Había cierto runrún con Memo Ochoa tras el partido con el Deportivo de La Coruña. El mexicano había tenido que entrar por la lesión de Kameni. Lo hizo frío, sin calentar, después de casi tres meses de inactividad y afrontando su gran primer reto lejos de casa, en medio de un partido loco. Al guardameta malaguista le cayeron tres goles y las voces que pusieron en tela de juicio su capacidad no tardaron en llegar.

Sin embargo, en el duelo contra el Sporting, en su gran puesta de largo como malaguista, se salió. Hizo tres paradas de mucho mérito, salvó los puntos y se ganó los primeros aplausos de su afición, que no es nueva pero a la que han tardado en presentársela.

Está claro que Ochoa ni era antes tan malo ni ahora es tan bueno, pero al menos el guardameta pudo despejar las dudas en 90 minutos de sobriedad y buena actuación. Porque la lesión de Kameni hacía presagiar un futuro incierto, un escenario complejo y sin claridad tras la inédita puesta en escena de Ochoa en Liga.

El mexicano aterrizó en Málaga hace más de año y medio tras cuajar un grandísimo Mundial con su selección pero también tras descender con el Ajaccio en la Liga francesa. Eso sí, siendo uno de los mejores guardametas de la categoría, pero encajando 72 goles.

El viernes ante el Sporting demostró sus mejores cualidades: los reflejos. Nada más comenzar ya tuvo trabajo. Pero fue en la segunda mitad donde se lució a un cabezazo de Sanabria y a un disparo a bocajarro de Pablo Pérez. Gracias a ello, la afición lo eligió como el MVP del partido. Su primera titularidad y su primera distinción personal.

Su notable encuentro también cruzó el charco. En México, donde es una celebridad, también recogieron con agrado la buena puesta en escena de Ochoa.

Ahora Ochoa seguirá teniendo protagonismo por la lesión de Kameni. La duda es saber qué ocurrirá en verano. Memo ha estado en los últimos mercados con el cartel de transferible. ¿Puede cambiar su futuro de ahora en adelante?