de un error de Filipenko a la hora de sacar el balón.

El técnico navarro, inexplicablemente -él es quién ve a sus jugadores entrenar a diario- volvió a situar al espigado bielorruso en la medular tras el espejismo de la primera parte de San Mamés, en la que no desentonó ante un Athletic con 10. Ayer ya fue otra cosa y el internacional bielorruso mostró todas sus carencias en una posición que le viene grande.

Pero la realidad, a día de hoy y pese al triunfo de ayer, es que Javi Gracia sigue sin dar con la tecla y lleva cinco meses buscando el botón que haga desplegar las pocas o muchas virtudes de las que dispone su plantilla.

Y es que la realidad es que durante una hora la cabeza de Javi Gracia estaba en una pica por un nuevo fracaso en la dirección del equipo. Pero a la desesperada, los cambios del navarro, lógicos y telegrafiados, le salvaron de ser despedido de su puesto de trabajo.

Es la grandeza que tiene el fútbol. Gracia falló a la hora de planificar el partido de inicio, Jémez le ganó la partida en lo táctico, consiguió adelantarse en el marcado y bailar al equipo blanquiazul en la primera mitad. Pero al menos, el entrenador navarro supo reconocer su error, rectificar y recomponer el equipo con dos delanteros y un centrocampista natural y la cosa cambió. Porque no nos engañemos, el Málaga se enfrentó a un equipo al que es muy fácil hacerle daño. El Rayo trata de sacar siempre la pelota jugada y sufre en defensa si el rival plantea un partido decidido y coherente, cosa que no hizo el Málaga en la primera hora de partido.

A los hechos me remito: dos minutos tardó Charles en empatar la contienda tras salir desde el banquillo. Sí, Gracia se tomó la licencia de prescindir del Pichichi del equipo durante casi 60 minutos. Será que el míster pensará que el Málaga de gol va sobrado pese a sumar los mismos goles que los que lleva Javi Guerra el solito.

Lo cierto es que a veces a los entrenadores les gusta complicarse la vida. Menos mal que ayer la situación del partido obligó al del Málaga a devolver un poco de cordura a su esquema y probar con lo único que ha ilusionado en este proyecto hasta la fecha: jugar con dos delanteros. Porque este equipo ha mostrado su mejor cara cuando Charles y Cop han estado juntos sobre el césped. Así fue en la pretemporada, donde ambos se complementaron y consiguieron una dinámica goleadora interesante. Incluso, en el partido inaugural contra el Sevilla, pese a finalizar sin goles, el Málaga desplegó un gran juego con ambos delanteros en el once inicial.

Pero paulatinamente Gracia fue descartando esta posibilidad e incluso mandó al delantero croata al ostracismo, hasta que ayer lo devolvió de la grada al once. Y eso que Cop deambuló como único punta, pero respondió a la perfección con Charles de acompañante con un gol que dan tres puntos de oro a un Málaga «necesitadísimo».

En todo caso, parece improbable que volvamos a ver a los dos puntas en liza en un futuro cercano. El miércoles en Copa toca el turno para los menos habituales y el domingo, contra el Atlético, el técnico ve muy osada esa propuesta ante un miura de la talla de los rojiblancos. Gracia sabrá, pero en el fútbol, como en la vida, el que no arriesga no gana.